Collage Candelaria, Teatro La Candelaria (Bogotá) en la VI Muestra de Teatro Alternativo de Pereira, 17 de julio de 2014.

«Porque el resto de mí
Es sólo lo que queda
De la brevedad de mi recuerdo.»
La historia de Colombia de los últimos cincuenta años cabe en la trayectoria del Teatro La Candelaria. Y es que no sólo la amarga estela de tropiezos políticos que deja nuestro país a su paso tiene un lugar en su vasta creación, sino que, guarecido en el tiempo con la terquedad propia de quien no concibe la muerte como un límite, hablamos de un grupo cuya importancia estriba en ser como tal un gran documento vivo de eso que los taxónomos llaman Violencia pero que para el colombiano de a pie es la jaula cotidiana de su recuerdo. De esta manera, Collage Candelaria, una obra que reúne momentos de sus mejores obras estrenadas entre los años 1970 y 2010, es una galería de espejos donde los amantes del teatro pueden reconocerse en los fragmentos de un país a través del humor, el color y la música: una galería de la memoria.
Y quién dentro de nuestra generación sin nombre no puede conmoverse al ver sobre el escenario al Quijote arrastrando la belleza de la decadencia, interpretado con indiscutible magistralidad por César Badillo y creado hace más de quince años por Santiago García, el gran ausente en esta ocasión al lado de Patricia Ariza. Y quién, para desandar el tiempo, no sintió templarse casi hasta la ruptura las cuerdas de la sensibilidad al oler la guerra, al escuchar la música original de la emblemática Guadalupe años sin cuenta (1975), la obra más representada en Colombia en el siglo XX. Y quién, como si recuperara de súbito la juventud, no llevó el ritmo casi fúnebre de la ‘Canción del existir problemático’ de La trifulca (1991):

Esa es en verdad mi vida
Lo que alcanzo a recoger de mis sentidos
Puede extenderse hasta después
O quizás hasta antes de mi muerte
Eso depende.
No sólo de mí sino de aquellos
Que conforman mis ensueños
Porque el resto de mí
Es sólo lo que queda
De la brevedad de mi recuerdo.
Pero Collage Candelaria es también celebración y folclor. Es paisaje. Hierba enraizada en los muertos y florecida al aire de nuestros días. Es campo verdecido no de uniformes sino de campesinos. Una obra que como sus intérpretes ha sobrevivido a la hostilidad de Colombia para señalizar el camino de las generaciones que la siguen. Tal vez como el barrio empedrado de Bogotá que le da el nombre al grupo, donde tiene su morada, La Candelaria es mestizaje. Chicha y guitarra, ‘fantasmas grises’ de jóvenes enamorados de la muerte. Mujeres que tejen y destejen el destino. Hombres que caen en las aceras acusados de hacer reír a quienes tienen prohibida la risa. La voz de muchos años apagados de repente por el sonido de las balas, el exilio y, lo que es peor, el encierro dentro de nuestra misma tierra.
No pudo ser mejor la inauguración de la VI Muestra de Teatro Alternativo de Pereira: tal como el mismo grupo lo manifestó antes de presentarse: “En las pequeñas ciudades del país hay jóvenes con mucho criterio apostándole todo al teatro, lo que no se está dando en ciudades con mayor tradición”. Se sabe que el teatro es un arte que puede curarnos de la nostalgia, cuando no tocarla en la frente para que despierte ante la alerta del devenir. Tal lo hecho en Pereira por el Teatro La Candelaria.
Entre otras obras ya mencionadas, este montaje redime escenas de obras originales e históricas de La Candelaria: Nosotros los Comunes (1971), Guadalupe años sin cuenta (1975), Los diez días que estremecieron al mundo (1976), Diálogo del Rebusque (1981), La tras-escena (1984), El paso (1987), La trifulca (1991), El Quijote (1999), De casos & Deca Caos (2002), A título personal (2008) y A manteles (2010).