Alejandra Lerma *
Poemas de Precisiones sobre la Incerteza
Libro Ganador del segundo lugar en el I Concurso de poesía Tomás Vargas Osorio 2016
Tan tranquilo yace un cuerpo sobre el puente
Tan tranquilo yace un cuerpo sobre el puente
abajo pasa el río
el agua clara
La vida no se entera de la muerte
somos la carne triste de los días
Ese hombre fue alguien
tuvo un nombre
una mujer se habrá esforzado por dejarlo
otra lo llevará en su pecho, como un dije
Tan tranquilo yace un cuerpo sobre el puente
no es más que dos zapatos
un saco gris
un bolso rojo
un envoltorio incierto
que a nadie dice nada
Abajo se oye el río
el murmullo del agua entre las piedras
el hombre ya no escucha
su cuerpo se ha callado
se ha caído
como un árbol cualquiera
en un bosque en silencio
Tan tranquilo yace un cuerpo sobre el puente
lo contemplo como a un paisaje torpe
perdido entre las dunas de mi mente
me parece que podría levantarse
saludarme despacio
preguntarme la hora
y seguir caminando.
Hemos tardado mucho en construirnos
Hemos tardado mucho en construirnos
los derrumbes, por el contrario, son instantáneos
Siglos sobre eternidades para que existan las ciudades
años de resistencia para dar forma al amor
y sólo se requiere un pequeño segundo
menos
una milésima
y todo habrá acabado
No valdrán oraciones
ni llantos hondos
la esperanza es un traje raído
Quedaremos igual que en el principio
desnudos
sangrantes
desposeídos de todo
creyendo que el vacío es la carga más pesada de llevar.
Todo lo he leído mal
Todo lo he leído mal
el mundo no me alcanza
soy pequeña
mi cerebro se astilla ante cada idea
Estoy cansada de no entender
de perseguir siluetas que imaginan otros
de codiciar una vida lejana
un cuerpo firme
No sé leer
no sé escribir
he sido una mentira
entre los gestos turbios del papel.
El final
El final será un campo de trigo bañado por la luz
sin nadie para verlo
sin nadie que confirme su existencia
el final sólo será la ausencia de lo humano
el comienzo de otra vida.
Poemas del libro Oscuridad en luz alta
Futuro imperfecto
¿Cómo será el rostro de mi padre cuando muera?
¿Compraré azucenas o me quedaré inmóvil mirando los floreros vacíos?
¿Qué tamaño tomará mi corazón al darse cuenta?
¿Llevaré zapatos altos al entierro?
¿En el hombro de quién recostaré mi cabeza?
¿Discutiré con mamá la frase del obituario? ¿Mamá estará todavía?
¿Mi hermana llorará junto a mí o se encerrará en su rostro?
¿Cuál frase guardará mi memoria, olvidaré su malgenio, pondré en un pedestal sus cinco virtudes?
¿Podrá recordarme él a donde vaya, me llevará en su angustia o en su sueño?
¿Cuantos días me vestiré de negro?
¿Aullaré de remordimiento por lo que callé o por todo lo que le dije?
¿Será el silencio de la tierra o el crepitar del fuego lo último que escuche?
¿Guardaré la sortija de su dedo anular o evitaré sus cosas, como si fueran tristes?
¿Descubriré una noche que lo estoy olvidando?
¿Abriré mis heridas, me obligaré a gritar, dudaré de mi amor?
La incerteza es lo cierto
Me hago estas preguntas en una mañana cualquiera
mientras papá sirve un tazón de aguapanela humeante
y me mira escribir sin saber lo que pienso.
A la anciana que seré
Aún no nos conocemos
pero estoy muriéndome de a poco
para que existas
Voy a dejarte un cuerpo que ostentarás gloriosa
de haber sido la que fuiste
la que no vendrá nunca más a contemplarte ante el espejo
Recordarás la firmeza de estos pechos
la angustia de tu cabello herido
por el verano seco
La valentía alegre de sonreír con los dientes intactos
el desparpajo de entregar tu cuerpo
a otro cuerpo
en plena luz
Lo fácil
lo fugaz
que era el amor
En cada lunar hallarás una arruga
como un cráter del tiempo
Te dolerán los huesos
no podrás saltar más para alcanzar estrellas
–espero que a esa altura tengas constelaciones propias–
Se te va a caer todo
y en ese abismo virtuoso
te encontrarás a ti libre de máscaras
libre de esta fútil belleza que te pesa en los hombros
y en las caderas anchas
Vas a ser tan tú, tan yo
es decir, tan nosotras
Reirás de pronto al leer un poema
de una niña extraviada que cumple 23
y revienta de llanto ante el reflejo oscuro de su rostro.
Oscuridad en luz alta
La vida es un pasillo oscuro
en el que nuestra sombra enciende velas
Sonreímos
en el fondo hay violencia
somos un dolor intermitente
Para poder vivir hay muerte en abundancia
dejamos nuestro rastro de caníbales
perseguimos el oro y el fracaso
Estamos ciegos
iluminados de angustia
cansados de querernos
Todo es un hermoso río marchito
que resuena en la mente
Jamás comprenderemos
la eternidad es silenciosa
Intentamos amar a los otros
descubrir en la deformidad
la belleza de Dios
La oscuridad es un pacto de la luz para podernos ver.
(*) Alejandra Lerma nació en Cali en 1991, pero al escucharla hablar de Restrepo, el pueblo de su infancia, pareciera tener la edad del recuerdo. Le gusta caminar la calle quinta de su ciudad mientras columbra los rojos tejados sobrevivientes, y espera con avidez la brisa de la tarde. Habla de la fragilidad como de Szymborska, pero entonces su voz se hace fuerte y su palabra acoge los matices de lo ineluctable. Es estudiante de último semestre de Comunicación Social y Periodismo en la Universidad del Valle.