Huellas solitarias para acompañar

Imagen: Santiago MC
Imagen: Santiago MC

Ir por un sendero desconocido puede que nos asuste mucho, pero no lo suficiente. El hecho de que ya haya pasado por allí un ser humano, sin distinción de ninguna clase, hace pensar que luego pasó otro y luego otro y así hasta el último que, seguramente, no será uno mismo porque lo malo siempre le sucede a otros, sobre todo a los que viven y se arriesgan. Así que asusta un poco lo desconocido, sí, pero tranquiliza lo conocido por otro, o lo por conocer si cabe el término.

Mi primer camino solitario lo viví a los diez años cuando me perdí de la mano de mi abuela. Era mucho más rápido que ella y, sin paciencia, la solté, salí corriendo para adelantarme y luego regresar a su sonrisa. El problema fue que cuando regresé mi abuela ya no estaba allí, estaba solo. Con diez años no temía lo suficiente, ni siquiera lo necesario, así que seguí mi camino hacia el sitio de donde habíamos partido. Pensé que seguramente allí, o de camino, alguien me reconocería y me mantendría a salvo de la soledad porque todavía no sabía que, precisamente, es en la soledad donde estamos a salvo. De camino hacia la salvación encontré una huella de alguien de proporciones diferentes a las personas que conocía. Me tendí sobre el camino para probar si mi cuerpo pequeño cabría en ella. Al comprobar que sí, marqué una huella de mi pie en el centro de la grande y seguí mi camino.

Mi abuela me confesaría luego que le volvió el alma al cuerpo al comprobar que el animal que me perseguía era más pequeño que yo. También me enseñaría que ir por un sendero desconocido debe de asustarnos mucho, pero nunca lo suficiente como para detenernos a esperar el miedo.

Sergio Marentes

Animal que lee lo que escribe. Cabecilla del colectivo poético Grupo Rostros Latinoamérica. Fue fundador de «Regálate un poema» y editor de la revista Literariedad. Colaborador de diferentes medios Hispanoamericanos con aforismos, poemas, articuentos, cronicuentos y relatos de diferentes tipos. Ha publicado el libro de relatos «Los espejos están adentro» y ocho libros de poemas que no ha leído nadie.

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