Evelio Rosero Diago. Siete poemas

Evelio Rosero Diago (Foto tomada de cromos.com.co).
Evelio Rosero Diago (foto tomada de cromos.com.co).

Evelio Rosero Diago. Siete poemas *

Poemas enviados por el autor a Literariedad.

***

FLAUTA

Desde mi silencio oculto, flauta,

como cuando llueve y las mujeres salen a mojarse con la tierra

para contemplar su pasado arcaico,

así yo me dispongo a rozar tu misterio

y escuchar tu oración de sangre.

Voy y comulgo contigo cuando cantas

cuando vuelas tus quejas, dulce madre sin territorio.

Por nuestro dolor antiguo te poseemos

y logramos pronunciar tus palabras, flauta

antepasada de la noche.

Palpita tu corazón en el mío al escucharte,

voz de milenios,

De los espacios insondables cuántas voces más nos traes,

cuántas memorias raudas haces sonar en nuestra sangre

Oh flauta mía inseparable, dolor mío, sueño

a Fernando Linero

***

MUCHACHAS DE ALDEA

Por los caminos de mi casa cruzan

en tardes azules las núbiles muchachas de aldea

(un cerezo, algunos sauces, nos separan).

Transitan sus memorias de hijas y de hermanas,

de viudas y de esposas traicionadas,

de muertas de ceniza, de abuelas abandonadas,

caminan parsimoniosas detrás de sus vacas

y una ceremonia de aves las rodea

detrás del desnudo calor de sus axilas.

Las contempla mi alma en su silla:

Si extiendo hacia ellas mis manos solitarias

huirían como pájaras: sería un triste lobo entre corderas,

el alboroto espantaría el mundo,

me matarían sus padres, sus hermanos

sus hijos y sus viudos, sus traicionados.

De tantas muchachas sólo una

cada vez que me contempla me sonríe,

es la loca de la aldea, la llaman Delfina Grillo

hunde su rojo pelo entre los cielos

mientras baila su frenético delirio

ante mi silla

y sólo por ella vivo

hasta mañana por la tarde

cuando venga su sonrisa y me redima.

***

LOS MONSTRUOS

Pero lo cierto es que los monstruos aburren.

Si bien hace años espantaban,

hoy es posible asegurar que los monstruos aburren.

De una u otra manera nos hemos acostumbrado a ellos.

No son imaginativos; los sustos se repiten. Incluso fastidian.

Oscuros, agazapados, todo un quejido, son finalmente una sorpresa efímera,

como la que puede depararnos un ser tan querido

como desanimado, en son de juego, para asustarnos;

como si se escondiera detrás de la puerta y saliera al paso y gritara: ,

con la diferencia de que no se trata de un ser querido

sino de otro de los tantos monstruos que deambulan por la tierra,

de un lado a otro, con el firme propósito

de espantarnos. Y ya no espantan, eso es lo desalentador.

Desaparecen tan pronto queremos preguntarles algo

o simplemente continuar con ellos el camino.

Eso los hace aborrecibles, son unilaterales.

Absolutamente monótonos, en los colegios y hospitales, en los aeropuertos,

la calle y la selva, a cualquier vuelta de esquina, los monstruos esperan,

ya sin ocultarse. Llegan dos, tres monstruos, y los sigue una cantidad

como si poblaran el aire,

todos distintos, con distintos  gruñidos, y se quejan, nos rodean,

pero ya nadie hace caso de ellos

para no perder el tiempo.

***

TRISTEZA DE UN CARNICERO

Blanco de sangre entre sus reses muertas

entre las caras desnudas de las vacas que lo contemplan

los belfos de humo rozando su cabeza

las patas desnudas posadas en sus hombros

los ojos como huecos atentos atisbándolo,

el carnicero pensativo y lejos

muy lejos del establecimiento

sueña con campos de trigo

con la muchacha del domingo y un domingo de paseo

un río y una vaca viva

pastando su apacible corazón sin opinión alguna

el sol y la nube, el beso,

pero qué lejos, qué lejos que vive el sueño del carnicero

cuando la nube y el sol se ven tan lejos

a Iván Moreno

***

SOLES Y LUNAS

Desciende la mañana sobre párpados de hombres acostados

como un beso helado, para ser elogiada sin demora.

Las ventanas se conmueven a su paso, reverenciándola,

las desnudas espaldas de las ventanas cerradas

donde el rocío suele acoplarse con largueza

se abren, iluminadas, se riegan de voces

cuando cae y alumbra la vida.

Ya nadie, oh Noche, transita tus caminos

tu país desconocido, de oscuro vino,

desaparecen tus sombras como alas que se fugan,

pero suave, en la crueldad de su quejido, en la blancura

cada mujer lleva con ella la noche femenina,

nuestra noche entera, su sigilo

***

TEJEDORA

Tus manos no cesan de invocar signos y seres

Playas donde mi espíritu se arroja

cuando escucho mi corazón entre una alberca helada

cuando conmigo se aterra el universo

Redimidoras y largas, caricias iluminadas

se abren desnudas como agua

urdidoras de alma

Lejos del olvido, infinitamente más lejos

En la ciudad que tú tejes, de muros de piedra

y escaleras interminables, en la mitad del desierto,

la luna y el sol juntos,

en todas sus esquinas mi voz te ha llamado

por cada avenida mis pasos reanudaron

el transitar eterno por la ciudad que tú destejes

Tejedora

la soñada ciudad donde te sueño y me sueñas

a Beatriz Helena

***

TAL VEZ

Su ausencia es otra fiesta a solas.

Una ventana sin que nadie te responda: “Llueve”.

Quien quiera que seas

disfruta, abandonado, del dolor.

No huyas.

Lento, lento, asomará

el sosiego, casi un barco, casi un canto

pero dura luz derribando estas paredes.

El dolor es otro vino, disfruta, abandonado,

del dolor. No huyas.

Goza la medida del amor desaparecido.


(De Las lunas de Chía, Chía 1988-1994).

Poemas enviados por el autor a Literariedad.


* evelio-rosero-Evelio Rosero nació en Bogotá, Colombia, en 1958. Cursó estudios de comunicación social en la Universidad Externado de Colombia. En 2006 obtuvo en Colombia el Premio Nacional de Literatura, otorgado por el Ministerio de Cultura, pero fue en 2007, con su novela Los ejércitos, ganadora del II Premio Tusquets Editores de Novela, cuando Evelio Rosero alcanzó resonancia internacional, pues se ha traducido a doce idiomas y se ha alzado con el prestigio so Independent Foreign Fiction Prize (2009) en Reino Unido y el ALOA Prize (2011) en Dinamarca. Tras recuperar en 2009 su novela Los almuerzos («la confirmación del talento del autor», La Vanguardia), Tusquets Editores publicóLa carroza de Bolívar, recibida como su obra más ambiciosa y desmitificadora: «Una demostración del talento verbalmente mágico de Rosero, que aquí llega a su punto culminante» (J.J. Armas Mar celo, ABC Cultural) y En el lejero(Tusquets México). Biografía tomada de tusquetseditores.com.


Literariedad

Asumimos la literatura y el arte como caminos, lugares de encuentro y desencuentro. #ApuntesDeCaminante. ISSN: 2462-893X.