Naturaleza sublime

Dunas con árboles y carreta, por Pieter de Molijn.

 

Por: Antoine Skuld 

Los maestros holandeses del siglo XVII impregnaron sus pinceles en la naturaleza y dieron esplendor a los paisajes más modestos.

Realmente con su limitado repertorio de dunas y cielo, bosques y canales, la campiña holandesa no parecería ofrecer materia suficiente para la exaltación artística. Sin desmerecer frente a las obras de Rembrandt, los estupendos paisajes de otros artistas claramente muestran cuán profundamente fueron motivados por los que vieron.

FOTO 2
Jan Josephsz van Goyen, nacido en Leiden, Holanda, 1596–1656.

Nada, si no la inspiración artística genuina podría explicar la originalidad y seguridad con que fueron plasmados los paisajes sombreados por nubes de Jacob van Ruisdael, o la persuasiva y dorada luz solar de Aelbert Cuyp. En sus más altos momentos, los paisajes plasmados por estos maestros holandeses del siglo XVII tienen el sello distintivo de los descubrimientos artísticos, junto con la revelación de que las escenas naturales, no importa cuán sencillas, poseen una grandeza inherente –en contraste con la pintura clasicista de este período, que sostenía una visión muy formalista y artificial de la naturaleza-. Con esto, no debe extrañarnos que los grandes pintores de exteriores del siglo XIX –los Barbizon, los artistas de la “Hudson River School”, los impresionistas- una y otra vez buscaran inspiración en los maestros holandeses, y singularizaran sus indiscutibles logros, para justificar una aproximación a la naturaleza igualmente sin pretensiones.

Aunque los paisajistas holandeses del siglo XVII evitaron una representación desnuda de la realidad, fueron mucho más naturalistas que cualquier otra escuela anterior. Sólo unos cuantos continuaron fieles a la tradición del paisaje a la italiana, con sus estilizadas perspectivas y la representación más bien convencional de plantas y árboles, o con las escenas vistas a ojo de pájaro al estilo manierista, tan del gusto de los antiguos pintores flamencos, y las sobras de estos pocos pintores recalcitrantes sólo muestran por contraste qué tan apegada a la tierra que encuentre en realidad lo que consideramos ahora como la típica pintura de paisaje holandesa.

Uno de los precursores de este arte más cotidiano fue Hércules Seghers, cuyos paisajes influyeron enormemente a Rembrandt con su abundante aplicación de pintura, marcado sentido de misterio y metamorfosis, y teatrales yuxtaposiciones luz solar y sombras. Otros son Jan Van Goyen, Salomón van Ruysdael y Pieter de Molij; en sus pinturas se observa un sorprendente rompimiento con el pasado. Atrás queda, la técnica tradicional por darle profundidad al lienzo: las cepas de cálido siena el primer plano, matices de verde para la distancia media, y fríos tonos de azul para el fondo.

FOTO 3
Paulus Potter (1625–1654): Vacas reflejadas en el agua.

Otra tendencia fue olvidarse de la tradición antropocéntrica de la pintura de paisajes en los Países Bajos; la costumbre de presentar figuras humanas como protagonistas en las escenas al aire libre. A partir de estos pintores, el paisaje mismo comienza a dominar la presencia del hombre. Otro cambio revolucionario: los paisajes comenzaron a ser pintados desde la altura de los ojos, y no desde una perspectiva elevada; desapareció la intención de abarcarlo todo en una “perspectiva”. Por primera vez, cada cuadro presentaba una localidad específica con especies reconocibles de árboles, surcos recién abiertos por las carretas, y gente común y corriente. Como buena parte del territorio de los Países bajos se encuentra por debajo del nivel del mar, en esta pintura el cielo pasa a ocupar el primer plano, y la humedad cubre todo con un velo. Típicamente, esto se lograba mediante el predominio de tonos grises y gris-verdoso en el cuadro y el uso de velaturas color marrón para las sombras. Las pinceladas presurosas y arremolinadas de Van Goyen, hacen casi palpable el efecto del aire húmedo. El historiador de arte Max Friedhandle dijo en cierta ocasión: El tiempo en los pasajes de van Goyen nos lleva casi a creer que está a punto de llover; las pinturas de Ruysdael nos hacen sentir que ya llovió y que un viento fresco se ha llevado la lluvia.

Antoine Skuld

Literariedad

Asumimos la literatura y el arte como caminos, lugares de encuentro y desencuentro. #ApuntesDeCaminante. ISSN: 2462-893X.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s