
El viento llega de algún lugar al que, a la vez, se está yendo y en el que, sin explicación aparente, permanece inmóvil contemplando sus brazos infinitos que todo lo tocan. Es omnipresente y omnipotente. El viento es un dios sin iglesia. Es capaz de mezclarse con los demás elementos y seguir su camino ingrato. El viento no tiene memoria.
Me lo dijo alguien cuando apenas tenía una década de vida: el secreto de preguntar es que no sepan que lo hiciste. No comprendí aquellas palabras de viejo pero me fui a casa repitiéndomelas. No sirvió de nada porque pronto me distrajo el primer perro que se me cruzó por el camino. Pasaron muchos años sin que lo volviera a recordar, los perros siempre me distrajeron por miedo o por amor. Pasó toda una vida de preguntas y respuestas que a nadie le importaban, toda una vida de palabras mal usadas, palabras desgastadas por el uso, palabras que nadie sabía lo que significaban. Llegué a viejo sin darme cuenta de que había hecho tantas preguntas como para llenar una catedral y que nadie, ni en sus peores pesadillas, iría a clasificarlas por temas o por orden alfabético, ni el más filántropo les pasaría un trapo para limpiarles el polvo ni mi madre las organizaría por mí mientras trabajo. Tuve que vivir toda una vida para descubrir que las preguntas mal formuladas, o hechas al viento, se las lleva el viento para guardarlas en construcciones fantasmagóricas.
Se lo dije a alguien cuando apenas tenía una década de vida: el secreto de preguntar es que parezca que respondes. No comprendió mis palabras y se fue jugando con un balón de piedra. Yo cerré la puerta gigante de la catedral donde vivo y me dispuse a limpiar todo ese desorden de preguntas respondiéndolas.
Reblogueó esto en licconsuegray comentado:
Mejor descrito nuestra curiosidad de humanos, imposible… Recomiendo