Los perdedores cuando ganan pierden

Perdedor el que ha muerto, lo demás es un simple retraso del triunfo.
Perdedor el que ha muerto, lo demás es un simple retraso del triunfo.

Por: Juan Guillermo Ramírez

Sufrir a un perdedor resulta más sencillo que soportar el orgullo y la arrogancia de uno que ha vencido. Los vencedores carecen regularmente de pudor y son antipáticos por constitución”. Guillermo Fadanelli

“Las relaciones de la moral y de la ley, que ya no son para nuestras viejas civilizaciones más que un tema de bachillerato, han resultado ser, hace menos de un siglo, el principio vital de la joven América”. Frase del teórico francés André Bazin que permite encabezar el siguiente recorrido. No hay realismo en el cine estadounidense, nada de realismo, sino algo que importa mucho más: una gran verdad. Estas palabras pertenecen al que fue homenajeado alguna vez en Cannes, Jean Renoir, el cineasta más grande del mundo, según dejara escrito el realizador Francois Truffaut.

La cultura de la acción paga un precio  de la vida y de la muerte. El cine estadounidense traduce esta verdad. No es sólo que algunos géneros –el de vaqueros por ejemplo- confunden sus géneros con los del cine, es que además el cine, como invento de nuestro siglo, es una conquista de la cultura estadounidense.

Sam Peckimpah comentó hace algunos años que le obsesionan los seres para quienes la acción constituye un fin en sí mismo. No se puede olvidar que en 1929 muere el último bandido real del western: Wyatt Earp, el mismo que sería resucitado por Lawrence Kasdan bajo el ropaje de Kevin Costner, 65 años más tarde. Y que muchos realizadores, como John Huston, conocieron físicamente la libertad que posteriormente sintió perder: “La América que yo he conocido y amado, ya no existe”.

Para la cultura estadounidense, el western –gran nido de perdedores- es algo esencial, pues en tanto que mito no acceden a él a través de la leyenda, del paso del tiempo, sino a partir de la historia misma: el mito de la cultura estadounidense no es fuente u objeto, sino presencia telúrica e inmediata.

Jonathan Swift: "El poder arbitrario constituye una tentación natural para un príncipe, como el vino o las mujeres para un hombre joven, o el soborno para un juez, o la avaricia para el viejo, o la vanidad para la mujer."
Jonathan Swift: «El poder arbitrario constituye una tentación natural para un príncipe, como el vino o las mujeres para un hombre joven, o el soborno para un juez, o la avaricia para el viejo, o la vanidad para la mujer.»

El mito del perdedor es posible en una sociedad que cree en el triunfo, en la certidumbre, en la ambigüedad y en la tolerancia. No es perdedor sólo porque el azar lo haya impuesto. Se es también por una lección maldita de quien decide vivir al margen de las cosas mundanas y de la vida de los demás. Se es perdedor cuando se piensa que la patria es el territorio que el cuerpo ocupa en el espacio. También se es perdedor porque es más lúdico y agradable ser infernal que sufrir que el infierno son los otros.

La aventura de esta elección está bien lejos de ser interpretada como una variante lúdica del masoquismo. Cuando el perdedor asume su identidad se coloca inmediatamente al margen de la ley y a favor de las sombras, más allá de lo justo o de lo injusto, cerca del misterio, casi de divinidad. El mito del perdedor conecta por vía nostálgica y romántica con el contexto de una sociedad que en un preciso momento sufre una fuerte evolución. Hay una querencia del pasado y un rechazo de la contemporización de la realidad.

Los perdedores-vaqueros y los perdedores-gánsteres son seres fundamentalmente épicos; sin embargo el perdedor-del-traje-gris (caso Sam Spade) es un ser trágico, menos literario y fantástico, más patético: es un perdedor que ha sido humanizado, desmitificado. Este patetismo viene determinado por el hecho de que él no es un hombre anterior a la ley, en contrapartida con el vaquero que sí lo es.

Es lógico que hayan sido el género de vaqueros y el cine negro las grandes praderas por donde ha deambulado el perdedor: hay que tener en cuenta que éste está en posesión de una moral individual indestructible, lo que va a acarrearle problemas con los paradigmas que plantean las grandes normas establecidas. Básicamente hay dos tipos de perdedores: los que proceden del “bien”, esto es, los que podrían considerarse como antihéroes –su máxima encarnación serían los detectives privados- y los que proceden del mal, es decir, los que ni siquiera son antihéroes ni detectives.

Una variante singular del personaje puede encontrarse en algunos personajes de John Huston. Como escribió Guillermo Cabrera Infante en Arcadia todas las noches, John Huston cree que lo verdaderamente importante no es ganar, sino competir, y que el fracaso no dice nada acerca de la pelea porque ganar o perder no una acción sino un fin.

La palabra tiene mucho de aritmética: divide cuando se utiliza como navaja, para lesionar; resta cuando se usa con ligereza para censurar; suma cuando se emplea para dialogar, y multiplica cuando se da con generosidad para servir.
La palabra tiene mucho de aritmética: divide cuando se utiliza como navaja, para lesionar; resta cuando se usa con ligereza para censurar; suma cuando se emplea para dialogar, y multiplica cuando se da con generosidad para servir.

Quizá el caso más consciente de conciencia del fracaso se localice en Bonnie and Clyde: su violencia es una forma de comportarse, no es premeditada. Sin embargo, los gángsters de ciudad suelen ser los únicos perdedores que no quieren asumir tal condición.

Ante la muerte la actitud del perdedor en el cine negro de gángsters es diametralmente opuesta a la adoptada por el de vaqueros, por el vaquero o por el detective privado. En el cine estadounidense de la segunda y tercera generación de posguerra, subyace toda una filosofía del outsider a medida que sus personajes se van haciendo más y más infelices, más desgraciados. La muerte de Phill en Destino fatal de Robert Aldrich, es una de las muertes más dignas, más morales que nos ha ofrecido el cine estadounidense.

Sí, probablemente los perdedores del cine estadounidense son capaces de grandes sacrificios para ser desgraciados. He así su victoria.


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Literariedad

Asumimos la literatura y el arte como caminos, lugares de encuentro y desencuentro. #ApuntesDeCaminante. ISSN: 2462-893X.

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