Imagen de un límite
Les presentamos tres poemas multitudinarios, rodeados por las calles de la urbe de urbes, bien siendo aves desamparadas o vagones de metro vacíos, de Almudena Vidorreta.
Wall street
Hombres en manada,
trajes para hormigas rojas
que a las piernas se encaraman
de los que portan sueños.
En el fondo de la fuente
los fantasmas se relamen
a sabiendas de que el deseo
casi nunca flota.
De un momento a otro,
un cielo gris de peso imperceptible
romperá a llorar
por la herida de todo rascacielos
que a mi paso se convierte en hombre.
Ni una sola calle
sabe pronunciar este apellido
que arrastro y despliego
como un paraguas roto.
Quién tuviera dinero suficiente
para invertir en lluvia.
De Nueva York sin querer
Contradicción
Nueva York, lecho de raso,
es también una libélula en la oreja,
es un vientre lleno de medusas
y las lágrimas de tres mujeres.
Es Brooklyn todavía en la pantalla,
como si un muro invisible
de cristal empañado.
La manzana y la náusea,
la migraña, la nostalgia,
el café caro, las moscas,
la putrefacción,
la golosina.
Nunca antes la sensación tan perfecta,
la comprensión del oxímoron redondo.
A veces, allá en la cúspide,
y otras tantas, las más,
en el subsuelo,
por debajo del concreto que pisas,
sepultada por la fuerza de tus pasos,
con ese caminado suave
que de todo me invita a dudar.
De Nueva York sin querer
Bronx
Pocas veces una idea tan precisa,
un pensamiento tan claro
como este que me viene cada martes
cuando llego temprano al Bronx.
Con nitidez solamente veo eso,
desde la dos veinticinco hasta Rose Hill,
desde la orilla del Hudson a Metro Nord:
no dormir, trabajar, tener seis hijos,
ser tan joven como pobre
y haber mamado la mentira
de una ilusión patológica.
Cuando hablo del futuro
se nos echa la gramática por tierra
y a menudo, con acierto,
mis estudiantes
cierran los ojos.
Ahora ya sé qué responder
si me preguntan:
poesía es lo que haces por las noches.
De Nueva York sin querer
Almudena Vidorreta. Zaragoza, 1986. Doctora en Filología Hispánica por la Universidad de Zaragoza, trabaja como profesora universitaria y vive en Manhattan desde 2013.
Es autora de Tintación, Algunos hombres insaciables, Lengua de mapa (XXII Premio de Poesía «Universidad de Zaragoza»), Días animales y Nueva York sin querer.