La Historia de España, mainstream

 

El Ministerio del Tiempo es una serie de televisión española producida por Onza Partners y Cliffhanger, para TVE, en España. Su primera emisión fue en febrero de 2015. El argumento propone la existencia de un Ministerio del Tiempo, institución secreta que depende directamente del poder ejecutivo español, y que protege unas puertas subterráneas capaces de comunicar el presente con el pasado ibérico.

El Ministerio custodia la Historia para que no se modifique por ninguna acción que pueda responder a intereses personales. El relato comienza con el reclutamiento de los agentes Alonso de Entrerríos (Nacho Fresneda), soldado que fue condenado a muerte en 1569, Amelia Folch (Aura Garrido), una de las primeras mujeres que asistieron a la Universidad en España a principios del siglo XIX,  y Julián Martínez (Rodolfo Sancho), enfermero en la actualidad.

Desde la propuesta estética, la serie no presenta gran novedad: los viajes en el tiempo, la historia de amor entre los protagonistas, las caracterizaciones de vestuario y ambiente, las tensiones en las formas de entender el mundo que se manifiestan entre los personajes, cuyos marcos interpretativos se corresponden con sus propios tiempos. Una trama entretenida con un buen vestuario. Miles de seguidores. Y algo más.

TELETODO SERIE  EL  MISTERIO DEL TIEMPO

La estética audiovisual propone un relato enmarcado: una narración principal lineal, que presenta otros planos dentro de la historia y que permiten explicar las características emocionales de los protagonistas para generar empatía e identificación mientras ejecutan las misiones en las diferentes épocas.

Cada capítulo plantea un conflicto diferente a resolver. Sin embargo, hacia el final de la primera temporada, esta estructura fue modificada por el surgimiento de un problema que atraviesa y explica el resto, vinculado principalmente con cuestiones sindicales, burocráticas y de corrupción dentro de las instituciones españolas. En este sentido, la narrativa expone una mirada crítica sobre la función del Estado: el Ministerio del Tiempo, que en un principio parece funcionar “bien”, no escapa a los problemas reales que sufren las instituciones públicas de España. Mirada que puede extenderse al mundo. 

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La corrupción y la burocracia son el eje transversal en la propuesta de lo público como regulador de los sentidos sociales. Y además, se plantea una tesis clara: ninguna institución española puede escapar a las lógicas de encubrimiento y mentira, facilitadas por una estructura vertical que busca más aparentar eficiencia que cuestionar cuáles son los objetivos primarios en las acciones que realizan.

Desde la perspectiva narrativa, trasluce el anhelo por conservar la Historia, que es inevitablemente cuestionada por las nuevas interpretaciones en el presente. La preocupación por resguardar que el pasado no cambie propone a las intervenciones discursivas y a los olvidos como nuevos lentes desde los cuales pueden construirse los acontecimientos que conforman a las identidades nacionales. Se impulsan como eventos que empujan y obligan a cambiar el pasado, muchos de ellos en función de intereses personales, económicos, y políticos.

El Ministerio del Tiempo opera bajo la premisa de que “todo tiempo pasado fue mejor”, y si no lo fue, al menos construyó un presente que podría ser peor. Las instituciones del Estado operan, desde una mirada gramsciana, como reproductoras del discurso hegemónico y sitúan el relato histórico desde la visión de los vencedores.

El tiempo se constituye a partir de los cambios de percepción, las mezclas culturales, las tecnologías, y los gobiernos que provocan las variaciones apreciativas sobre la historia y construyen nuevas formas de comprender la propia identidad. Por ejemplo, se expresa en las tensiones con respecto al rol de género: Amelia Folch es la coordinadora del equipo, lo que cuestiona aquellos valores propios del tiempo de Alonso de Entrerríos, quien defiende el papel de la mujer asociado a su rol doméstico.  Allí, Julián Martínez oficia de mediador desde su mirada moderna.  

La serie, éxito en España, ha interpretado positivamente las características de la audiencia y logró posicionarse en redes sociales como Facebook, Twitter o Instagram, además de realizar actividades paralelas como lecturas de guión a micrófono abierto, y pases exclusivos para que los seguidores pudieran ver los capítulos antes de su lanzamiento. Para alimentar el interés del público y mitigar ansiedades, incluso lanzó el cómic Tiempo al tiempo, que puede verse en el portal oficial de TVE.

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La propuesta audiovisual construye narraciones que refieren al relato encerrado en la serie de televisión, pero además convoca a la participación de su audiencia de manera tal que los límites narrativos se desdibujan y provocan una secuencia de comunicaciones dentro y fuera de las pantallas, que mantienen el ritmo del interés.

La cultura popular, entendida como lo popular bastardo desde la mirada del crítico y ensayista Omar Rincón, sintetiza las “impurezas” que son fruto de las mezclas entre estéticas, contradicciones, rituales, cosmovisiones, tecnologías. “Esas ilegitimidades que nos constituyen en gusto”, dice Rincón. Este concepto reivindica la importancia de la narración, constructora de los sentidos populares, y puede identificar una madre que responde a las significaciones locales, pero no así al padre.

En este caso se puede pensar el éxito de la serie desde la identificación de lo popular como hijo de la madre Patria (España, su historia e identidad), y al padre como la síntesis que se aloja en el concepto de Tiempo, y que integra a las culturas de lo subalterno, lo político, lo artístico, el mainstream, el cambio.

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En la segunda temporada, Alonso de Entrerríos dice que “la historia puede cambiar, lo que no se puede cambiar somos nosotros”. La visión nietzscheana sobre el eterno retorno propuso la repetición infinita de acontecimientos, sensibilidades y pensamientos, e incluyó una reflexión tácita sobre la causalidad que deviene de la fuerza que ejerce el miedo sobre la moral. El Ministerio del Tiempo retoma esta idea, y responsabiliza a las elecciones de las personas que encauzan movimientos cíclicos en la historia.

La vida cotidiana, entonces, se traduce en una acción discursiva que teje nuestras existencias sobre una estructura fija. Las luchas de la historia son vistas desde la máscara de la comedia, ironía que puede interpretarse como un guiño a la vida posmoderna, a la repetición de noticias, al devenir reiterativo de nombres y perfiles que construyen la identificación con la cultura nacional.

La serie puede verse desde el portal oficial de TVE, y en algunos otros portales (no tan oficiales). En diciembre de 2016 arrancó el rodaje de la tercera temporada que tendrá 13 nuevos episodios. Somos muchos los que estamos ansiosos por ver otra vez a Velázquez dibujar identikits policiales.

Sofia Castillón

Sofía Castillón (Bahía Blanca, 1989) es licenciada en Comunicación Social de la Universidad Nacional de Quilmes.

2 comentarios sobre “La Historia de España, mainstream

  1. Creo que la idea es muy buena, pero se ha politizado demasiado en los últimos tiempos. Para mí se han cargado la serie. Ya no se trata de explorar la historia de España de un modo curioso e imaginativo, es una constate batería de reivindicaciones políticas que ha pervertido por completo la idea original.

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