Después de la guerra – Jotamario Arbeláez

En la foto: Jotamario en 1964.

Cuando hace 58 años Gonzalo Arango —quien desencarnó hace 40— nos reclutó para la causa revoltosa de la literatura, compartió con sus 12 amados, desarmados  y desalmados discípulos su divisa  y así nos presentamos como “profetas de la nueva oscuridad” ante el mundo que no sabía lo que le llegaba.

Para fortuna o desgracia de muchos poetas, se les identifica sólo por uno de sus poemas, como en el caso de Barba, de Silva y Arturo, con la Canción de la vida profunda, el Nocturno y Morada al sur.

No sé si sea mi caso. Pero el caso es que algún tiempo después, en medio de un profundo sueño, en mi modesto camastro de 1964, leí en un papiro con letras góticas en relieve un texto que memoricé de inmediato y salté de la cama para copiarlo.

Me impresionó. Lo asumí de inmediato como un toque de los maestros perfectos, como una iluminación, una epifanía.

Salí a mostrárselo a los amigos y a pesar de que me miraban con ojos desorbitados adivinaba que muchos pensaban: ahora éste de dónde lo habrá copiado.

Lo puse como posdata en una carta al poeta Jaime Jaramillo Escobar, que vivía en Bogotá, original que reposa en nuestros archivos.

Comencé a leerlo y a publicarlo por todas partes, Hersán lo publicó en Cosas del día, Belisario lo ponderó, cada una de mis pretendidas caía  rendida.

Pronto la red de las malas lenguas puso a circular que se trataba del poema de un soldado alemán, infundio que llegó al profeta, quien condescendiente me dijo: Tranquilo, monjecito, que tú eres mejor poeta que ese poema. Consuelo que yo no tenía por qué aceptar. Era mi poema, así lo hubiera extraído del mundo onírico.

El soldado alemán nunca apareció, ni vivo ni muerto ni mutilado, el poema en alemán tampoco. Lo tradujeron al inglés y circuló por el mundo. Le pusieron música Los Yetis y Angelita, igualmente cantantes de peñas literarias y cerveceras como Charly Boy en La Candelaria y Wolff, el baladista alemán. Fernando Linero ha hecho con ella una orquestación  espectacular.

Seguí escuchando el aplauso de 25 países, de Macedonia a Sevilla, de New York a Santiago, de Salvador a Sao Paulo, de La India a China, casi todos inmersos o recién salidos de guerras.

Hace 5 años lo leí en La Habana, en una Universidad. La niña que me conducía, hasta el momento muy amable, después del recital me retiró hasta el saludo.

Le pregunté qué le pasaba. Me dijo que ese poema no era mío sino de John Lennon, que incluso en La Habana, en un parque, le tienen una placa como homenaje, y me he dado cuenta que le tienen otra en España, en la Calle Barón, de Alicante.

Nunca oí una canción de Lennon con ese tema, y en todos sus libros no he encontrado un poema con ese título ni ese texto. Tras mucho investigar encontré que en una entrevista concedida en 1973 hace una respuesta con palabras más palabras menos de mi poema.

Me tocará hablar al respecto con Apple Records o Yoko Ono. Después de la guerra, sigue siendo mi poema profético, escrito con 52 años de antelación, precisamente cuando se conformaban las Farc.

Un día después de la guerra va a vivirse en Colombia. Los incisivos nadaístas, en su gran mayoría, terminamos apostándole a la paz, y así redactamos, firmamos, e imprimimos nuestro último manifiesto, porque no creo que haya necesidad de más: A la mierda con la guerra.

Donde ponemos de presente que quien está haciendo posible la paz es un nadaísta de vieja data, Humberto De la Calle Lombana, y que esa ingente labor lo hace digno de ocupar la presidencia de la República, pues las profecías que se cumplen no vienen solas.

Con la instauración de la paz podrá decirse que el Nadaísmo cumplió su labor profética tras más de medio siglo de vaticinar el infierno del que salimos.

Hace una semana, cuando se firmó en La Habana el primer compromiso y Timochenko declaró que era el último día de guerra para Colombia, comencé a recibir en mis correos un alud de mensajes con el poema Después de la guerra en texto y en canciones y la grabación del poeta ante un público multitudinario en la clausura del Festival Internacional de Poesía de Medellín, ha diez años.

Así reza el poema, que no me lo quita nadie, y menos ahora cuando, según me anuncia el profesor Bei Ta, de la Chinese Academy of Social Sciences, figurará con caligrafía bordada en mandarín en los vehículos de transporte terrestre de China:

Un día / después de la guerra / si hay guerra / si después de la guerra hay un día / te tomaré en mis brazos / un día después de la guerra / si hay guerra / si después de la guerra hay un día / si después de la guerra tengo brazos / y te haré con amor el amor / un día después de la guerra / si hay guerra / si después de la guerra hay un día / si después de la guerra hay amor / y si hay con qué hacer el amor     

Jotamario Arbeláez.

Literariedad

Asumimos la literatura y el arte como caminos, lugares de encuentro y desencuentro. #ApuntesDeCaminante. ISSN: 2462-893X.

Un comentario sobre “Después de la guerra – Jotamario Arbeláez

  1. Este genial poema de Jotamario Arbeláez, lo leí solo una vez del Suplemento Literario del Tiempo que se publicaba los domingos ya tiempo atrás.. Lo declamé a mis parientes y amigos.. unos me dijeron que cogiera oficio y otros se burlaron, pero a mí no me importó y de vez en cuando me lo recito en voz alta para no olvidarlo..

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s