Foto de Joy Banerjee
Por: Kelly Echeverry*
Todos tenemos algo muerto. Yo por ejemplo, tengo un poeta muerto dentro de mí. A veces me susurra palabras al oído que no logro entender. Otras veces, cuando estoy en reposo, cedo a sus caprichos y escribo odas a un cielo siempre colmado de espejismos.
Yo en realidad no entiendo cómo no se pudre, si junto a su cadáver está todo lo que de mí ha muerto.
En otras ocasiones, me hallo en un estado de semimuerte, y no importa cuántas palabras me susurre, cuántos versos cual Pombo o Girondo, simplemente me niego a escribir.
Debe ser triste no poder desaparecer, estar sujeto a que otro escriba lo que uno vive en el seno negro de la muerte. Debe ser triste ser un poeta muerto dentro de mí.
Quizá si ese pobre estuviese muerto dentro de otro, hace tiempo habría terminado de susurrar sus versos más dignos. Pero no, su infortunio no pudo ser mayor.
Pobre poeta muerto dentro de mí. Qué le pasará cuando yo, envenenada del amor, muera dentro de otro.
*Kelly Echeverry nació en 1993. Escribe en letra chiquita y difícil, como ella. Pero entre sus páginas maltratadas por el café y la desidia, hay tesoros. Estudia psicología.
Algunas ideas están buenas. Lo del poeta muerto no me entusiasma demasiado, es casi un lugar común. El estilo, que está bastante cargado y no es natural, me impide disfrutar de las cosas buenas del texto. Esto fue lo que más me gustó de todo: «Kelly Echeverry nació en 1993. Escribe en letra chiquita y difícil, como ella».
A veces, las notas al pie ponen en valor todo lo que las precedió.
Preciosas palabras
Que bello
Muy bueno