
¿A qué se dedica la juventud colombiana? Quizá arremeta contra el mundo en una ambición de progreso que en sí misma sea un gran fracaso: la consecución de una familia, o su sostenimiento, en aras de nada (de una vejez en el abandono, de nada). O quizá esté echada en el pasto buscando imágenes en las nubes y yendo tras ellas al capricho del viento. O se esté matando con sus semejantes, todavía, como por siglos, por no estar de acuerdo, por desconocer el librepensamiento y sus bondades, ese hálito de respeto por las ideas de la otredad tan desconocido entre los nuestros.
En Literariedad somos jóvenes y no queremos ir tras las nubes; ni nos interesa la vejez y sus etéreas promesas, salvo para escuchar las experiencias de los viejos, que en nuestro país están condenados al silencio. Creemos en el pensamiento colectivo y en las cosas que pueden hacerse con él. Cuánta verdad hay en estas palabras de una arenga de Fernando González: “Colombia, esta esmeralda del mundo, está ocupada por una juventud llorona y por otra juventud contratista”. Y más cuando dice que “no hay juventud en Colombia”. No queremos hacer parte de esa juventud que se lamenta ni mucho menos de esa que trabaja al contrato, que trabaja la cultura al contrato como algunos trabajan asimismo la muerte.
Nos dimos cuenta, como los personajes de Cortázar, que “Se puede vivir sin pensar”, pero nos rehusamos a ello. Nos agarramos con todo lo que somos a la palabra. Nuestra posición es la escritura.