
Por: Rosalinda Mariño R.
Qué importa si estamos rotos. Estamos rotos, pero vivos; qué mejor motivo para escribir. Tenemos los sentidos dispuestos a la emoción. Y los ojos plenos, completos, redondos, como dos lunas sin eclipse cercano.
No importan los trozos que conforman el corazón, después de todo, no se notan al caminar. Un alma rota también respira, anhela y ama; se acuesta en la cama pensando que mañana será diferente, se pierde entre la gente y es capaz de sonreír. Puede morir una y mil veces, siempre y cuando sea por un rato. Para luego seguir respirando, despertar fortalecida, reescribirse, rehacerse a partir de otra costilla.
En eso consiste la maravilla de los rotos: estamos hechos de intentos, de pedazos y de muchos abrazos que esperan su mitad. Es verdad, un abrazo necesita de dos, un abrazo es un amor de cuatro brazos, una casa, un pequeño mundo particular. Eso es lo que esperamos, no más, y no hace falta que nos suturen, que nos nivelen, que nos enderecen las curvas del entusiasmo, que desenreden una a una las marañas del pensamiento. Nos basta con que alguien sople a través de nuestras grietas, que se inspire en la sonrisa a veces triste; que entienda que sonreímos y escribimos soles mientras llovemos por dentro.
No importa si estamos rotos, tenemos las manos para decirlo.
Te adoro por lo escribiste¡ Creo que al final de la vida lo único importante es decir con orgullo «yo también estoy rota pero por dentro estoy entera » un abrazo desde Adelaide
Qué gusto que te hayas identificado con el mensaje. Otro para ti desde Caracas.