Si todo lo que dicen los anuncios
se lee literalmente
se puede esperar que nada suceda
o
tal vez sí
pero que no suceda sino que se ejecute
o
mejor dicho
que surta efecto la habilidad del maestro
del entrenador
o del tirano que no sabe lo que ordena.
Aunque
si leemos la publicidad poéticamente
seremos libres
hasta de nosotros mismos.
Pero primero
como toda ley
habría que aprender a leer.