I said goodbye to someone that I love
It’s not just me, I tell you it’s the both of us
And it was hard
Like coming off the pills that you take to stay happy
– Belle and Sebastian
***
¿Dónde me quedé? Si mal no recuerdo, estaba saliendo de una ansiedad depresiva y reintegrándome al mundo real, porque me recomendaron que me reintegre aunque no me sienta preparada. En otras palabras, me dijeron que me zumbara.* Y yo, que he bebido hasta jugo de repollo morado para espantar dolores, me zumbé. Pero al parecer, no me hicieron el cuento completo o esto es más difícil de lo que yo pensaba porque todavía sigo en ello. Todavía estoy saliendo de la ansiedad depresiva. Esto no era zumbarse y ya. Es zumbarse y fake it ‘til you feel good o fake it ‘til you can hide and cry. Esta semana, por ejemplo, una semana de ansiedades fuertes, he recurrido más a la segunda táctica que a la primera. Pero en este escrito me interesa pensar más en lo que implica la primera: fake it ‘til you feel good. Tremendo oxímoron. Un oxímoron fascinante.
Feelings can’t be fake.
And you can’t fake feel.
Or can you?
¡Disequémos este oxímoron, pues!
Fake it ‘til you feel good: Finge que te sientes bien hasta que te sientas bien.
Es que no se puede. Simplemente hay días que no se puede. Más honesto sería admitir que muchas veces finjo que me siento bien hasta que la ansiedad me explota en high definition y me es imposible decir que estoy bien. Esta admisión más honesta resume el hábito-vicio que me gustaría dejar. O sea, ya no quiero esperar por que la ansiedad me avise que algo no está bien, que no me siento bien. No me gusta cuando la ansiedad me hace sentir ciega, que no sé leer lo que me dicen mis sentimientos. Eso es, ahí está: quiero aprender a leer lo que me dicen mis sentimientos.
En fin, que todavía no sé cómo se amortigua este hábito-vicio del que hablo; estoy casi segura que está fuera de mi control. Pero qué se joda, seguiré escribiendo hasta llegar a alguna verdad más profunda sobre esto y sobre tantas otras cosas. Ya me distraje de hablar sobre si podemos o no podemos fingir los sentimientos porque especialmente cuando escribo, no me sale fingir sentimientos. Escribir y tejer verdades para entenderlas y empezar a creérmelas, ése sí es el hábito-vicio que no dejaré jamás. Aunque mis verdades acaben siendo más cuentos que me hago para vivir.
Es que, de verdad, ¡agh! pareciera que desde que empezamos a ser seres conscientes nos enseñan a 1) no hablar tanto sobre el dolor (porque eso es incómodo) o lo que no es tan diferente, a decir que estamos bien aunque no estemos bien (porque eso es más fácil). Y por instinto consiguiente, también nos enseñan a 2) fingir que nos sentimos bien hasta que nos sintamos bien, por obra y gracia de Dios o del Universo o de los happy pills. Será. Sentirse bien es el estado más deseado, sin embargo, también, el que más fingimos. Pero imagínate tú, ¿qué pasaría si todos los expertos en fingir sentimientos dejaran de fingir? El mundo se convertiría en un asilo para deprimidos. Como deprimida incitadora, yo me postularía para rediseñar las políticas públicas y las leyes de ese mundo.
Conclusiones, o, apuntes para mis próximos días:
Sentirse bien, valga la redundancia, es cuestión de sentir no de fingir. Sentirse bien es un proceso inacabado, inestable e impredecible: es la lucha que aprendo cuando vivo, leo, pienso, siento y escribo. Sentirse bien es una Realidad (añorada). Sentirse bien no existe sin el Destino. Pero tampoco se recomienda esperar mucho por el Destino para sentirse bien, porque se te va la vida en ello. Sentirse bien como estado de vida constante probablemente sea Imposible. Por eso yo me conformo con que la Felicidad sea un poco triste y que la Tristeza sea bastante feliz. Pero ya no quiero conformarme con que la Tristeza sólo sea un poco feliz. Por eso yo escribo.
(Prometo que ya no te postergaré tanto, Señora Escritura.
Tu fan más amateur o tu amateur más fan,
Ada)
*Presione el enlace para que vea lo que quiero decir con zumbarse, no se quede con la duda si no sabe.