El sueño de Eichmann

El sueño de Eichmann

Por: Julio Der Nasca

El sueño de Eichmann. Actuación: Duván Chavarría, Ruderico Salazar Alzate y Jaime Rendón. Dirección: Yacqueline Salazar Herrera.

Estructura blanca, con barrotes metálicos que dan a entender claramente la cárcel donde Eichmann se hospeda, sin embargo fácilmente puede pensarse en un hospital o en un manicomio, en cualquier espacio que tenga como función castigar anormales, en una institución que coarte la libertad de tal manera que aun en los sueños haya que ser precavido… el color blanco ha sido elegido para proyectar sobre él fotogramas que retratan a Hitler, a sus ejércitos luciendo la esvástica y las torturas con las  que destrozaron a sus presos. Eichmann duerme y prontamente es asediado por un Kant fastidioso y audaz que viene a enturbiar la paz de su último sueño. Toda la obra va a ser el decaimiento de la dialéctica kantiana en donde Eichmann sabrá inmiscuirse para controlar su discurso y desarmarlo desde dentro,  justificando una aberración y dando cuenta de la ambigüedad moral en el postulado kantiano del imperativo categórico. Hay que decir que esta ambigüedad solo es posible sacrificando la seguridad del personaje desde el punto de vista estructural, puesto que este, se convierte a su vez en un personaje ambiguo que le reprocha a Kant haberlo instado a actuar como lo ha hecho, proponiendo a su vez, Eichmann, una apertura a la resistencia y la rebelión. Este sacrificio de la fuerza de un personaje como Eichmann desequilibra la intensidad de la obra puesto que ahora está a favor de una nueva ética y su personaje que ha sido análogo a Sócrates, (que defiende la justicia y la legalidad), pierde su equilibrio. Sin embargo, es en este sacrificio donde se encuentra toda la motivación y toda la anagnórisis de la historia, ya que allí es donde se descubre que la historia es el mero artilugio para hacer ensayo y plantear hipótesis. Onfray utiliza un recurso que utilizaban los autores del existencialismo y es el de hacer filosofía por medio del arte, la razón: así le hace más fácil algunas temáticas a un público que no entrará a leer textos de tamaño, dureza y enmohecimiento como los del propio Kant. Después de la mil veces trabajada Segunda Guerra Mundial no era muy impredecible que una extraordinaria Hannah Arendt propusiera la famosa banalidad del mal y Onfray se sirviera del famoso juicio de Eichmann para aniquilar la Crítica de la razón práctica. Para romper el viejo mito de que Nietzsche inspiro el nazismo, utiliza a Kant, despreciado también por nuestro maestro de la sospecha, quien es reproducido por un video beam que siempre lo proyecta en la altura dándole razón a Eichmann o burlándose de argumentos insignificantes.

Diría que esta obra es un ensayo en el que corresponden todas las partes, si lo que quiere hacer es comunicar ideas que un espectador corriente no leería, Kant fue el autor mejor elegido, y es este el protagonista, pero en un ensayo se manifiestan vencedores los argumentos en defensa de su hipótesis, si Kant hubiese propuesto como posibilidad la rebelión no podrían justificarse tales aberraciones como las de la Segunda Guerra Mundial, pero si Kant justifica la rebelión, puede crearse también un caos donde se eliminen las jerarquías, necesarias para la organización de un estado. Aquí es donde se sitúa la visión anarquista de un pensador como Onfray, que vio estrenar su obra en el 2014, que vino a Medellín a dictar dos conferencias sobre estos mismos temas. Nietzsche hace presencia virtualmente, proyectado como un espectro con un humor característico y  un patetismo inusual pero que en todo caso enfatiza el hecho de su reivindicación, porque es precisamente por los superhombres que no sería posible el totalitarismo, tal forma de obediencia que permita los intentos de aniquilar una raza; puede que Hitler fuese inspirado por una interpretación del superhombre, pero es la obediencia de los manipulados y de los débiles la que permitió la guerra.  La organización y la obediencia junto a un pensamiento trascendental son causas de la aberración y la monstruosidad allí donde la legalidad y la moralidad se vuelven paradójicas. La obra incita a una insumisión, a la resistencia y a la actividad consciente, como en la antigüedad los cínicos que rompían tabúes innecesarios y se movían gracias a un saber natural, que los impulsaba, así deberemos estar preparados para tomar voz y partido cuando ocurra una injusticia. Como tema filosófico esta obra llegará a cualquier espectador aunque algunos hayan de aburrirse, abandonar la sala o romper la butaca, luego se darán cuenta de que ese es el interés de la obra, atravesarse a los caprichos del sistema, del orden, sobreponer la moralidad a la ilegalidad estando más allá del bien y del mal para vivir en la inmanencia, creo que en esta época ha de llegarnos más la obra, por el caos  y la desorientación que traen consigo la globalización e Internet. La desorientación produce gente que orienta, pero la globalización, nuevos guías hacia la emancipación personal, ya que como se evidencia en la obra de Jacques Rancière,  El maestro ignorante, debemos ser conscientes de que la educación (y así mismo la política) se basa en la ficción de que el mundo se divide entre sabios e ignorantes y estos últimos deben hacer lo que los primeros dicten.

Julio Der Nasca

04/06/15

Literariedad

Asumimos la literatura y el arte como caminos, lugares de encuentro y desencuentro. #ApuntesDeCaminante. ISSN: 2462-893X.

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