
Por: Jhonattan Arredondo Grisales
De vez en cuando la vida
se nos brinda en cueros
y nos regala un sueño tan escurridizo
que hay que andarlo de puntillas
por no romper el hechizo.
Joan Manuel Serrat.
Entre nos* es una puesta en escena que de no ser por los espectadores bien podríamos decir que se trata de un secreto. Un secreto entre dos mujeres que sin saber nada una de la otra, sin tener la mínima posibilidad de «encontrarse» dentro o fuera de las dinámicas en que circulan sus vidas e incluso sin pertenecer a la misma clase social, un día cualquiera terminan por descubrir el fondo de sus dramas internos.
Estos, como podemos ver en la medida que transitan las escenas, han permanecido ocultos en sus adentros como una verdad inconfesable, sedimentados en las memorias que han marcado su existencia. Pero estos duelos silenciosos a los que he llamado «dramas internos», lejos se encuentran de ser un referente que se pueda, simplemente, apuntar de feminista. De modo que la apuesta de la agrupación teatral Blanco y Negro no solo es, claro, entablar un diálogo con las aflicciones que enfrentan los personajes, sino, más bien, ahondar en las soledades de dos mujeres que han sobrellevado, en silencio, la nostalgia de aquello con lo que una vez soñaron pero que, por una u otra razón, no lograron alcanzar.
Por un lado se encuentra Leonor, personaje que simboliza a la ama de casa que ha dejado atrás, en el olvido, las aspiraciones que en un pasado menos azaroso, menos exigente, no eran las de entregar completamente su vida a la familia; es decir, este es un personaje que representa a la mujer que es madre, esposa, cocinera, psicóloga, contadora, entre otros oficios que aclaran la metáfora —la mujer-vaca— en que este personaje, después de una escena en la que toma el disfraz de una vaca para recitar un poema del poeta argentino Baldomero Fernández Moreno, nos deja en medio de lo cómico y la tristeza que transmiten los versos, un sentimiento al que no puedo calificar de otra manera que no sea el de la compasión.
Del otro lado encontramos a Laura, personaje que contrariamente a la ordinaria, inculta y conservadora ama de casa, representa a la mujer ejecutiva que se ufana de tener una carrera universitaria, vestir las mejores prendas y poder usar cuanta clase de cosméticos que en su uso absurdo pero alentador, le devuelvan un poco de la juventud que se ha evaporado junto con sus años mozos. A su vez, este personaje lleva una vida sexual libre, sin compromisos que, como ella misma dice, obstaculicen la libertad que durante toda su vida ha sido aquello en lo que se fundamenta su personalidad; en pocas palabras, es un personaje que representa a la impostura.
Sin embargo, tanto Leonor como Laura son mujeres que a pesar de ser tan distintas, tan lejanas en sus concepciones de mundo, se encuentran unidas por un estado en que sus almas se reconcilian, en que ambas mujeres parecieran ser cómplices de un antiguo secreto. Este secreto es la soledad que llevan dentro. El motivo que sin ellas saberlo, repentinamente, ocasiona un revelador encuentro, quizás, inolvidable.
Este encuentro será entonces el pretexto para que los únicos dos personajes que circulan visiblemente (existe un tercero que no aparece) el espacio minimalista en que se desarrolla la trama, vuelvan en fugaces destellos a ese pasado que se ha ido para siempre; así como también la oportunidad para acabar con la ausencia que las habita o, por lo menos, liberarla de la prisión en la que parece haber estado recluida durante mucho tiempo, gracias a la presencia de alguien que comprenda la complejidad de sus conflictos.
*Entre nos es una obra de teatro escrita por el dramaturgo argentino Santiago Serrano. Obra que el grupo de teatro colombiano Blanco y Negro, actualmente dirigido por Alonso Marulanda Álvarez en la ciudad de Pereira, Risaralda, ha dejado en los espectadores profundas reflexiones acerca de la soledad, lo público, lo privado y los derechos de la mujer.