Luciano Castillo: la pasión de la pupila y las letras

Por: Juan Guillermo Ramírez

 

El cine es una pasión vital, un cuerpo vivo, objetivo y en perspectiva, una ontología, un monumento de nuestra época. L. C.

 

Dentro de las distintas personalidades que anunciaron su asistencia en 1985 al XXV Festival de Cine de Cartagena, sobresalió la presencia del crítico nacido en Camagüey (Cuba) Luciano Castillo, uno de los investigadores más serios y acuciosos del cine cubano, autor de una vasta obra que resulta un sustancial aporte al conocimiento del séptimo arte. Se ha destacado en la promoción del cine a través de los medios de difusión masiva -prensa, radio y televisión-, así como la fundación y fomento de cine-clubes en su ciudad natal.

Licenciado en Contabilidad por la Universidad de Camagüey, en 1974 y Máster en Cultura Latinoamericana, por el Instituto Superior de Arte, en el año 2007. Desde 1984, es Jefe de la Mediateca André Bazin, de la Escuela Internacional de Cine y Televisión, de San Antonio de los Baños. Escribe, conduce y dirige, a partir del 2004, el programa semanal De cierta manera, de Habana Radio, cuya versión televisiva que trasmite el Canal Educativo 2 fue seleccionado como el mejor espacio cinematográfico en el Festival Nacional de Televisión 2010. Ha creado y conducido otros programas de cine en la televisión y ha sido redactor, editor y director de diversas publicaciones. Fundador de la Asociación Cubana de la Prensa Cinematográfica, filial de la Federación Internacional de la prensa Cinematográfica (FIPRESCI). Miembro del Consejo Nacional de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba. Actualmente es director de la Cinemateca de Cuba.

Tuve la oportunidad de conocerlo unos meses atrás en Pereira, ciudad que logró reunir a un grupo de críticos de cine y aprovechó la ocasión para lanzar dos libros publicados: “La verdad 24 veces por segundo” y “Con la locura de los sentidos”. De él ya habíamos leído en la revista “Cine Cubano”, “Cine guía” y en “Documento cinematográfico”, una serie de amenos y precisos artículos que denotan una inmensa pasión por el fenómeno cinematográfico.

Nombres como Guiliano Gemma, María Félix, François Truffaut, Serguei M. Eisenstein, Robert M. Young, recibieron de su puño, letra, recuerdos y oficio, un merecimiento para la elaboración de su análisis crítico, salpicado de nostalgia y de gusto, utilizando el método hermenéutico sin olvidar la contextualización histórica.

De sus pasos por Colombia no solo deja el recuerdo de ser un cómplice de historias proyectadas, de pasiones secretas y silenciadas por estrellas del séptimo arte, mujeres que hicieron sus primeras apariciones en nuestros sueños de juventud, de poseer una afinidad vivificada. También deja una deuda por una entrevista por hacer y sus hermosos testimonios escritos en sus libros que a continuación se comentarán.

“La verdad 24 veces por segundo”, reúne 21 artículos seleccionados, en donde se destacan: una película del realizador inglés Peter Yates: Conjura senatorial (1968); Macbeth de Roman Polanski, Asesinato en Catamout del cineasta polaco Krzysztof Zanussi, la conocida historia de un loco lúcido que se enfrenta a unos cuerdos dementes: Atrapado sin salida de Milos Forman; una película que si no es porque Luciano Castillo hace referencia, fácilmente la hubiéramos olvidado: El gato y el ratón de Claude Lelouch, o las aventuras, venturas y desventuras de un oportunista como lo fue Barry Lyndon de Stanley Kubrick. Y así van desfilando por el recuerdo, llevados por las palabras, otras películas impresas que al ser leídas vuelven a las pantallas de nuestra memoria.

“Con la locura de los sentidos”, editado en Buenos Aires, está conformado por una serie de entrevistas a realizadores latinoamericanos y logradas en diferentes Festivales de Cine. Por eso no sorprende encontrar más que el género de la pregunta y de la respuesta escueta, charlas informales que abarcan trayectorias de viajeros de la imagen como el colombiano Lisandro Duque, el puertorriqueño Jacobo Morales, el venezolano Alberto Lamata, al mexicano Paul Leduc, los argentinos Fernando Solanas y Adolfo Aristarain, el boliviano Jorge Sanjinés, el dominicano Agliberto Meléndez, el peruano Francisco Lombardi y el chileno Ricardo Larraín.

Eterno investigador, publica la Universidad Autónoma de México el importante libro coescrito con  el historiador Arturo Agromonte, “Ramón Peón, el hombre de los glóbulos negros”, considerado por él el Griffith cubano. Su obra La virgen de la Caridad cerró la etapa del periodo del cine silente en Cuba y es considerada como una de las películas más importantes del cine comercial en el período pre-revolucionario.

Otro libro denso más no aburrido, es “Carpentier en el reino de la imagen” y comienza por ese acercamiento que tuvo este escritor con la crítica de cine, con un análisis de Charlie Chaplin y lo que tiene de real y maravilloso, un camino que va del novelista barroco al crítico sobrio. Y termina su recorrido, después de establecer la comparación entre Carpentier y Buñuel, con las novelas llevadas al cine como ‘Los pasos perdidos’, ‘El siglo de las luces’, algunas consideraciones sobre el guión de ‘Guerra del tiempo’.

Cinemateca de Cuba, Luciano Castillo, Literariedad

Y el tiempo y el cine se encargan de un nuevo reencuentro, esta vez de nuevo en Pereira. Y como siempre llega cargado de libros que comparte y esta vez fue “Trenes en la noche”, publicado por Editorial Oriente de Santiago de Cuba. El escritor y guionista Senel Paz, en el prólogo escribe: Es propio de los críticos de cine del mundo entero –y por tanto los cubanos no son una excepción- tener ‘personalidad de críticos de cine’. Aire de tipo feroz, preferentemente desaliñado, cierta dosis de petulancia y una inclinación al crimen, sobre todo por descuartización. Un buen crítico de cine debe morder, y debe parecer que muerde y enseñar los dientes en cuanto se le mire. Irle a la contraria a la humanidad entera en cuanto a la opinión sobre un filme, es la apoteosis parta el crítico, su verdadero orgasmo, su Oscar de la Academia. No digo que Luciano Castillo no tenga algunas de estas pulgas, pero él, uno de los contados zares de la crítica de cine en Cuba, agrega bondad y amabilidad en su tarea.

Este tren de películas lleva en sus vagones ensayos, críticas y entrevistas que en conjunto pasan revista e indagan en un amplio espectro de la experiencia cinematográfica del mundo al tiempo que aportan el testimonio cultural de toda una época en lo que al arte fílmico se refiere. Del mismo modo revelan el camino recorrido por Luciano en su aprendizaje y en su magisterio. Podemos seguir, a través de estas páginas, paso a paso, cómo se va formando el crítico, cómo va creciendo y adueñándose de sus armas: la cultura cinematográfica, la capacidad de análisis y el estilo para expresarse; y la soltura con que se mueve luego en el espacio conquistado.

“Trenes en la noche” (Editorial Oriente, Santiago de Cuba, 2011, 364 páginas) recoge parte de la producción crítica de Castillo. Según el propio crítico, publica su primera reseña, sobre el filme polaco Todo para vender, la selección de artículos va desde sus trabajos en “Adelante” (1979-1983) hasta sus colaboraciones en revistas como Cine Cubano, Revolución y Cultura, Unión, El Caimán Barbudo. Incluyó también textos inéditos, así como notas redactadas para los espacios televisivos Toma Uno y Cinema Europa.

El libro está estructurado en cinco bloques. “Trenes” lo conforman treinta y cuatro críticas sobre filmes. “Maquinistas” agrupa ensayos acerca de importantes cineastas como Claude Chabrol, Luchino Visconti, Joseph Losey, Eric Rohmer. “Estaciones” está dedicado a un conjunto de temas sobre los que, de acuerdo a su autor, se ha ocupado con perseverancia (el cine chino contemporáneo, el realismo mágico en la cinematografía latinoamericana). En “Pasajeros”, se agrupan entrevistas realizadas a actores como Ángela Molina, Julie Christie, Hanna Schygulla, Ralph Fiennes. “Andén”, recoge un texto titulado “El cine en fuga”, que su autor concibió originalmente como un tributo al centenario del cine.

La diversidad temática y el hecho de haber sido escritos como textos independientes hacen que no sea posible hacer una referencia directa a ellos. Lo que sí demuestra es que es un crítico documentado, riguroso y dotado de una gran lucidez y capacidad de análisis. A propósito de esto último, algo a destacar es que da más argumentos que adjetivos. Escribe además con una claridad meridiana, y sus trabajos consiguen atrapar al lector desde las primeras líneas: Que un grupo de personajes atrapados en una coyuntura histórica determinada experimenten modificaciones en sus actitudes y formas de enfrentar la vida y sus destinos, ha sido tema recurrente en numerosos filmes de diversa procedencia. El guión concebido por Alexandra Cardona para Confesión a Laura (1990), primer largometraje de ficción realizado en coproducción con el ICAIC y la Televisión Española por el productor y director colombiano Jaime Osorio, se inscribe dentro de estos parámetros.

Por esos méritos y aciertos, resultan muy justas las palabras de elogio que Senel Paz expresa en la introducción al libro. Como allí afirma, los textos que Castillo hace desfilar ante nosotros dan fe de su voluntad personal y de su carácter, de su determinación autodidacta, y recogen igualmente su vivencia fílmica y las estaciones y paradas recorridas por el autor en su formación como especialista en el arte cinematográfico pero también en el arte de escribir y el de comunicar, pues en este oficio del siglo XX sin el dominio del segundo, poco vale el primero.

Por Juan Guillermo Ramírez para Literariedad.

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Asumimos la literatura y el arte como caminos, lugares de encuentro y desencuentro. #ApuntesDeCaminante. ISSN: 2462-893X.

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