La pelea del siglo

Imagen: Alejandro Talaverón
Imagen: Alejandro Talaverón

Ir a combatir con la vida, sin importar el resultado de la pelea, me hace sentir más vivo, con más camino por recorrer, más inconforme y con todo por hacer.

El primer día que tuve que pelear con la vida por el Campeonato mundial me temblaban las piernas antes de salir a que la gente me aplaudiera. A pesar de los masajes en la espalada la tensión me jorobó. El camino del camerino hacia el ring me pareció tan largo como lo que llevaba de vivo, unos pocos minutos eternos. Del cuadrilátero ni hablar, era una cárcel con una cruz adentro a mi medida. Mi contrincante, sin prestarme atención, sentado en la silla de madera podrida fumaba un puro sin verme y, al parecer, se reía con su entrenador, un tipo de barba que se me pareció a Sócrates, seguramente del esqueleto al que se enfrentarían. El árbitro era ciego y entregaba su bastón mientras yo subía escalón por escalón a mi esquina de color rojo sangre. Di una última mirada al camino que recorrí y ya había sido poblado por espectadores hambrientos que exhibían billetes de dólar. En primera fila, un joven de mi edad, con mi mismo rostro y hasta mi mismo nombre, le apostaba todos sus ahorros a la vida. Cruzamos por accidente las miradas y sonreímos: ambos sabíamos que ganaríamos.

No les contaré de la pelea porque fue una verdadera masacre: hubo varios dientes que volaron y huesos que se rompieron. Y no se me permiten develar los secretos tan bien guardados. Ir a combatir con la vida, sin importar el resultado de la pelea, me deja en la lona, sonriendo de tristeza de perder sin reglas ni tiempo. Combatir con la vida es otra cosa. Dejarse llevar en hombros habiendo entregado la vida, por ejemplo.

Sergio Marentes

Animal que lee lo que escribe. Cabecilla del colectivo poético Grupo Rostros Latinoamérica. Fue fundador de «Regálate un poema» y editor de la revista Literariedad. Colaborador de diferentes medios Hispanoamericanos con aforismos, poemas, articuentos, cronicuentos y relatos de diferentes tipos. Ha publicado el libro de relatos «Los espejos están adentro» y ocho libros de poemas que no ha leído nadie.

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