
Por: Rosalinda Mariño R.
Uno escribe para ojos sensibles. Para esos que leen entre palabras, entre pausas y silencios. Para ojos que leen el misterio escondido en el punto y seguido. Uno escribe para los ojos que entienden latidos sin haber leído el corazón, porque el poema no tiene razón, motivo o circunstancia; se trata de una fragancia sin tiempo, de una magia de palabras que concluye en melodía.
Por eso hacen falta ojos capaces de fantasías, de imaginar las calles que hemos creado para los amantes: en ellas las estrellas son flores a ras del piso, las flores son amores que no duelen, los amores que se marchan vuelven, y la muerte es apenas un agujero, el “te quiero” se dice de 278 formas (siempre nuevas, siempre diferentes) y la gente sigue leyendo después del punto. Es que el mundo no termina porque el signo lo diga, porque el libro se cierre o los labios se sellen. Las historias siguen respirando, vibrando, viviendo; se han infiltrado en nuestro cuerpo y nos recorren como la sangre.
Evocando al filósofo, vale decir que yo soy yo y mis historias. La cabeza nos recuerda que estamos hechos de ellas. Somos el resultado de los personajes, líneas, libros y los pequeños duelos al terminar. Somos un poco del mar que hemos leído en cada playa, la varita que no falla, Alicia, Harry Potter y Dulcinea, somos -aunque no lo creas- un poco de Aureliano Buendía y mucho de la Maga. Y esa emoción no la paga ninguna moneda.
Tenemos los ojos que hacen que la tinta cobre vida, por cada par de ojos nace una historia diferente a la que escribió el autor. Entonces deja de ser tuya o mía, es de nadie, o del aire que le da su toque particular. Un buen texto es atemporal y trasciende. El amor es amor en cualquier continente y al leer la muerte morimos un poco.
Creo que tenemos ojos sensibles. Que alguien escribió para ti, para mí. Para nosotros.
El amor es amor y en cuanto a la muerte, vamos muriendo minuto a minuto porque el tiempo que se fue recién ya no se recupera, sólo tenemos este presente para amar, mirar, leer y morir con ojos sensibles.
Muy bello post, un saludo desde Argentina.
Sólo tenemos este momento, esta línea, este verso.
Saludos desde Caracas.