
Julio César Morales Prado *
Poemas
Por la ventana
I
La primavera trae consigo actos de caída
Se puede calcular la fricción del objeto lanzado
bajo un coeficiente de fe y una especie de alquimia como principio divino.
Las flores se repiten en un tiempo vertical,
como un caos visto por el hombre
o una especie de cobardía imperdonable.
¡El impacto!
deja atrás un rastro en espiral
Los mortales trazan su historia en línea recta
e ignoran el siguiente módulo de la materia.
La flor
No deja de ser flor en la caída,
asciende por la voz del viento
en busca de otros pájaros a contraluz.
Ha entendido la espiral
como una ruptura del círculo
II
Tanto el tiempo
como la nominación de las calles
y la numeración de los departamentos
Aquí;
Son muy precisos.
En el sueño–
Vivo en la esquina de La Calle Corrientes
con una altura de tres números impares
y el origen como círculo numérico.
Esto/
es sólo el producto de una conversación
donde a ella le dije
que contrario a la cátedra,
mi voz si era Retórica
y no gramatical.
Su respuesta recalcó
el no gusto de la luz
incluso después de haber entrado por mi ventana,
haber ocupado su lugar (el que ilumina) y el de mi tierra
Desnuda
pero extrañamente con Jazmines en sus bolsillos
Como si fuese la realidad
III
Puedo ver a través del pájaro
la consistencia de su material lo permite
Tras Él
la veladura descubre el trazo de las nubes, el tejido, la cuadrícula del mundo donde está pintado, las marcas de pintura en el retablo, la referencia de otra realidad tras la ventana
El pájaro
(signo del viento) vuela junto a las hojas
y suelta en mis ojos uno que otro fruto
Algunas veces noto en el lienzo
fragmentos del pincel, se le han quedado en las alas
Yo,
minuciosamente miro
para ver si encuentro la mano,
el brazo, el hombro, el rostro, el cuerpo.
Para abrazar la consistencia del material del ser
que siendo humano
puede crear pájaros
Palimpsesto en mí
El suelo erosiona dentro de las gargantas
Los restos del árbol son de diferente aspecto
Aquí la tierra no es volcánica
se siente el frío
El aire que sale de las bocas
difiere al sonido de donde vengo
He escrito sobre mi voz
y en las palabras se ha solapado otro acento
Ni siquiera el que pensaba era mío
es mío
Otro suelo se derrumba en mi garganta
Otra arquitectura me empaña los ojos
Otra música siempre ha sido la misma
Otros cuerpos sabrán la utopía en mis manos
Oigo a los otros
y no recuerdo escucharme
Aunque de eso se trata la soledad
esta es de otro tipo
Mi voz
está en el poema.
[ ]
Para cazar la mariposa,
basta escribir la palabra
en una página de uso aritmético
La cuadrícula;
cercará el aleteo,
instalará casillas grises,
forjará celdas de orden,
separará al caos de la caligrafía
Así
desaparecerá
la metáfora de su vuelo
Federico Lacroze. Línea B
La estación del Subte que más frecuento conserva algunos trazos de línea recta. La obra de un hombre se acerca a mí cuando camino por ella. Solía verlo dibujando el movimiento de los trenes, trazaba en dos sentidos la permanencia de los puntos en el tiempo. Lograba lo que para el ojo común podían ser dos simples líneas paralelas, y así llenaba cuadernos enteros durante una hora, una que fuese de poco tránsito de personas, esto, con el fin de evitar que los puntos de movimiento no constante, quedarán enmarcados en su obra.
Trazaba y trazaba sin ninguna singularidad de anomalía, líneas rectas, situaba un punto en la izquierda, y con el lápiz sostenido lo extendía hacia la derecha. Al finalizar el recorrido de la línea, (si es que una línea puede tener fin) continuaba en un orden inverso. Extendía otro punto desde la izquierda hacia derecha, y así captaba con la mayor precisión posible, el movimiento de los trenes en esa estación subterránea.
Un día, el hombre decidió desplegar una línea vertical desde la parte de abajo, (si es que existe una jerarquía en el papel) cruzando a las líneas paralelas. Su destreza le permitió revelar la perpendicularidad en su obra. Otro hombre, uno que trabaja en un Kiosco, afirmó que eso fue lo último que le vio hacer ese día, justo antes de levantarse, encomendarle por un momento las hojas, poner en su boca el lápiz, y finalmente (si es que existe un final) trazar con su cuerpo una línea perpendicular a la línea del tren en movimiento.
Aproximaciones a la luz
Emprender la escritura de un poema que contenga la luz es de las tareas más complicadas. Para lograrlo, se necesita de un sustrato sumamente blanco, aunque en ocasiones debe el papel también, contener todos los colores. El pigmento, debe sugerir una transparencia incalculable, que al contacto u impresión, simplemente despliegue total infinidad en la palabra. Se debe escribir cerca de una ventana, es aconsejable que exista la sombra de un gran árbol (puede ser un Jacaranda o un Ocobo) para poder filtrar cada uno de los versos. El orden de escritura, rompe totalmente con todos los años de historia en los grafismos, en las rigurosas exigencias tipográficas, no existe un orden conocido. Ni de izquierda a derecha, ni de arriba a abajo, no existe un cálculo de palabras por verso, y definir verso es una aproximación precipitada por el solo hecho de que la luz, no se puede contener, abarca todo lo que concierne a todo y a la nada. Ahora bien, escribir un poema que contenga la luz, necesita un lector que pueda conmoverse del simple hecho de la nada, muchos sólo ven un papel en blanco.
(*) Julio César Morales Prado (Ibagué, Tolima, 1987) Diseñador gráfico, candidato a Magister en Diseño Comunicacional, Universidad de Buenos Aires (UBA). Se ha desempeñado como Diseñador en la Universidad de Ibagué, y docente en el Centro San José. Gráfico fundador en Twenty Fights donde ha colaborado en diversos proyectos de orden comunicacional y corporativo. En Buenos Aires asistió al taller Clínica de Poesía en el marco de la FILBA (2015). En Ibagué, participó en el taller ofrecido por el Ministerio de Cultura de Colombia a través de la Red Nacional de Talleres de Creación Literaria – RELATA (2014) y del Taller de Escritura poética con énfasis en Jorge Luis Borges (2013). Actualmente reside en Buenos Aires (ARG).