Ilustración de Dirk Petzold.
Mariano Rolando Andrade *
El poeta de las manos rotas
I
Desperté una noche
tras veinte años
y entendí el dolor:
mis manos yacían
destrozadas
a golpe de martillo
sobre la mesa de trabajo.
Primero lloré;
siguió el silencio.
¿Qué hacía yo
con las manos así,
añicos y poco más?
¿Quién se había
ensañado en mi sueño?
Ya nunca más
crearé versos, me dije.
Se acabó.
Tu suerte al fin
es la de tantos hombres
abatidos
a mitad del camino.
Miraba mis manos
y callaba.
Callaba y miraba.
Desahuciado,
recordé al músico
que perdió sus dientes
y huyó para renacer.
Temblé, la sangre
caliente sobre la mesa.
¿Y yo?
¿Adónde podría ir?
¿Adónde curaría
estos dedos
y esta garganta?
II
A los Mares del Sur,
escuché decir a Rimbaud
desde Java.
A los Mares del Sur,
susurró Conrad en el Otago,
enterrado en Tasmania.
¡Sí, a los Mares del Sur!,
gritó solitario Melville
en Nuku Hiva.
¡Eso, a los Mares del Sur!,
escuché a Stevenson
en Vailima y a London en Viti Levu.
III
Cesó el llanto.
Recogí mis restos
y así partí,
feliz en la negrura.
Quienes me veían
sonreían
y murmuraban:
“Ahí va,
déjenlo solo:
es el poeta
de las manos rotas”.
Songlines
Aquí la tierra es roja
y el nombre del muerto
no se pronuncia por un año.
La tierra entera es un laberinto
de versos y notas,
esparcidos antaño por ellos
en sus travesías
para que los hombres canten
y no olviden quiénes son.
La tierra entera es una melodía
que guía a los hombres
a través de lo desconocido,
como la estrella matinal
más tarde
camino a la tierra de los muertos.
Aquí -allí también sospecho-,
la tierra que no se canta
es tierra que morirá.
Canción del ojo rojo de Yasur
Ella y yo
al final
del Camino Olvidado.
Al final
de nosotros.
Amparados
por el ojo rojo de Yasur.
Advertidos
por los suspiros.
Ella y yo
vagando
por la llanura de cenizas.
Al final
de nuestro amor.
Espiados
por el ojo rojo de Yasur.
Ella y yo
en las tierras
del demonio Taramsumas.
Al final
del Camino Olvidado.
Salpicados
día y noche
por las lágrimas
que caen al cielo
desde el ojo rojo de Yasur.
El entierro de Stevenson
De pie ante tu tumba blanca,
veo el océano que te trajo
y la jungla que te amparó,
las montañas que quizás
te llevaron a Escocia.
Veo a los jefes samoanos
recibir la noticia
“Ha muerto Tusitala”,
que partió de la casa en Vailima
una noche de diciembre.
De pie ante tu tumba blanca,
comprendo tus dos deseos:
ser enterrado en lo alto
de la montaña Vaea
y llevar las botas puestas.
Pocos son los palagi
que han merecido lágrimas
en estas islas y mares
saqueados sin descanso
por las plagas de Occidente.
De pie ante tu tumba blanca,
gran Tusitala del norte,
veo las antorchas y escucho
los brazos de doscientos
surcando la tierra cuesta arriba.
El resto de Samoa se pregunta
“qué desgracia nos ha caído”,
y en la morada de Vailima
alguien prepara tu mortaja
y viste tus pies desnudos.
Llega la temida mañana ya,
tus anfitriones te acompañan
y los más fuertes cargan
el ataúd hasta lo alto de Vaea,
la cima de la tumba blanca.
Paciencia
Los colchones húmedos
y las camas apiladas
de albergues sin alma
y sin ventilador,
boqueando para conseguir
un hilo de aire,
esa palabra
que te dé sentido.
Despierto por siempre
entre extraños.
El silencio.
La lluvia que aplaca
toda prisa.
Paciencia.
Escribir.
Escuchar
lo que no se dice.
Buscar en la noche,
revolver en el corazón.
No entregarse.
Despegar el cuerpo
del colchón húmedo
y boquear.
Un poco de aire,
un atisbo de belleza.
Respetar
la lluvia sagrada.
Esperar.
Paciencia
y desilusión.
El aire espeso,
los insectos,
los extraños.
La dicha
te observa sentada
al pie de la cama.
Las rimas y la belleza
se ocultan
en la paciencia.
Lo sabés:
hay una sola forma
de ser poeta.
(*) Mariano Rolando Andrade (Buenos Aires, 1973). Escritor, poeta, traductor y periodista, es editor y miembro del comité editorial de la revista Buenos Aires Poetry. Colaboró en diversos medios en Argentina antes de trabajar con la Agencia France-Presse en París, Bruselas y Nueva York. Publicó la novela “Los viajes de Rimbaud” (1996), participó en la antología de poesía “Buenos Aires no duerme” y ganó el Premio Juan Rulfo a mejor cuento en lengua francesa (2001). Acaba de coeditar junto con el poeta, traductor y crítico literario Juan Arabia la antología bilingüe “Poesía Beat” (2017).
A fines del año pasado recorrió los míticos Mares del Sur, desde Yakarta hasta las Islas Marquesas, tras las huellas de Rimbaud, Melville, Stevenson y Conrad, para escribir un libro que será lanzado próximamente en la colección Pippa Passes de Buenos Aires Poetry. Sus textos han sido publicados en Argentina, México, Venezuela, Chile, España e Italia.