Por: Juan Guillermo Ramírez.
Una de las primeras lecciones que se aprenden durante el condicionamiento familiar es que nos bastamos a nosotros mismos para existir en un mundo propio.
David Cooper.
La sagrada familia
La familia de Ettore Scola (1931-2016) no es solo una abstracción, una falsa existencia, una esencia, sino que también existe como un desafío de superar todos los condicionamientos que se ha sufrido a través de ella. Es la vida de una familia italiana relatada por un hombre que festeja sus ochenta años y que siempre ha vivido en un apartamento familiar. Desde su nacimiento, conoceremos sus alegrías, sus penas, esperanzas y decepciones. Es el ritmo de una vida.
Frente a una calle de Roma, exageradamente tranquila, en donde no alcanzan a llegar los rumores de la ciudad, ahogándose entre las rendijas de las persianas semicerradas que defienden del calor y del frío, hay un edificio viejo ocupado por una familia numerosa. En esta hermosa locación, construida en el Hollywood italiano, en la memorable Cinecittá, el tiempo ha buscado los orígenes del siglo pasado, conducido por Ettore Scola, para la realización de La familia.
Aparentemente, ninguna película había merecido mejor título. No solamente porque cuenta la historia de una familia de 1906 a 1986, sino porque la filmación y su aventura que la desarrollan, son literalmente, una historia de familia. Scola reunió, alrededor de él, un equipo de fieles colaboradores: su escenógrafo, Luciano Ricetti, su director de fotografía, el argentino Ricardo Aronovich quien trabajó la iluminación de una manera diferente para cada época, sus guionistas, Furio Scarpelli y Ruggero Maccari, responsables de Macarroni. Y vuelve a reunir este importante director italiano a sus dos actores favoritos: Vittorio Gassman y Stefania Sandrelli. Ya había caído en la trampa del amor en Nos amamos tanto y vivieron un apasionado romance en La terraza. En La familia son marido y mujer. La impresión palpable, visual, de haber realizado una historia de familia está reforzada por la presencia de Fanny Ardant y de Philippe Noiret, así sea en una sola secuencia, en un solo episodio.
Es una familia. Su historia. Todo comienza el 4 de octubre de 1906, el día de bautizo de Carlo (Gassman). Siguiendo la huella dejada por cada diez años, hasta cuando cumple los prolongados ochenta, vamos a encontrarlo y a seguirlo, a través de las épocas y con ellas, de la ambivalencia de sus ambiciones e ilusiones, de sus placeres y de sus inquietudes, de sus recuerdos y de sus frustraciones. Y fundamentalmente de sus historias de amor. Él amará toda su vida, bajo la iluminación apasionada, fogosa y violenta, a una virtuosa pianista (Ardant) que le corresponderá su amor, a pesar de que él viva legalmente con su esposa (Sandrelli), quien será más tierna y razonable.
Desde 1906 hasta 1986, como en breves episodios, los decenios se sintetizan teniendo como resultado la historia de una vida. La historia de un siglo y el cambio natural de costumbres y de actitudes, de pensamientos y experiencias. Ettore Scola dice:
Me gusta hablar de la edad, del tiempo y de los años, de todo lo que pasa en la vida de un hombre, de una mujer, de un hijo, de una familia. Esta película es un viejo proyecto que siempre había estado conmigo y hoy es realidad. Después de haber realizado Macarroni, tuve el presentimiento de que el momento de su realización había llegado, yo estaba listo, no tanto como cineasta, sino como ser humano. Nos amamos tanto, Un día muy especial, La terraza, El baile, son muestras fílmicas, son evidencias que constatan una personal premisa: vuelvo a hacer siempre la misma película que muestra cómo la gran historia tiene repercusiones en el comportamiento individual. Intento mostrar en este filme, el cambio radical que ha sufrido la familia. Al comienzo, existió la familia patriarcal que tenía la suficiente capacidad de integrar los seres extraños y permitía comprender todo tipo de excusas. Después, en los años 60 y 70, existió la familia contestataria, la renovada. Pero hoy la familia es más pequeña, nuclear, con tres o máximo cuatro personas. Ya no es como a comienzos del siglo XX, en donde las familias eran cerradas, asfixiantes. De estas, André Gide llegó a decir: “¿Familias? Las odio”. Las de hoy son familias abiertas al mundo, permeables a los problemas contemporáneos y a los cambios sociales. Ya no son como esas familias que se miran al espejo, son familias que abren las ventanas.
La virtud sobresaliente de la trama fílmica de La familia de Scola, apunta al período que muestra los efectos de aquella que la precede y las cusas de aquella que la supera. La familia no es por consiguiente, un libro de historia. Lo que muestra es ese vínculo mágico y solidario que hace que las personas se reúnan en un mismo espacio. Siempre son seres humanos que desean, que sufren, que aman y se amargan. Fanny Ardant atravesó el siglo y acabó con el pelo canoso y la voz temblorosa. Lo que la hizo decidirse a participar en esta película fue una frase del guión: “Tú sabes muy bien que soy incapaz de amar a alguien más”. Frase dolorosa y falsa que encubre la cotidianidad de la palabra y del acto que la enuncia. Es el envejecimiento que transcurre a lo largo de un periodo intenso. Vittorio Gassman acaba también con el pelo blanco y el rostro cuarteado por el tiempo, después de haberlo contemplado, atravesando los colores y los años. La cámara de Scola es un escalpelo, una pulsión de corazón, una armonía de conjunto, que no necesita salir al exterior para marcar el paso inclemente del tiempo. Son los objetos que decoran un largo interior de una casa, los que van cambiando y señalando un camino de vida, una historia familiar, una soledad y un amor nunca dicho.
Pasión de amor
Corría el año de 1862 en Piamonte. Giorgio Baccheti -interpretado por Bernard Giraudeau-, capitán de caballería, encuentra a una mujer muy hermosa llamada Clara –la siempre hermosa Laura Antonelli-. Se miran, y enseguida se enamoran, sin importarles sus condiciones románticas temporales. Clara está casada y asume el adulterio con razón, y Giorgio quiere amarla hasta con la palabra. Pasan los días y los encuentros fortuitos se ven interrumpidos cuando este valiente soldado es trasladado a una guarnición en la frontera. Allí es alojado por el coronel (Massimo Girotti) y la intriga comienza a invadir el cuerpo de Giorgio, originada por la joven y débil sobrina del coronel: Fosca. Una mujer enfermiza que grita siempre encerrada en su habitación, sin dejarse ver de nadie. Y es que ella es muy fea.
Ettore Scola afirma que Pasión de amor (basada en la novela ‘Fosca’ de Iginio Ugo Tarcheti), es una película costumbrista, pero sólo es costumbrista en el vestuario y en la reconstrucción de la época; porque las ideas y las pasiones siguen siendo contemporáneas. Esta vez quise relatar la historia no de los privilegiados, sino de los humillados: los emigrantes, los homosexuales, o específicamente, en este caso, la historia de una mujer mortificada a causa de su fealdad. La fealdad habita en las mujeres, en su interioridad, con gran dolor, como si fuera una condena a estar marginada, a no poder sobrevivir.
Scola ha tratado esta historia como un drama sicológico con mucho de minueto y de precisión musical, y se acerca a una nueva versión de “La bella y la bestia”, en donde la bella es un buen soldado italiano del siglo antepasado y la bestia es una mujer de extrema fealdad. Como si fuera un gran mural pictórico, en donde se pintan la vida al interior de una guarnición en la Italia del siglo XIX, sus comidas, sus luces opacas y tristes, su conversación fútil, sus ropajes de seda contrastados con la fuerza del traje militar, son las cualidades cromáticas que dejan vislumbrar una historia de amor enfermizo, o cómo el amor puede reunir a dos personas que no estaban hechas para encontrarse. Y es que Ettore Scola encontró el sendero en la irracionalidad barroca para abordar el verdadero tema fílmico, que no es más que el sufrimiento y la histeria de esta mujer fea que bascula entre la vida y la pasión.
Pasión de amor no deja de repetir ese estilo que ha hecho tan particular a Scola en su cinematografía. Hombres que se encuentran en situaciones límite, situaciones cotidianas en donde la rutina es la causa del aburrimiento y del ocaso existencial, la falta de sorpresas en los actos humanos, todo esto matizado con tintes personales de la comedia ácida: el cinismo, la burla de la felicidad y el destino. En Pasión de amor, Scola encontró en la presencia de un hombre alguien que pudiera físicamente presentar los síntomas de una total fragilidad, sin importarle que cayera rendido ante el amor por segunda vez. Un hombre que no vive un amor tradicional, cotidiano. Si Fosca no hubiera existido, la razón de vivir su otro amor no hubiera tenido sentido. Este personaje no es simplemente un militar en el sentido tradicional del término. Si él está en guerra es porque no tiene otras posibilidades en ese momento. Es un hombre que lee mucho, se preocupa por cultivar su espíritu intelectual y le ofrece al mundo y a los demás seres humanos una especie de abertura, de ventana, mucho más grande que la de cualquier otro hombre pudiera ofrecer. Su sensibilidad y su fragilidad son las características íntimas de un hombre que mira de otra manera a Fosca. Porque para él, ella tiene el encanto de la inteligencia y el sufrimiento.
Filmografía
2013 Qué extraño llamarse Federico
2003 Gente de Roma
2001 Competencia desleal
1998 La cena
1995 Historia de un pobre hombre
1993 Mario, María y Mario
1990 El viaje del capitán Fracassa
1989 Splendor, ¿Qué hora es?
1987 La familia
1985 Macarrones
1984 L’addio a Enrico Berlinguer
1983 El baile
1982 La noche de Varennes
1981 Entre el amor y la muerte
1980 La terraza
1977 Una jornada particular, ¡Que viva Italia!
1976 Brutos, feos y malos, Buenas noches, señoras y señores,
1974 Nos amamos tanto
1972 La più bella serata della mia vita, Trevico-Torino
1971 Un italiano en Chicago
1970 El demonio de los celos
1969 El comisario y la dolce vita
1968 Mister Sabatini… Africa… allá vamos
1966 El diablo enamorado
1965 Espeluznante
1964 Con su permiso, hablemos de mujeres, El millón de dólares