Por: Antoine Skuld
Aprendí a mirar a mi manera. V.S Naipaul.
En su tercer libro consagrado a la tierra de sus ancestros, V.S. Naipaul, hindú de la diáspora, aclara con una luz tímida y a la vez aplastante una India que se moderniza.
Novelista, incuestionablemente a razón de esta misma cualidad, V.S. Naipaul es también un escritor soberano en ese arte inmemorial y siempre mayor como es la literatura de viaje, de recorrido, de itinerarios. Por viaje, es necesario entenderlo aquí, evidentemente, como lo contrario al turismo.
Hay que comprender la práctica literaria de Herodoto, de Marco Polo, de Sahagún o de Montaigne, del presidente de Brosses, de Téophile Gautier o de Hippolyte Taine. Este arte exige el olvido del sujeto, del ser, obliga a la inmersión total en lo extraño y lo real, única manera de silenciar cualquier insinuación de los clichés.
Si V.S. Naipaul habla de él, es en la manera como sus reacciones le sirven para detectar lo que oculta tras de sí, la originalidad del otro que lo constituye y que lo identifica. Ha viajado su máquina de escribir percibiendo América Latina y el África Negra, el sur de los Estados Unidos y la tierra del Islam. Algunos han creído haberlo visto trasegar por calles y avenidas entre Perpignan y Montpellier.
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Pero su tema fiel e inseparable es la India. Su libro, ‘La India, un millón de rebeliones’, es el tercero que consagra a la patria de sus ancestros, la cual, justamente, no es una patria, dice él, para los que viven allí. A lo largo de las casi 600 páginas, nos va a explicar por qué. Y cómo también, indefectiblemente, está en vías de convertirse en otra.
Nacido en 1932 al interior de una familia hindú – que descendía de inmigrantes del Norte de la India, su abuelo trabajó en una plantación de azúcar. Su padre también desempeñó el periodismo y fue escritor. Al cumplir 18 años viajó al Reino Unido y estudió en la Universidad de Oxford. Obtuvo el título de Maestro en Artes, en 1953- en Chaguanas, cerca de Puerto España, en Trinidad, la antigua colonia británica de las Antillas, en donde el 40% de la población está compuesta por descendientes de inmigrantes hindúes, Vidiadhar Surajprasad Naipaul puso los pies en la India por primera vez a la edad de 30 años. El libro que en 1964 relata esta experiencia, ‘An área of darkness’, refleja simultáneamente su fascinación y su malestar frente a sus raíces, lo que en efecto, a la tercera generación, lo convierten en un intelectual inglés.
Pero su requisitoria a flor de piel no tiene nada de intelectual. Él se confunde con el relato denso de los objetos vistos, probados y sentidos. En una soledad hecha de laberintos y de inercias, en donde la obtención del más pequeño resultado soporta los esfuerzos perseverantes y las agotadoras dilaciones, en donde él hace posible el rehusar todo lo ilógico, el viajero que se agarra a una racionalidad convirtiéndola en un conejillo de indias que se somete a una neurosis experimental. La víctima ambulante se hunde entonces en el descorazonamiento sardónico y en la resignación agresiva. Por lo tanto, se impregna, desafortunadamente, de las reglas de un funcionamiento que, al inicio, la sobrepasa, la trasciende. Concentrando en nosotros su estilo de visionario de los concreto, V.S. Naipaul nos inyecta su espíritu desorientado en su permanente y constante concepción: el hombre es un desconocido para el hombre.
Sobre todo en el primer libro y en el siguiente ‘A wounded civilization’ (1977), cree descubrir que la nación hindú no existe para los hombres que allí nacieron, para los hindúes.
Los inmigrantes hindúes radicados después de tres generaciones en Trinidad, veían este continente como una pieza más de un rompecabezas desordenado. En el torrente de la India, escribe nuestro hindú de la diáspora, con sus cientos de millones de hombres, donde la amenaza era la del caos y del vacío, esta idea continental no tenía nada de reconfortante, las personas sentían la necesidad de agarrarse a ideas más modestas en cuanto a su identidad; ellos encontraban una estabilidad en los grupos más reducidos de la región, del clan, de la casta, de la familia.
Ahora, en este nuevo inventario que nos ofrece, testimonia que esta infinita fragmentación, está en proceso de ser superada. Para emplear una expresión pomposa, se puede decir que ahora la India se despertó a la historia. Y este despertarse a la historia es dejar de vivir instintivamente, localmente, supersticiosamente. Es, como dice V.S. Naipaul, comenzar a verse y a ver su propio grupo, con los ojos del mundo exterior. Pero es también pasar de la resignación a la rabia, en donde la región, la religión, la casta y la lengua se convierten en algo más que una moda pasiva, reivindicándose como una moda activa.
Cada grupo se cree único y a la vez, universal en su despertar. En el mismo momento en que la humanidad hindú se entienda como un todo, descubrirá que ese todo está a un punto de quebrarse. Esta novedad, V.S. Naipaul la pone en una iluminación según su método habitual: la del relato del caso particular. Ve a las personas una por una, desde el miserable hasta el magnate de negocios. Se insinúa en todas partes, toca todas las puertas, se incrusta y acaba camuflándose para pasar inadvertido, como un gato silencioso que ronronea escondido en alguna esquina, en cualquier rincón. Escucha, hace hablar a una misma persona durante dos horas, durante dos meses. Si ‘India, un millón de rebeliones’ es un collar de autobiográficas voces monologadas en voz ante él, para él que es un maestro de hacerlas suscitar.
SUS LIBROS
Una zona de oscuridad 2015
Momentos literarios 2012
La máscara de África 2011
El escritor y los suyos 2007
Semillas mágicas 2004
Media vida 2001
Una versión personal 2000
Nueva York con Norman Mailer 2000
Cartas entre un padre y un hijo 1999
Al límite de la fe 1998
Un camino en el mundo 1994
India 1990
El enigma de la llegada 1987
Entre los creyentes 1981
El regreso de Eva Perón y otras crónicas 1980
Un recodo en el río 1979
Guerrilleros 1975
En un estado libre 1971
La pérdida de El Dorado 1969
Los simuladores 1967
Una casa para el señor Biswas 1961
Miguel Street 1959
El sanador místico 1957