Cuerpos Ausentes: (Oleo sobre lienzo, Nohora Piedrahíta, 2015)
Estamos pasando por nuestra peor pesadilla como colombianos: el derrumbamiento de la esperanza. Después de más de cincuenta años de guerra, la mitad del país estaba llena de esperanza con los Diálogos y Acuerdos de Paz entre el gobierno de turno y las FARC.
En Colombia la guerra es un monstruo de dos cabezas. De esa mitad del país, muchos no simpatizamos con el presidente de turno durante el proceso electoral, pero votamos por él con la esperanza de que la guerra amainara. Esa es la primera cabeza, y, pensando en Eichmann en Jerusalén. Un estudio sobre la banalidad del mal, de Hannah Arendt, los primeros en asistir al tribunal serían los cabecillas de las FARC Votamos por el Sí, que representaba hacer las paces con un grupo de asesinos, y eso nos cuestiona moralmente, pero era la salida más cercana al conflicto.
Los guerrilleros, han hecho mucho daño al país, entre sus víctimas se encuentran las 107 personas de Bojayá que fueron atentados e incluso mutilados por acciones bélicas. Curiosamente, entre este grupo están las mujeres que cantaron durante la firma oficial del acuerdo en Cartagena, llenas de esperanza y reclamantes de la salida de todos los guerreristas de su territorio. Los crímenes de este grupo, serían juzgados luego de los acuerdos, pero ya habían pedido perdón y votamos por el sí confiando en que cesaría la horrible noche para las mujeres de Bojayá y todas las víctimas de enfrentamientos entre ejércitos y FARC (6.900.000, el país con el mayor número desplazados según ACNUR). Algunos, en todas las zonas afectadas por este fuego cruzado, no perdonaron y eso también es comprensible.
Muchos apoyamos esta cabeza, porque parecía un asunto lógico y necesario eso de querer acabar las guerras. Pero el plebiscito del 2 de Octubre nos mostró la otra cabeza del monstruo, el ego y la impunidad de los grupos que representa con su partido político, legítimamente constituido, un expresidente a quienes todavía llaman “presidente”. El Führer era en este caso, un senador que perdía fuerza política, o al parecer perdía y se veía cercano a ser también puesto al tribunal, y que revivió de las cenizas a partir de una votación por el No, que apoyaron, entre muchos otros, los cristianos, católicos y protestantes que defienden los valores tradicionales y que están en contra del matrimonio igualitario, es decir, el miedo a lo diferente. Los votantes del No cumplieron con su deber, siguieron la ley del padre, encarnada en el pastor, en el discurso, que los movilizó a votar No, la ley común del Führer.

Es un asunto de banalidad del mal, sí, de algo de ingenuidad, y de falta de lectura de los acuerdos, de manipulación mediática (La campaña más eficaz y de bajo costo, según dijo uno de los líderes del No en una entrevista de la República). Mucha gente buena, trabajadora, en sectores muy pobres y con poco acceso a la educación, defendiendo sus valores y su moralidad sin pensar en el daño causado: Muchas personas que incluso no ven el conflicto sino por televisión, en las ciudades, porque el deber es defender la familia con diseño original, natural, incluir a Dios en los acuerdos. Gente que como Eichmann, Las FARC, El estado, El paraestado cumplieron con su deber. Quienes votaron por el No esperaban que ganara la tradición familiar, las renegociaciones de los Acuerdos que no leyeron, que sacaran a la «ideología de género» que nadie sabe qué es, pero se basa en el miedo. Esto representaba el No perdón, la economía política del odio, administrada desde la otra cabeza y, también, el No cese al fuego.
Ambas cabezas (tal vez más de dos, pensando en todos los políticos que pretenden figurar en el panorama y hacen campaña para la presidencia del 2018) son la hidra que lentamente desangra el país. Vimos de cerca la oportunidad de acabar con este monstruo con la fuerza de la esperanza. Seguro falta decir más de esta interpretación que propongo sobre lo ocurrido este terrible 2 de octubre de 2016, la elección popular por el No a la guerra en Colombia, pero trato de racionalizar y de entender lo que resulta incomprensible para mí y supongo que para muchos. El acuerdo exigía otras luchas, pero ahora no las podemos encausar porque la lucha es por seguir sobreviviendo, en medio del agotamiento que nos ha dejado este monstruo. Admiro a quienes con fuerza se levantan para marchar como movimiento ciudadano Paz A La Calle. Por ahora nos gobierna esta banalidad, nuestra propia complicidad y la incertidumbre.
Termino esta reflexión con un poema, que a mi parecer, nos ayuda entendernos, a pensarnos mejor en este contexto. Pues el yo lírico nos pregunta, nos interpela, en un interrogatorio, lo absurdo de la guerra. En este poema, también bifronte, somos la víctima y también somos el victimario, o nos podemos identificar con ambos, a ver si pensándonos como tales podemos ser sensibles ante nosotros mismos y el dolor del otro, hacerle frente a la banalidad de este mal que nos acaba, pero sobre todo pensar en valorar la vida. Este poema hace parte de la Antología palabras como cuerpos convocada y editada por Saúl Gómez Mantilla en memoria de Tirso Vélez, Gerson Gallardo y Edwin López, tres poetas asesinados por el paraestado durante el 2003.
INTERROGATORIO EN EL CUARTO DE HIELO
Vos preguntas a dónde ir
si la marisma hunde la sabiduría
si este odio que se traga todas las miradas,
enquistando el silencio hasta la desaparición,
conecta tan imposiblemente todos los teatros del hombre.”
Vos preguntas con tu mirada turbia,
con las armas preparadas,
con esta suerte de actitud que representa
todas las posibilidades negadas
por si acaso la respuesta es un enfrentamiento.
Y en tu pregunta se van tras los árboles,
hundiéndose sin más remedio en el olvido,
la sonrisa y el quehacer de una esperanza sin crecer.
Vos preguntas qué hacer con esta rabia que puede
más que el miedo
y sin embargo tan atada, tan sin manos, tan sin voz.
JAVIER CORTÉS
Cúcuta, 1971.