
“paseo por la casa en ruinas
busco algún abrigo para mi padre
me ofrecen uno lleno de agujeros
tan rojo como las puertas que acabo de pintar
que no son rojas –alguien me aclara-
sino burdeos o granate o Corinto
cómo voy a abrigar a mi padre
con ese abrigo lleno de agujeros y de ese color
[…]” IV, Cazadora de sueños, Zulema Moret; Ediciones Torremozas (2003).
No todo ser humano es carne de migración. Algunos padecen la carga del viaje, el hogar que siempre se siente nuevo y extraño. “Añadías: / no pudo aguantar el idioma…” La carga del origen y la responsabilidad de defenderla acomete contra el ánimo y espíritu del humano que se encuentra descolocado y abandonado. En lucha continua contra todos. Inadaptado. Sin lugar. Sin hogar. Como plantas injertadas que no acaban de soldarse.
Zulema Moret nos presenta en este poemario un conjunto de veintiséis composiciones. Su mayoría poemas en estilo libre y algunas piezas en prosa poética al final del libro. Es un poemario altamente motivado por la búsqueda de una técnica innovadora (o cuanto menos poco frecuente), la búsqueda del asombro en el lector, la diferenciación en la escritura. No obstante, la falta de signos de puntuación aumenta innecesariamente la complejidad comprensiva del texto. Tanto en los poemas de verso libre como en la prosa poética. Buscando quizá una lectura lógica de la historia, quizá una ambigua.
Los temas que tienen cabida en este conjunto van desde el erotismo a la vida como viaje. Los más reincidentes son la migración continúa, cargando con la maleta de la procedencia, y la paradoja de ser consciente que uno está viviendo su vida real, no la que imaginó “que la gorda, que una gorda / ha convertido la sala en un local / para camisitas y pantaloncitos”
Habla de humanidad y de mujer. Habla de la vida real, la que sucede día tras día y también de la que uno planificó anteriormente. Cuando se ha planificado cada instante de nuestras vidas, cada viaje futuro, cada logro, cada amor, cada pequeño detalle; puede ser realmente frustrante llegar a ver que no hay nada cumplido. Nada de lo soñado en el pasado ha llegado al futuro. Nos perdimos entre la estación de salida y la de destino. En algún punto cambiamos de tren y nos equivocamos de andén. Durante el traqueteo de la máquina uno se ha adormilado en el banco del vagón y al despertar observamos que el paisaje que se ve a través de la ventana no es el que esperábamos ver. Pero la vida, no más, ha pasado. Está pasando. Y nos empeñamos en vivir aquella otra vida idealizada que no sabemos a dónde fue a parar pero que debe estar en algún lugar. El destino de nuestra vida existe, está por ahí, solo que los boletos se los vendieron a otros.
La mayoría de los poemas que lo componen son metafóricos y junto a esa forma particular que se observa en todo el conjunto, hay un fondo cuidado. No obstante, existen algunas piezas que no alcanzan la calidad esperada y se antojan como piezas de relleno. Pequeños poemas (e incluso versos) acoplados para llegar a un mínimo de páginas que debe ocupar el libro. Como aforismos escritos por encargo. Es el caso del poema VIII, ¿cuánto mejor si terminara en “permanezco”?
“Cuando ese hombre
me abraza
permanezco.
Esto es ya bastante
para una mujer
como yo
tan proclive
a vuelos imprevistos”
En líneas generales es un poemario que tiene piezas muy interesantes pero no logra unidad como conjunto. Esto se debe a la dispareja complejidad de los poemas. No obstante, poemas como el incluido al inicio de este comentario (con esta crítica social en forma de metáfora) me convencen para seguir la evolución de Zulema Moret como poeta.
Un comentario sobre “Cazadora de sueños, de la poeta argentina Zulema Moret”