La provocación de un rebelde

Procaz, esperpéntico y macabro, el Diario de Orton es un libro que no se parece a ningún otro. Escenas como la orgía en un urinario, o aquella en que Joe toca las castañuelas con la dentadura postiza de su madre muerta son imposibles de olvidar. Gabriele Annan del The New York Review of Books escribió: El patético y anárquico Orton, con su desenfrenada vida sexual, parece la encarnación del espíritu de los sesenta… 

Afiche de la película.
Afiche de la película.

Por: Juan Guillermo Ramírez

Por la tarde, llegaron el señor y la señora Cotton. Grandona y rubicunda. Me la imaginé desnudándose y recibiendo una tunda con varas de abedul. Joe Orton

Fue un hecho que convulsionó –y aún convulsiona- a la Inglaterra puritana de los años sesentas. Y es como extraída de una crónica roja: el 9 de agosto de 1967, el brillante dramaturgo inglés Joe Orton (interpretado magistralmente por Gary Oldman) fue encontrado muerto, con su cabeza destrozada a golpes de martillo.

Kenneth Halliwell (Alfred Molina), su amigo, mentor y amante después de dieciséis años, lo asesinó y después se dio muerte ese mismo día con una sobredosis de somníferos, dejando una nota que decía: Si leéis su diario todo quedará explicado.

Vengo de la cloaca, declaraba Orton, hijo de una familia obrera. Sin embargo, con sus obras de teatro alcanzó un éxito fulminante. En el momento de su muerte, estaba preparando un guión de cine para los Beatles.

Procaz, esperpéntico y macabro, el Diario de Orton es un libro que no se parece a ningún otro. Escenas como la orgía en un urinario, o aquella en que Joe toca las castañuelas con la dentadura postiza de su madre muerta son imposibles de olvidar. Gabriele Annan del The New York Review of Books escribió: El patético y anárquico Orton, con su desenfrenada vida sexual, parece la encarnación del espíritu de los sesenta… Su historia puede interpretarse como un cuento con moraleja, un mito arquetípico, una historia clínica o el paradigma de una época.

Joe Orton: “Martes 9 de febrero  de 1967. Fuimos al Prince Charles Cinema a ver una sesión doble de Polanski, Repulsión y Cul-de-sac. Yo fui sobre todo para ver a Donald Pleasence…” Foto tomada de: telegraph.co.uk
Joe Orton: “Martes 9 de febrero de 1967. Fuimos al Prince Charles Cinema a ver una sesión doble de Polanski, Repulsión y Cul-de-sac. Yo fui sobre todo para ver a Donald Pleasence…” Foto tomada de: telegraph.co.uk

Algunos años más tarde, el periodista John Lahr publica un bestseller llamado Prick up your ears, que fue el que utilizó el realizador británico Stephan Frears como base en la elaboración del guión de su película homónima. Cuando fue a identificar el cadáver de la pareja, una influyente agente literaria, Peggy Ramsay (Vanessa Redgrave) se apresta a camuflar el diario íntimo de Joe Orton, para ocultar así el “escándalo” de su vida. Ella no lo descubrirá sino hasta que se sienta a escribir su futura biografía.

En la Inglaterra represiva de la postguerra, en donde la homosexualidad era considerada como un delito que justificaba la prisión y el encierro, los tormentos existenciales de Joe Orton no encontraban un total reposo. Marginal, extraído de un medio obrero, encuentra en la Royal Academy of Dramatic Arts de Londres a Halliwell, un estudiante erudito, independiente e interesado por la cultura. Una persona que era su contrario. La fascinación es total y recíproca. Y es Halliwell quien inicia a Orton en la homosexualidad.

Rápidamente van a pasar de la inocencia sexual a la perversidad. Viven seis años confinados en su apartamento, escribiendo ensayos a cuatro manos, pero siempre rechazados por todas las casas editoriales. Como toda pareja, compartían todo: los amigos, los amantes, salvo Kenneth. Después de muchos años, Joe Orton se impone en las tablas londinenses. Sus piezas son cada vez más frecuentadas por el público. Es adulado y reconocido. Es una celebridad.

Fotogramas de la película Prick up your ears. Tomados de: movieposter.com
Fotogramas de la película Prick up your ears. Tomados de: movieposter.com.

Stephen Frears (director británico nacido en 1941 en Leicester. estudió derecho en Cambridge entre 1960 y 1963, ingresa al Royal Court Theatre. Su interés por el cine, lo lleva a trabajar como asistente de Karel Reisz, de Lindsay Anderson y Albert Finney hasta que tuvo la oportunidad de dirigir su primer largo, Gumshoe (1972), una sátira de las películas estadounidenses de detectives. Durante doce años estuvo trabajando en forma continua para televisión. Su siguiente película fue The hit (1984), un thriller. My Beautiful Laundrette (1985), filmada en 16mm para la televisión británica, significó su revelación como director. Temas similares (relaciones interraciales, tensiones sociales, la discriminación) son tratados en Sammy & Rosie van a la cama (1987). Aunque no demasiado profunda, esta interesante película expone las inequidades de la sociedad británica. Relaciones peligrosas (1988), si bien muestra sus principales características como buenas actuaciones y diálogo entretenido, pero es mucho más estilizado que sus producciones anteriores y sin tanta convicción. Esta convicción la recuperó con su siguiente trabajo en 1990 The Grifters, que fue producida por Martin Scorsese, y que le supuso la nominación a mejor director para los Oscar. Gracias a las actuaciones de John Cusack y Anjelica Houston se confirmó su reputación de ser uno de los directores con más talento de Gran Bretaña de su generación. Ha seguido trabajando en Inglaterra y en Estados Unidos, siguieron Héroe por accidente, Mary Reilly, su versión sobre la historia de Jekyll y Hyde, y un par de adaptaciones de obras de Roddy Doyle, Café irlandés y La camioneta. Después del western moderno Hi-LO Country realiza Alta fidelidad, una mirada en clave de comedia sobre la naturaleza del compromiso, adaptada de la novela homónima de Nick Hornby. En el 2000, dirige el drama Liam, que seguía las desventuras de una familia de clase trabajadora de Liverpool. A ésta le siguió la aclamada Dirty pretty things, un thriller sobre los inmigrantes ilegales que sobreviven en Londres. En 2003, volvió a la televisión para dirigir The deal, donde se mostraba un momento delicado de las relaciones entre Tony Blair y Gordon Brown y era la primera vez que los dos personajes eran representados en la ficción. Las más recientes películas son: Mrs. Henderson presenta (2005) con Bob Hoskins (fallecido hace poco), La reina (2006) con Helen Mirren, Chéri (2009) con Michelle Pfeiffer, Kathy Bates. Tamara Drewe (2010) El gran combate de Muhammad Ali (2013) con Christopher Plummer y este año se estrenó comercialmente Philomena (2013)) construye con Prick up your ears, una crónica de la vida tumultuosa de un escritor y hombre rebelde. Antes de la aparición en 1978 del libro Joe Orton Diario, editado por John Lahr, traducción de Ángela Pérez, prólogo de Luis Antonio de Villena, colección El espejo de tinta, Ediciones Grijalbo, nadie estaba al corriente de esta historia. Los diaristas, los escritores de diarios íntimos, suelen ser temidos por quienes habitan alrededor. Les da miedo pensar, que alguna vez, su más velada intimidad saldrá a la luz pública. Olvidan que quien escribe un diario es un Narciso. Y que, aunque el diario trate de muchos temas y describa ámbitos, el protagonista es, siempre, el mismo escritor. El diario le pertenece a la escritura de la intimidad; un tipo de literatura que abarca, además del propio registro de los días, la confesión y la memoria. Los tres modos de ese género íntimo son básicamente deficitarios en la literatura española.

Ortega y Gasset sacó algunas conclusiones de ello en un célebre artículo que dedicó a las memorias. Sin embargo, la memoria no es tan escasa en nuestro haber como los otros modos. Memoria es la recordación desde el yo, de sucesos fundamentalmente externos: contar a quién vi, con quién me relacioné, qué opino, cómo me ven, cuál fue mi papel en cualquier acontecimiento.

El diario de Joe Orton es todo esto y mucho más. Pero es sobre todo, humanidad, espléndida humanidad al desnudo. Lo que siempre, absolutamente siempre, es saludable y bueno. Como la película.

Joe Orton: “Viernes 13 de enero de 1967. Día espantoso. Me encontraba fatal por haber bebido tanto la noche anterior”. Foto tomada de: theguardian.com
Joe Orton: “Viernes 13 de enero de 1967. Día espantoso. Me encontraba fatal por haber bebido tanto la noche anterior”. Foto tomada de: theguardian.com

Nos sentamos a hablar de lo felices que nos sentíamos los dos y de que seguramente no duraría. Tendríamos que pagar por ello. O caería sobre nosotros alguna desgracia, porque quizá seamos demasiado felices. Ser jóvenes, bien parecidos, famosos, estar sanos, relativamente ricos y felices quizá vaya contra natura; y si añadimos a la lista que disfruto a diario de la compañía de muchachos hermosos de quince años a quienes les produce, por un pequeño estipendio, una sensación deliciosa acostarse conmigo, la verdad, creo que ningún hombre puede pedir más.” (…) “Cuando me marché, tomé la línea de Picadilly a Holloway Road y me asomé a un urinario pequeño (de sólo cuatro meaderos). Estaba a oscuras porque alguien había quitado la bombilla. Había tres tipos meando. Eché una meada y cuando me acostumbré a la oscuridad vi sólo uno que merecía la pena: corpulento, con pinta de obrero, pelo corto y, por lo que podía distinguir, con vaqueros y cazadora oscura.

Entró otro individuo en el urinario y el hombre que estaba al lado del obrero se retiró, pero no se marchó, sólo retrocedió y se quedó al fondo apoyado en la pared… Antes de que el tipo que se apoyaba en la pared pudiera volver a su sitio, me colé yo en él saltando hábilmente y me planté junto al obrero. Bajé la mano y le palpé la pija. El empezó a jugar con la mía de inmediato… Me desabotoné la parte de arriba de los pantalones y me aflojé el cinturón para dejar al obrero vía libre a los huevos. El que estaba detrás de mí empezó a palparme el trasero. Entonces entró al urinario un quinto individuo… El quinto hombre enseñó la pija rápidamente… Entró al urinario un sexto hombre. Estaba tan oscuro que nadie se molestó en moverse. Después de un intervalo (en el que el quinto hombre me observaba palpar al obrero, el obrero me acariciaba y el que estaba a mi lado me bajaba todavía más los pantalones), vi que el sexto hombre se arrodillaba delante del joven de pelo claro y se la chupaba. Llegó un séptimo hombre, pero a aquellas alturas a nadie le importaba lo más mínimo. Había tanta gente allí que era prácticamente imposible distinguir. Y, de todos modos, en cuanto se acostumbró a la oscuridad, el séptimo hombre pegó la cabeza al nivel de mi bragueta, también él quería una pija en la boca. Todo siguió igual unos instantes. Luego entró un octavo hombre, barbudo y fornido. Empujó bruscamente al sexto hombre, separándolo del tipo de pelo claro, y acto seguido se puso a chupársela a éste. El tipo que estaba a mi lado me bajó aún más los pantalones, por debajo de las nalgas, e intentó metérmela entre las piernas. El hombre de pelo claro se apresuró a salir en cuanto acabó. El barbudo se acercó y dio un codazo al séptimo hombre, apartándolo de mí, me abrió la cremallera del todo y empezó a chupármela como un maníaco. El obrero, excitadísimo porque yo le trabajaba con las dos manos, pegó de repente su boca a la mía. Aquel pequeño urinario bajo el puente se había convertido en el escenario de una frenética saturnalia homosexual. Allí mismo, a un paso, los ciudadanos de Holloway se dedicaban a sus propios asuntos.

Fragmento del Diario de Joe Orton


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Literariedad

Asumimos la literatura y el arte como caminos, lugares de encuentro y desencuentro. #ApuntesDeCaminante. ISSN: 2462-893X.

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