«Me penetrarán con sus delicias. Mi corazón palpitará, conoceré sus historias, sus secretos. Sentiré lo que otras pieles y me deleitaré en las letras. Se resolverán los misterios, se reconciliarán los enemigos, los amantes se encontrarán en secreto…»

Óleo sobre lienzo
165 cm × 119 cm
Galería Uffizi, Florencia, Italia.
Mis sensaciones desencadenadas
Por: María Laura Padrón
No es una cita más. Será el encuentro con personajes de tinta que me esperan tendidos en el papel para satisfacer mis deseos. Los juegos previos inician cuando al hojear el libro descubro poco a poco quiénes serán parte del festín. Comienzo a tocarlos, acariciarlos y con miradas sugerentes les invito a dejarse devorar.Me desvestiré ante ellos. Mis máscaras y complejos se diluirán. Solo seremos nosotros en la habitación, en el autobús o en un oscuro rincón. Y al ritmo de verbos conjugados, sentiré que se me eriza la piel, mis sentidos vibrarán, las letras trascenderán a mi cuerpo, mi mirada es mi mayor zona erógena.Puedo adoptar cualquier papel, convertirme en Teresa y descubrir en Tomás el olor a sexo que delata su infidelidad, pero seguir a su lado. O puedo ser Lucrecia y enredarme con la sirvienta, jugar a intercambiar parejas, dejarme lamer por los gatos para cumplir las fantasías de Don Rigoberto. O ser una puta triste más de las memorias de Gabriel García Márquez.
La celulitis no me avergonzará, ni la asimetría de mis pechos, tampoco la anchura de mis caderas. Los personajes dejarán de ser inertes, cobrarán vida, no serán simples vocablos. Que me estrujen, que me amasen, que me griten, que me abracen. Quiero que vayamos a un mismo son; si ríen, quiero reír, si lloran, quiero llorar. Ser parte de su goce, testigo de sus dichas y tocarme, tocarme…
Me penetrarán con sus delicias. Mi corazón palpitará, conoceré sus historias, sus secretos. Sentiré lo que otras pieles y me deleitaré en las letras. Se resolverán los misterios, se reconciliarán los enemigos, los amantes se encontrarán en secreto, castigarán al malvado, terminará de morir el enfermo. Y en ese punto no me quedará más que rendirme. No podré resistir. Mis emociones se desbordarán en estruendosos gemidos o silenciosas convulsiones.
Y cuando la historia acabe, yo también con ella. Terminaremos juntos. Moriré y morirá conmigo también. Pero no será el fin, se prolongarán los espasmos, mi euforia llegará a otros oídos, querrán gozar también. Habrá un tercer, cuarto y quinto amante. Yo reposaré un instante hasta que cese el aluvión de placer y encuentre a otros libros que me hagan estremecer.
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¡Qué maravilloso escrito! Trae consigo muchas remembranzas de libros atrevidos y se lleva con él unas cuantas sonrisas. Recordé el cuento «Felicidad clandestina» de la querida Clarisse Lispector, que narra la ansiedad apasionada de una chica que quiere leer un libro y, luego de conseguirlo, llega a la contundente conclusión de que ya no era una niña con un libro, «era uma mulher com o seu amante». Saludos para ti Albeiro y para María Laura Padrón, a quien espero tener la fortuna de leer nuevamente.
Señorita Kar Wai; muchas gracias por tu comentario, por pasarte por Literariedad y dejar tu impresión tan a menudo. Sí, María Laura logra algo muy difícil y es crear sin lugares comunes la analogía entre la lectura y el erotismo. Todo empieza con el olor de un volumen y, ya ves, dónde termina. Saludos desde la palabra.