Yo sé que hay cosas que te ayudan a vivir

Llevo un diario. No escribo en él todos los días pero sí casi todos los días. Este escrito es un collage de oraciones que saqué del cuaderno que llevo ahora. Algunas oraciones no las saqué de ese cuaderno. Pero qué más da, si esta columna se ha convertido en una especie de diario público. No sé si sentir vergüenza por ello. No lo pienso mucho y ya está. Aquí va.

***

“Es que me pasa lo de que no siento mis brazos muy bien y eso me asusta”. “Dale suave, no hay prisa. A mi me ayuda mirar los árboles, las hojas, el cielo, las nubes. Enfócate en eso y camina”. “OK”.

“A veces llegamos a un punto en la vida en el que nos toca dejar de pensar tanto en cómo vivir y ocuparnos de vivir”. Silencio. Cuatro paredes blancas. Una conversación inolvidable. Tanta verdad que yo no veía. ¿Suena lógico, no?

“Me gusta la estética de las cosas. Los tomates. El rojo de los tomates. Esta tinta. La política. Las calles. Sentirme así de bien aunque hoy haya sentido un poco de ansiedad”.

“Luchar es la única contestación que puedo dar con certeza”.

“Hacer un retrato de cada familiar, cada ser querido con su taza de café”. Algún día.

“Pido y pienso en el shooter de hoy [6 de enero], veterano boricua, que encuentre la paz que necesita”.

“Ganó Moonlight su Golden Globe. Espero que gane su Oscar. Nunca olvidaré cuando sonó ‘Cucurrucucú Paloma’ y se me curó el alma”.

“Vomité antes de recibir el diploma. Lloré. Di un taller sobre escribir historias. Leí parte de un cuento de José Luis González, ‘La noche que volvimos a ser gente’, frente a muchos maestros puertorriqueños”. Brillaban tantos ojos. Fue hermoso.

“Pienso que todos los maestros que me inspiraron y me llevaron a educarme entraban seguros de que yo podría con más de lo que yo pensaba”. […] “Esto de subestimar al ser humano de verdad me deprime”.

“Ver Chicago. Ciudad que tanto quiero y tanto sufro. El tramo de L desde Clinton hasta Garfield basta para ver la desigualdad y el racismo en esta ciudad”.

“Quiero decirles que Frank Ocean es el mejor poeta contemporáneo y convencerlos”. Algún día acumularé las palabras para hacer este argumento. Por lo pronto me queda citar a Greta Gerwig, “I get so inarticulate when I talk about things I love”, y exhortarlos a que exploren esta verdad que asevero o esta aseveración que verifico. Mientras, yo navegaré la inutilidad de hacerla palabra.

“Me pregunto cómo iría la trama de una novela que se titule En el tiempo de las jacarandas”.

“Nunca me abandonará el consejo de Marcos: ‘Dejar de pensar tanto en cómo vivir y ocuparse uno de hacerlo’”.

“Escribiendo me salvaré la vida”.

“Es tan corto el amor y tan largo el olvido”. Esto lo escuché de la boca de Chavela Vargas en un documental, pero no lo dijo ella.

“La mayor enseñanza: que la ansiedad no siempre es mala. Será incómoda, pero es una señal que no logramos reconocer, una alerta, un sentir muy agudamente que nuestra humanidad anda en peligro, nos necesita, quiere que seamos más considerados con ella, que la tomemos en cuenta”.

***

Recientemente pienso mucho en la soledad de estos tiempos. He escuchado criticar y refunfuñar: “La gente tiene que aprender que Facebook no es un diario”. No soy quién para decir lo que la gente tenga que aprender o desaprender. Entonces observo: algunos cuelgan fotos de sus tres comidas o nos indican dónde están y con quién o publican párrafos sobre su más reciente despecho, incluso dolores muy íntimos. Yo, por ejemplo, a veces comparto mis dolamas o inquietudes políticas.

Facebook es un diario interesantísimo, agobiado, más barato que la silla del psicólogo: algo como la soledad de estos tiempos: ¿compartir intimidades con quién exactamente? Todos, nadie, el resto enchufado: los que están en Facebook mientras cenan, crían un muchacho y se acuestan a dormir al lado del ser que aman.

También me sobrecoge el dolor pavoroso que causa un episodio de Black Mirror o la película Her. Nunca olvido la genialidad que escribió Manohla Dargis al final de su reseña sobre esta peliculaza: the great question isn’t whether machines can think, but whether human beings can still feel (la gran pregunta no es si las máquinas piensan, más bien sería si los seres humanos todavía sienten).

No tengo mejor final para este escrito que esa cita, cuando pienso y no dejo de pensar, sentada en la silla del psicólogo, en la soledad de estos tiempos.

Adaline Torres Feliciano

(San Juan, 1994) Colecciono letras de canciones, tweets, fotos borrosas de ciudades, postales, paseos por plazas de mercado, ataques de ansiedad y despedidas. Escribo pa' no llorar.

2 comentarios sobre “Yo sé que hay cosas que te ayudan a vivir

  1. Un escrito que me hizo pensar en mi propio yo, diluyéndose en las redes y en todo lo que se piensa y se desecha con tanta facilidad en estos tiempos. Me encanto en verdad siempre es un gusto leerte. Saludos 🙂

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