Fotografía de: TV AFRO, Premio Benkos Biohó, 21 de mayo de 2016
La poesía de Ashanti Dinah Orózco Herrera nos deja caminar por el bosque de los ancestros africanos, en este tiempo nuestro, nos devuelve el fuego de las hojas bajo el sol, el susurro de las pisadas mientras caminamos entre cantos, invocaciones y la cultura del tambor que resuena desde nuestro centro. Les traigo sus poemas a propósito de que ella ha sido una de las invitadas al Festival de Poesía Negra y Cantos Ancestrales que por estos días se realizó en Cartagena, en homenaje a la escritora Mary Grueso. La voz de Ashanti Dinah me parece una voz importante en la actual poesía colombiana, su lucha, su trabajo riguroso como literata y como linguista, su preocupación y acción social le han valido ya varios reconocimientos. Ashanti Dinah, me recuerda esa imagen de la bailarina Delia Zapata Olivella, La fuerza del baile de Delia no era pasiva, era la de la potencia de la mujer negra que con sus movimientos no sólo fue una de las más importantes coreógrafas y bailarinas colombianas sino que investigó, fundó varios espacios y se hizo una intelectual de lo afro junto a su hermano. La fuerza de estas mujeres está en llevar estos árboles ancestrales arraigados en el movimiento, Delia el de su cuerpo, Ashanti Dinah el de su canto que fluye entre lo ancestral africano y el caribe colombiano. Comparto estos poemas con el placer de que cada verso nos abre una puerta hacia la orilla de nosotros mismos, desde la sombra de estos árboles que nos cantan trayendo orishas, memoria y vida a nuestro andar.
SOBRE LA AUTORA: Ashanti Dinah Orozco-Herrera, nació en Barranquilla (Caribe Colombiano). Es Licenciada en Lenguas Modernas, Universidad del Atlántico, Magíster en Literatura Hispanoamericana del Seminario Andrés Bello, Instituto Caro y Cuervo. Como poeta afrocolombiana ha participado en diversos concursos y recitales de poesía en los que he ganado varios premios. Ha sido Invitada de honor como a la lectura de poesía afrocolombiana en el marco de la Jornada de Socialización del Plan Distrital de Desarrollo “Bogotá Humana” 2012-2016 y la inclusión de la población negra afrocolombiana, raizal y palenquera residente en Bogotá. Publicaciones Revista Kumba, Universidad Nacional de Colombia y Afroféminas de España. Seleccionada por la ANTV (Autoridad Nacional de Televisión de Colombia) como una de las personalidades afrocolombianas destacadas del país para el Decenio afro (2015-2024). Éste es el video: https://www.youtube.com/watch?v=Tuxi2epC6y0&feature=youtu.be El 21 de mayo –Día Nacional de la Afrocolombianidad- ganó el prestigioso Premio Benkos Biohó, 2016 en la categoría de Etnoeducación. Correo electrónico: dinah.orozco@gmail.com
INVOCACIÓN
Resonancias me convocan esta noche.
Van latiendo de golpes sonoros
Y crecen como frutos en mi garganta.
Van esparcidas por el camino de las sombras,
y desde allí van cartografiando una geometría de nostalgias.
Son las lenguas de mis ancestros
Y hoy les pido que hablen por mí.
En ustedes confío
En su sabiduría pulida por el tiempo
como la semilla que va creciendo
bajo el agua paciente de los ríos.
Permítanme dudar para creer:
permítanme encender las voces de la memoria recóndita
con su imperecedera fuente torrencial
para amanecer el pensamiento de noche
y deslizar mis sueños de día.
No me dejen hablar
de lo que no he palpado con los ojos del alma
No permitan que salga de mi boca una música falsa,
una música que antes no haya tañido
en la kora ciega de mi corazón.
Resonancias, lengua de mis ancestros,
hoy hablen por mí; las invoco.
Ustedes que van hilando en sus manos
ciclos interminables de la palabra cantada,
por donde circula el movimiento fluctuante de la vida,
Resurjan desde el fondo de la savia para desentrañarlas,
Convulsionen el polen de mi existencia.
AMALAYA[1]
Había una vez una palabra redonda, brillante, hecha oración.
Adentro de la palabra yacía todo mi bosque ancestral,
transfigurado en hierofanía, en manifestación de lo sagrado,
en eterno éxtasis místico de lo primigenio,
puente de la inmensidad de lo divino
con los ciclos de vida↔muerte, de muerte↔vida
en perpetuo movimiento.
Y en ese bosque ancestral
estábamos nosotros los Renacientes,
contemplándonos con nuestras memorias
entretejidas por el entramado cósmico del pasado,
diciéndonos palabras que re-actualizaban el rito y la ceremonia,
y tratando de asomarnos a la ventana entreabierta
del telón melodramático de la historia
para contemplar con nuevos ojos la vida,
y soñarla una y otra vez
con el hablamiento y la pensaduría cimarrona.
A LOS POETAS-BAKULÚ[2]
“La palabra poética es la única que aún puede ser vivificante y a partir de la cual
es posible reconstruir”. Aimé Césaire
He escrito acerca de la desolación de la mirada,
que se eleva inútil para morir en el vacío.
He escrito sobre el miedo del dolor
de una tarde que se pierde sin rumbo,
y del cuerpo que se niega
a oler a jardín de rosas.
De todo esto he escrito, y seguiré escribiendo mientras viva
porque no tengo aliento más audaz ni más lejano,
ni tengo abierto otro canal hacia la vida
Que una voluntad humana por la poesía.
Pero hoy…
quiero escribir unos versos de arcilla
para los escritores afrodiaspóricos
de antinomia occidental;
los que portan el cordón umblical del Primer Adán
a pesar de la herencia saqueada;
los que vienen remando desde la otra orilla
por donde descienden las aguas bautismales del Nilo azul
por el verdor encendido de la isla Gorée
por la ruta de los cangrejos y manglares.
Quiero escribirle unos versos a los escritores remotos o contemporáneos,
muertos o vivos, consagrados, anónimos, olvidados, despojados y resucitados
aquellos que resistieron convertirse en arena de reserva
para el patrimonio inmaterial de la Unesco;
los poetas-bakulú, concubinos de América,
que han prestado su palabra brujeril y kimbinsera
para balbucear, narrar, cantar o conjurar
pálpitos inmemoriales de versos y angustias humanas,
en este ciclo laberíntico, sin reposo, que es la vida misma…
A LA NACIÓN DE LA MUJER NEGRA
Te voy a hacer un poema donde tú seas el Sol de Uganda
uno que suene como un Merecumbé Burundí,
una rapsodia lingala que descifre la redención en tu piel,
en el que se mezcle el café con las lunas de Tanzania.
Un poema Malawi con versos como espigas de mijo,
uno donde se arrodille Don Quijote de La Mancha
(con su armadura desnuda de otras ambiciones)
a suplicar tu mirada Al Magrebí…
Un poema que se estremezca de latidos bambara
del más especial melao candomblero
donde tu sonrisa de azúcar erupcione como volcán
y un león wolof se derrita de deleite en tu paladar.
Un poema yoruba invisible para la muerte
lúcido para la vida,
orgulloso como Kunta Kinte
Certero como Shaka Zulu
pretencioso como el templo de Nefertiti
Profundo como una guerrera Ashanti
que se reencuentra con su propio ser.
Un poema del Alto Congo
que se vista con las trenzas de Bob Marley,
un poema envuelto en una rueda de turbantes Tuaregs
sediento como mis manos
abisinio como mis ojos.
Un poema-uterino como tu vientre de noche ewé,
una obra de ingeniería que admiren los orfebres dinkas
Ligero como una mariposa haussa
majestuoso como un pavo real que camina por el viento
con sus plumas de Zambeze carmesí.
Te voy a hacer un poema sin más sudor de incertidumbre
neófito….recién parido de la raíces del Baobab.
Lo forraré con tu piel de bálsamo negro azande,
se asemejará a tu mirada Malinké,
reproducirá la cadencia de tus círculos de conga,
respirará el mismo aliento de tu alud de emociones
para que pueda, este poema, tu poema
parecerse a la Nación de la Mujer Negra.
[1] Interjección utilizada en el Caribe colombiano equivalente a ojalá, quien pudiera.
[2] En lengua Suto de Palenque de San Basilio “Bakulú” significa grupo de personas adivinas que leen la suerte.