Mucho ruido en el aire después que Pascual Gaviria revelara en una columna que fue objeto de amenazas. Es la primera vez que sucede en relación a su oficio como periodista de diferentes medios. Él mismo declaró hoy domingo que por seguridad personal no se debía “subestimar a los violentos”, pero sentó una opinión que contrasta con el delirio victimista de muchos, que acaba siendo casi siempre una derrota ante las intimidaciones. “Por seguridad social” comentó “no se debe sobrestimar su poder. Son mucho menos de lo que creen”.  Pascual Gaviria es un tipo frentero, acostumbrado a decir lo que piensa sin rodeos, sin dobleces, siempre eludiendo la corrección política con muy buenos argumentos; en otras palabras, es lo que se espera que sea un verdadero líder de opinión: independiente, crítico y fundamentado.

Pero también es gestor de uno de los proyectos editoriales independientes más interesantes del panorama nacional, el periódico Universo Centro, que abre sus páginas cada mes para que visiones marginales de Medellín, relatos del resto del país, voces jóvenes y autores reconocidos logren un punto de encuentro en una publicación de gran calidad narrativa y visual.

¿Quién quiere callar a Gaviria? Quizá la pregunta sea irrelevante, pues en la línea de lo que el propio Pascual planteó, seguirle dando protagonismo a señores del miedo es en cierto modo concederles la victoria. Que este episodio sirva para aplaudir el ímpetu de un gran columnista, para compartir y disfrutar el periódico que edita desde un bar en Medellín, para leer sus maravillosas crónicas que escarban el pasado contándolo como si sucediera ahora mismo. En Literariedad  saludamos con toda nuestra solidaridad su grandiosa irreverencia.