
Nosotros esperamos
envueltos por las hojas doradas.
El mundo no acaba en el atardecer,
y solamente los sueños
tienen su límite en las cosas.
El tiempo nos conduce
por su laberinto de horas en blanco
mientras cae el otoño
al patio de nuestra casa.
Envueltos por la niebla incesante
seguimos esperando:
La nostalgia es vivir sin recordar
de qué palabra fuimos inventados.
Mientras cae el otoño, Quiero apenas una canción, Giovanni Quessep. Universidad Externado de Colombia, 2010.
Sr. Quessep, al despertar la niebla me envolvía; pero durante la espera me encontré con la lluvia de sus palabras cayendo al patio de mi casa. Se han quedado ahí, impregnando las piedras “en las tinieblas de hoy y las que han sido”. –Noelia-.
“Eres la soledad, tu pura nada,” -dice Quessep- “tu ausencia de unos pasos en la tierra” y quizá tenga razón. Quizá pisemos sin pisar esta tierra que en ocasiones se rebela indomable y fangosa. Esa tierra, que como la orilla del mar, borra impasible nuestras huellas.
Somos pájaros enjaulados en nuestra propia existencia. Volamos libres, eso creemos, porque no vemos los barrotes de nuestro sino. La vida es una ensoñación de la que difícilmente alguna vez conozcamos su verdadero sentido, ¿algún propósito más allá de ser para luego dejar de ser?
La voluntad de Giovanni Quessep para rescatar influencias, tanto temáticas como estilísticas, es sublime. Es un poemario hábilmente preparado para encontrar paradójicos paralelismos y lanzarlos como si de poesía didáctica se tratara. Con su pluma, evoca a clásicos de la tradición literaria o a autores de generaciones cercanas. Los dibuja y los acerca a la voz poética protagonista de cada poema. Es por ello que La alondra y los alacranes, por ejemplo, nos acerca a los amantes suicidas de Verona y a las mariposas amarillas que rondaron a Mauricio Babilonia en un poema que increpa a despertar de la ensoñación. Juega a la provocación. Interpela por la vuelta a la realidad. Esa realidad que todos nos preguntamos, al menos una vez en la vida, si será un sueño.
“Acuérdate muchacha
Que estás en un lugar de Suramérica
No estamos en Verona
No sentirás el canto de la alondra
Los inventos de Shakespeare
No son para Mauricio Babilonia
Cumple tu historia suramericana
Espérame desnuda
Entre los alacranes
Y olvídate y no olvides
Que el tiempo colecciona mariposas”
[La alondra y los alacranes]
Si tuviera que escoger una emoción para utilizarla como estandarte de este poemario… sería el amor. El amor, como sentimiento básico del ser humano. Amor a un padre, a una amante, a la existencia (aunque no sepamos bien qué es) o a una tierra que te obligan a observar desde una orilla lejana. Es un amor al derecho de soñar. Amor por la obligación de imaginar. Y en esa misma orilla lejana, por otro lado, está la muerte. Una muerte certera, pero que todavía no desvela si es el fin o el inicio de la existencia. Símbolo, a su vez, del despertar forzoso; pero siempre sin olvidar el conocimiento que nos ha dejado ese estado onírico. “No todo es tuyo olvido / Algo nos queda”.
Quiero apenas una canción es la antología que Federico Díaz-Granados crea a partir de la obra de Giovanni Quessep. Un ejemplar que combina tanto cuartetos asonantados como versos libres o prosa poética. Pone de manifiesto que es posible una poesía al estilo más clásico a la vez que dulcemente renovada. Unos poemas capaces de simpatizar con el lector desde su primera lectura. En definitiva, una antología que ejemplifica lo que fue, lo que es y lo que será esta amalgama de pensamientos, palabras y emociones que es la poesía.
“Los pasos en el alba se repiten
Vuelves a la canción tú misma cantas
Penumbra de castillo en el comienzo
Cuando las hadas
A través de mi mano por tu cauce
Discurre un desolado laberinto
Perdida fábula de amor te llama
Desde el olvido”
[fragmento de Canto del extranjero]
Me ha resultado magnífico el poema «La alondra y los alacranes», gracias por difundir la poesía de Quessep de esta forma, ha sido toda una llamada de atención para leer su obra.
Muchas gracias por tu comentario «escribientesencharcados».
Quessep imagina versos de aquellos que, con apenas palabras, describen el inmenso universo que todos llevamos dentro. Como el que abre su poema «Tu pura nada»: «Todo te pertenece en esperanza». Magnífico.
Un saludo,
Noelia