Los otros hábitos del cine de hoy

 

 

Por: Juan Guillermo Ramírez

 

La palabra que puede definir acertadamente la producción, distribución y consumo del cine contemporáneo: diversidad. Por supuesto, se trata de una diversidad que se desarrolla en contextos diferenciados y en la mayoría, desiguales. Mientras que los grandes exhibidores en todo el mundo privilegian la proyección de cintas con cierta garantía en la taquilla, los productores independientes prácticamente tienen que reinventar los espacios de proyección: bares al aire libre, casas, iglesias, museos, salas de teatro, galerías, tabernas y cuando tienen el apoyo, auditorios en universidades y cinematecas.

Las tradicionales tecnologías ópticas y químicas conviven en la producción de películas con las más novedosas aplicaciones digitales. Actualmente se pueden rodar cintas como se hacía en los albores del siglo pasado. En contraste, el celuloide puede ser empleado sólo en el acabado final de películas cuya producción y montaje fue enteramente en sistema digital. La computadora se está convirtiendo en la extensión natural del diseño del set y está evidenciando el papel activo de la cámara en secuencias donde es difícil distinguir las sombras, las luces, los colores y las figuras de la realidad natural y social de las provenientes de la virtualidad. Alrededor del planeta, en producciones millonarias y en las de presupuesto limitado, los guionistas y los directores están convencidos de las bondades de lo digital, pues ha permitido potenciar aquello que el cine ha hecho muy bien desde finales del siglo XIX: mostrar el mundo de otra forma diferente a la habitual. La creación de imágenes y sonidos, creación en términos de invención y novedad, con el empleo de la computadora ha alcanzado a la literatura en ese espacio antes tan propio de ella conocido como imaginación.

El cine ha sido capaz de superar las limitaciones espacio-temporales del entorno natural al convertirlas en posibilidades perceptibles de una imaginación concretizada en ambientes físicos, en atmósferas psicológicas, en rostros simbólicos, en aquellos signos audiovisuales que definen gran parte de las identidades del ser humano contemporáneo. Esta imaginación emanada de la pantalla ha requerido otros modos de nombrarla, pues ¿cómo denominar aquellos signos cinematográficos que no tienen referente con la realidad natural y social? ¿Cómo nombrar a los sonidos que produce la anti gravedad? ¿Cómo llamar a los paisajes nocturnos de otros tiempos y otras culturas? ¿Cómo referirse a los seres ya no fuera de este planeta, sino fuera de esta galaxia? El cine no sólo ha desafiado a la literatura, sino también a la física, a la biología y a otras disciplinas.

Junto al cine que altera las conciencias de los espectadores, existe otro que las complace. El Hollywood tradicional continúa siendo el cine dominante en Occidente no sólo por el hecho de que sus películas se proyecten en número muy por encima de cualquier cinematografía nacional, sino también porque ha impuesto un modelo que define las características del guión, el rodaje y el consumo. Las fórmulas de la comedia ligera, del suspenso previsible, del terror hilarante, de la denuncia social o del melodrama lacrimógeno, continúan siendo el eje principal de muchas tramas cinematográficas, siempre acompañadas con sus respectivos personajes estereotipados y sus situaciones comunes. No condenamos al cine de género, pues cumple una clara función social de divertimento, la cual forma parte de un complejo sistema económico en el nivel mundial destinado al tiempo de ocio, sin embargo, sí cuestionamos cómo ha moldeado tantos años los gustos populares a favor de la reiteración y la exhibición interminable de estereotipos visuales, sonoros y narrativos.

El cine hollywoodense, excesivamente obvio en su trama y desenlace narrativo, es a la vez bastante paradójico en sus tratamientos sociales y políticos. En algunas películas, por ejemplo del polémico Steven Spielberg, no podemos dejar de reconocer ciertas críticas a las relaciones familiares (Inteligencia Artificial, 1982), a las decisiones políticas (Munich, 2005), e incluso, el cuestionamiento a los impulsos de autodestrucción del hombre (La guerra de los mundos, 2005).

Posturas antagónicas no sirven para explicar estas múltiples realidades que el cine recoge y expone en la pantalla, pues siempre se encontrarán limitaciones en las aperturas. El activista de izquierda leerá los temas polémicos abordados por Hollywood desde la perspectiva de la corrección política, mientras que el conservador valorará la expresión cinematográfica narrativa como la única forma efectiva de empleo del lenguaje del cine. No se trata de defender las autocomplacencias ni la militancia ideológica, sino de reconocer la utilidad social de algunas películas estadounidenses que han puesto, en la agenda de los espectadores, temáticas relevantes a favor de la tolerancia cultural.

Independencia y novedad

¿Qué o quién se opone a Hollywood? La producción y el consumo de los llamados independientes y algunas tendencias dadas al interior de las cinematografías nacionales. La oposición es más de carácter ideológico que estilístico o cinematográfico, pues después de los movimientos político-artísticos de los años sesenta, se debe reconocer cierto agotamiento expresivo del cine subterráneo o independiente tanto en sus historias como en sus lenguajes.

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El afiche presenta una cruz cristiana transformada en cruz gamada roja sobre fondo negro, que encierra a los dos protagonistas de la película: un oficial nazi y un sacerdote, que intentan con sus denuncias alertar al Vaticano y a la comunidad internacional para detener el genocidio. La jerarquía católica reaccionó indignada ante esa identificación de su símbolo máximo con el nazismo.

El adjetivo nuevo en nuestros días no describe más el respeto por los principios de una particular concepción del séptimo arte, sino más bien representa una moda ideológica porque se suele apostar a un cine liberador de las conciencias, alejado de todo amaneramiento artístico. Para cineastas con cierto activismo político, el verdadero arte del cine es aquel que pone en entredicho la representación del mundo social. Directores como Spike Lee en 25 horas (Estados Unidos, 2002) o Costa Gavras en Amén (Francia-Estados Unidos, 2002) hacen un cine comprometido con el realismo social de ahí que sus fuentes de inspiración sean las injusticias políticas, los hechos históricos denigrantes de la condición del ser humano o la problemática del entorno cultural inmediato del director.

Si algo ha aprendido Hollywood de las formas de producción independiente es el retomar las temáticas y estilos de cada época o nación, eliminando aquello que puede ser molesto o excesivo para la mayoría de los espectadores. Por ello, ha tenido que modificar los finales de las películas, censurar secuencias, o bien, obviar propuestas abiertamente ambiguas o chocantes. Hollywood no sólo promociona a sus bellas actrices y apuestos protagonistas para cumplir con las expectativas de taquilla, también emplea la fama del director y lo lleva a los linderos de los autores europeos de los años cincuenta y sesenta. Al mismo tiempo, no olvida que el escándalo es una de las más efectivas estrategias para atraer al público a la salas de cine. Por otro lado, al ser el cine un arte referencial tiende a envejecer prematuramente porque los personajes, los objetos y los temas de las películas llevan siempre la marca de su tiempo. Lo que pudo ser un tino estilístico o narrativo hace treinta años, en la actualidad puede motivar críticas por su falsedad o anacronismo. Sin embargo, admitimos que siempre habrá para alguien alguna novedad en el cine.

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Spike Lee, dejando de lado sus típicas historias comprometidas con la realidadnegra, retrata una historia con protagonista blanco y policías negros con trazo certero y solidez. Aprovecha esta película para rendir su particular homenaje a su ciudad tras lo sucedido el 11 – S.

En resumen, puede decirse que si lo nuevo es un término que debería describir las recientes tendencias en los temas y en el manejo del lenguaje del cine, lo novedoso en el cine contemporáneo consiste precisamente en que no hay novedades sobresalientes.

La industria del entretenimiento

Con la llegada de las tecnologías de reproducción casera, el cine ha ampliado sus espacios de consumo cultural. El cine visto en el cine es una opción más entre otras. Tal vez la mejor opción que propicia un local diseñado especialmente para ver y escuchar películas: el tamaño de la pantalla, la inmersión del sonido, el privilegio que guarda la centralidad de la visión y el hecho de asistir a la sala, traducido en un ritual social de convivencia y entretenimiento, sobre todo, entre los jóvenes.

Al ingresar el cine a los circuitos de consumo de las centros comerciales y, por tanto, alejarse del barrio, el ritual se ha transformado de una práctica cultural de entretenimiento a otra que forma parte de un proceso económico globalizado, por ejemplo, el costo del boleto representa un porcentaje menor respecto al que se hace en la dulcería o en cualquiera de los otros centros de venta de comida rápida, pertenecientes a las mismas cadenas exhibidoras.

La globalización en la producción, distribución y exhibición del cine dominante, tiene un nombre técnico: High Concept o alto concepto. Esta noción refiere al modo de producción del cine hollywoodense en la actualidad y se halla estrechamente vinculada con la mercadotecnia del entretenimiento que valora a la película como el elemento detonador de un proceso económico más amplio. Las primeras películas High Concept fueron desarrolladas en los años sesenta con los estrenos de La guerra de las galaxias (George Lucas, Estados Unidos, 1977) y Tiburón (Steven Spielberg, Estados Unidos, 1975).

Más allá del planteamiento narrativo apegado a los géneros clásicos, estas películas buscan el máximo beneficio económico en muy corto plazo, de ahí que junto con el estreno aparezca la preventa del Digital (DVD) con la promesa de poner a disposición del espectador otros materiales audiovisuales además de la película. Acompañan al DVD, el videojuego y la banda sonora respectiva. Cada producto, si bien está vinculado con la película, es independiente en tanto forma de entretenimiento.

La globalización también ha alcanzado a las personas que trabajan para este medio, pues es cada vez más común encontrar en un mismo film creativos y técnicos provenientes de otros países. Por ejemplo, una película hollywoodense puede estar dirigida por un chino, fotografiada por un mexicano y musicalizada por un argentino. Esta distribución de nacionalidades, sumada a las co-producciones, problematizan el origen de las películas y desvanecen las fronteras de los cines nacionales, subrayando el lugar dominante que posee el cine estandarizado.

La aparición del DVD desde 1995, nos ha acostumbrado a otro tipo de lecturas cinematográficas. Ver una película en este soporte permite una reproducción de alta calidad de la imagen y del sonido, la cual puede aún mejorar si se cuenta con un sistema de teatro en casa. Las posibilidades narrativas se abren para el espectador gracias a la oferta del menú interactivo. Es posible ver con este dispositivo escenas suprimidas, finales alternativos, versiones del director o el proceso de rodaje y montaje. A la vez, arduos trabajos de restauración digital de las imágenes y sonidos de películas históricas o clásicas, incluso de música a partir de las partituras originales, han sido agregados a un sinnúmero de obras silentes cuyo producto renovado es un DVD y no el celuloide.

La digitalización también ha tenido efectos en la distribución de los materiales. Los estrenos mundiales simultáneos de películas como Matrix Recargado (Andy y Larry Wachowski, Estados Unidos, 2003) o El Señor de los Anillos: El retorno del Rey (Peter Jackson, Estados Unidos-Nueva Zelanda, 2003), nos pueden orientar de cómo las señales de las películas serán enviadas por satélite a las diferentes salas de cine de todo el mundo desde un centro emisor, eliminando las copias tradicionales. Si bien la tecnología ya puede ofrecer este servicio, la imagen digital aún no logra los niveles de calidad en cuanto a contraste, reproducción de detalles y color que caracterizan a los procesos ópticos-químicos propios de los materiales cinematográficos desde 1895.

Un DVD que explota todas sus posibilidades puede contener, además de la película y sus variaciones, juegos, galerías de imágenes fotográficas, fichas técnicas y cambios en la perspectiva de la cámara. Estas posibilidades hacen que este producto tenga un valor de cambio y un valor simbólico propio. De cambio porque su comercialización está especializada en cuanto a distribución y estrategias mercadológicas. Simbólico debido a que se puede conservar la película, ya sea por un motivo personal o por tratarse de un documento cinematográfico de gran valor social, cultural o histórico.

En lo referente a los tratamientos narrativos y estilísticos seguiremos viendo la convivencia de la diversidad por muchos años más. Se continuarán programando películas de género con tramas excesivamente obvias, los efectos especiales serán cada vez más sofisticados y ocultarán con mayor precisión la falsedad de su origen gracias a la manipulación de la computadora. Sin embargo, en los mismos complejos de salas donde se proyecten las más ramplonas películas hollywoodenses, existirá la posibilidad, siempre limitada, de ver otro cine: el independiente, el provocador, el incomprensible, el poético. No seremos ajenos a innumerables festivales de cine que se debatirán entre superficiales festejos publicitarios y honestas intenciones de fomentar la cultura cinematográfica en los espectadores de nuestro país. El cine se ha constituido en la memoria visual, sonora y narrativa de la humanidad, condición que no ha cambiado a lo largo de los primeros años de este siglo. La memoria cinematográfica importa más que por su carácter social o cultural, porque existe un espectador quien al mirar y escuchar películas, de manera inmediata y repentina, tuvo la oportunidad de encontrarse con un estado de cosas distintas a las conocidas.

Cada espectador conserva en lo más profundo de su memoria una colección de películas que se llevaría consigo si tuviera la necesidad de vivir en una isla desierta, siempre y cuando estuviera acompañado de un proyector de cine o de un reproductor digital de alta calidad.

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Existirá la posibilidad de ver otro cine: el independiente, el provocador, el incomprensible, el poético.

Literariedad

Asumimos la literatura y el arte como caminos, lugares de encuentro y desencuentro. #ApuntesDeCaminante. ISSN: 2462-893X.

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