Imagen de la piel del mundo
Les presentamos tres poemas circundados por los aromas de diferentes flores, alimentos imprescindibles, lugares para brotar de nuevo con vida y memorias poéticas, de Yolanda Castaño.
Manzanas del jardín de Tolstoi
Yo,
que bordeé en automóvil las orillas del Neretva,
que apuré en bicicleta las calles húmedas de Copenhague.
Yo que medí con mis brazos los boquetes de Sarajevo,
que atravesé, al volante, la frontera de Eslovenia
y sobrevolé en avioneta la ría de Betanzos.
Yo que partí en un ferry que arribaba a las costas de Irlanda,
y a la isla de Ometepe en el Lago Cocibolca;
yo que nunca olvidaré aquella tienda en Budapest,
ni los campos de algodón en la provincia de Tesalia,
ni una noche en un hotel a los 17 años en Niza.
Mi memoria va a mojar los pies a la playa de Jurmala en Letonia
y en la sexta avenida se siente como en casa.
Yo,
que pude morir una vez viajando en un taxi en Lima,
que atravesé el amarillo de los campos brillantes de Pakruojis
y crucé la misma calle que Margarett Mitchell en Atlanta.
Mis pasos pisaron las arenas rosadas de Elafonisi,
cruzaron una esquina en Brooklyn, el puente Carlos, Lavalle.
Yo que atravesé desierto para ir hasta Essaouira,
que me deslicé en tirolina desde las cumbres del Mombacho,
que no olvidaré la noche que dormí en plena calle en Amsterdam,
ni el Monasterio de Ostrog, ni las piedras de Meteora.
Yo que pronuncié un nombre en el medio de una plaza en Gante,
que surqué una vez el Bósforo vestida de promesas,
que nunca volví a ser la misma después de aquella tarde en Auschwitz.
Yo,
que conduje hacia el este hasta cerca de Podgorica,
que recorrí en motonieve el glaciar de Vatnajökull,
yo que nunca me sentí tan sola como en la rue de Sant Denis,
que jamás probaré uvas como las uvas de Corinto.
Yo, que un día recogí
manzanas del jardín de Tolstoi,
quiero volver a casa:
el escondite
que prefiero
de A Coruña
justo en ti.
De A Coruña á luz das letras
Pasé tantas veces por aquí, y… nunca os había visto
Estamos elaborando un inventario minucioso,
como el herbario de una constelación impredecible.
Están primero los lirios, aderezo de estrellas precipitadas,
las dalias y los crisantemos,
hay que contar a las amapolas porque también lo merecen las
flores tímidas y menudas.
La de la higuera es una flor subliminal.
Las más librescas de todas, las inflorescencias en capítulo.
La orquídea es claramente una flor sicalíptica,
se imita demasiado, no sigo por ahí.
El hibisco llena de antojos y proverbios la tarde.
Hortensias: contadme cuánto de feliz fui aquí.
Están los iris, la lavanda, la llamada rosa de té.
Y luego está la magnolia que, como su nombre indica,
en tiempos debió de dar emblema a algún tipo de soberanía mongol.
Calas, anémonas, el aguerrido síntoma del rododendro.
Después están otros prodigios registrables en latitudes apartadas,
como la indecible flor del chilamate,
que se siente pero no se ve, como
ese profundo amor que sube como un bramido desde las rodillas.
Hay
adargas de río, rosas chinas, dientes de león.
Tenemos también cosmos y azar y pensamientos pero esas son ya
flores más conceptuales.
La pasiflora es como el trono de una respuesta, el
baldaquino de una consideración.
Hay flores que llevan para siempre el nombre del primer ojo que las vio.
Lilas, caléndulas, clavellinas.
No puedo olvidar las mimosas, enjambre de diminutas advertencias,
ni a mis absolutas consentidas: fragor indecente de las buganvillas.
Pero, ya os decía, no sé, es curioso,
pasé tantas veces por aquí y…
no,
no os había visto
nunca.
De Cuadernos de Villa Waldberta/Aufzeichnungen aus der Villa Waldberta, Instituto Cervantes of Munich and Munich City Council, GERMANY
LISTEN AND REPEAT: un pájaro, una barba
Todo el cielo está en cuclillas. Una sed intransitiva.
Hablar en una lengua ajena
se parece a vestir ropa prestada.
Helga confunde los significados de país y paisaje.
(¿Qué clase de persona serías en otro idioma?)
Tú, me haces notar que, a veces,
este instrumento mío de cuerda
vocal
desafina.
En el patio de luces del lenguaje,
se me engancha la prosodia
en el vestido.
Te contaré algo sobre mis problemas con la lengua:
hay cosas que no puedo pronunciar.
Como cuando te veo sentado y sólo veo
una silla –
ceci n’est pas une chaise.
Una cámara oscura proyecta en el hemisferio.
Pronunciar: si el poema es
un exorcismo, un cambio de agregación; algún humor
solidifica para abandonarnos.
Así es la fonación, la entalpía.
Pero tienes toda la razón:
mi vocalismo deja
mucho que desear.
(Si dejo de mirar tus dientes
no voy a entender nada de lo que hables).
El cielo se hace pequeño. Helga sonríe en cursiva.
Y yo aprendo a diferenciar entre una barba y un pájaro
más allá de que levante el vuelo
si trato de cogerla
entre las manos.
De A Segunda Lingua [La segunda lengua]
Yolanda Castaño. Santiago de Compostela, 1977. Licenciada en Filología Hispánica. Desde 2009 dirige varios proyectos estables y regulares, siempre con poetas gallegos e internacionales: el ciclo mensual de recitales POETAS DI(N)VERSOS en A Coruña (Premio de la Crítica Galicia a la mejor Iniciativa Cultural), el Festival de Poesía PONTEPOÉTICA en Pontevedra y el Taller Internacional de Traducción Poética en la isla de San Simón. Además, ofrece talleres literarios, recitales poéticos, videopoesía y otras muestras de su trabajo dentro y fuera del país, por toda Europa y América, además de Túnez, India, China o Japón. Durante años trabajó en televisión (Premio Mestre Mateo Mejor Comunicador/a de TV 2005) y publicó columnas en distintas cabeceras gallegas. Fue responsable de muestras poéticas colectivas, de traducciones de poetas contemporáneos y de ediciones literarias. Aparece representada en numerosas revistas especializadas, libros colectivos y antologías tanto gallegas como estatales y extranjeras, así como en numerosos festivales internacionales de poesía por todo el mundo, habiéndose traducido en parte a más de quince lenguas.
Premio de la Crítica Española 1999, Premio Espiral Maior 2007, Premio El Ojo Crítico 2009, Premio Fundación Novacaixagalicia, «Autora del año 2015» para las Librerías de Galicia y Finalista del Premio Nacional de Poesía entre otros galardones, Yolanda Castaño cuenta con seis poemarios individuales (entre los que destacan Vivimos en el ciclo de las Erofanías, Libro de la Egoísta, Profundidad de Campo o el más reciente, La segunda lengua), ediciones bilingües de los mismos para España y Latinoamérica, un par de antologías personales, algunas plaquettes (en castellano, macedonio y chino) y cinco libros de poesía infantil, además de obras firmadas como editora y traductora. Desarrolla multitud de experiencias que fusionan la poesía con otros lenguajes creativos (plástica, música, audiovisual, danza, arquitectura… y hasta cocina), bien en solitario o en colaboración con otros artistas. Fue distinguida con cuatro becas internacionales de creación en residencia: en 2011 en el IWTCR de Rodas (Grecia) y en la Villa Waldberta (Múnich), en 2014 en el Home of International Poets de Beijing (China) y en 2016 en el Castillo de Hawthornden (Escocia).