El amor no es efímero, poemas de Amílcar Osorio

Imagen: Altazor Ataraxia. 

 

Amílcar Osorio

(Santa Rosa de Cabal, 1940 — Jericó, 1985)

Poemas

 

 

Pasaje

Una muchacha se inclina
sus senos inquietos
sus nalgas desiertas

el tren pasa exhibiendo
sus vagones de carga
la silueta de los hombres
en los techos veloces

recoge la muchacha
algo que ha dejado
caer involuntariamente
una semilla redonda
un anillo un frasco de perfume
las curvas de su cabellera

las barcas en la arena
mecidas por los muchachos
que saltan en los mástiles
el tren es un flautista
corriendo apresurado
a la caída de la tarde

las nubes se ven por la ventana
descansa sus nalgas la muchacha
—los médanos, las barcas—
en donde saltan los muchachos

yergue sus senos agitados
y respira el olor del tren
que viene con el viento vespertino.

 

Solfatara

Pulsa el corazón al templo
de los lampos rosados
que la insomne luz de neón
esparce por los muros del cuarto.

El amor de ese incendio
que incesante se agita
en el lugar callado, lejos.

Nuestros labios necrorosados
por los besos insistentes
que se alejan y se acercan
—no rosas sino grietas
de planetas en pavesas,
siderales fallas y perennes.

 

Del lado de los sueños

Esta noche, la noche ha pasado su buen rato
recorriendo las avenidas desoladas,
visitando el purulento río
que parte la ciudad como su tajo de podre:
incógnita e indiscreta ha subido
las turbias escaleras que conducen
a hoteles y residencias donde los pederastas
hacen el amor con los muchachos;
impúdica y con aire despreocupado
se ha ido por callejones de cuchillos,
por crudas luces que caen a las calles
como empujadas desde las cantinas
y los lupanares de gritos recedidos.

Esta noche, en tanto, yo me he ido yendo solo
por las encrucijadas del lado de los sueños,
alejado de los sobresaltos, por un mundo
muelle y quieto, cercano e impalpable,
por unos estanques de luz sin precedentes,
por unos giros desconocidos y vagos,
para caer, de súbito, al amanecer,
entre sus brazos de aurora boreal.

 

Forminx

Entre su cuerpo y el mío
es una luna su muerte.

 

El tiempo del amor

Termina la fiesta
si apenas empieza.
Y se van ya
los amados que no llegan.
¡Faltan tanto!
Apenas mana el vino
vacías ya las copas,
vacías las botellas.
Los labios se entreabren
y ya se ha ido el beso.
El amor no es efímero,
es efímero el tiempo.

 

Lee aquí el homenaje completo: Treinta años sin Amílcar Osorio.

Albeiro Montoya Guiral

Autor de los libros «Una vida en una noche», «Celebraciones» y «El aprendiz de tahúr». En Twitter: @amguiral.

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