A Junot.
***
Llevo varias semanas dándole vueltas a la misma idea: cómo, a través de la vida, dejamos de conocer a personas que, en etapas previas, creíamos conocer tan bien. La distancia y la falta de comunicación, por ejemplo, pueden hacer que dejemos de conocer a algunas personas. Y esto es normal, suele pasar en la vida. Entonces, ¿por qué darle tanta cabeza a esta idea? Quizás porque dejar de conocer a alguien como lo estoy pensando yo, significa admitir que uno ya no es la persona que era antes. Y que según vamos cambiando, hay versiones de nosotros que se quedan congeladas en el tiempo, específicamente en la memoria de aquellas personas que dejamos de conocer.
Hace dos años y medio, durante mi último año de universidad, tuve el honor de asistir a una presentación y conversación pública con el entrañable y sabiondísimo escritor dominicano-estadounidense, Junot Díaz. A esa conversación, que grabaron y publicaron en YouTube, al sol de hoy todavía regreso, para buscar respuestas, aliento, confort. Escucho y transcribo, una y otra vez, los consejos y las palabras que ese día me fascinaron, porque Junot nos habló sobre ser humano con la honestidad propia de un ser humano que se ha visto cara a cara con el dolor. Para este escrito, efectivamente, volví a esa conversación. Rescaté y transcribí una parte que me ha ayudado a desmarañar la idea de «dejar de conocer a alguien porque uno y/o el otro cambia(n)». Ese otoño, Junot nos dijo lo siguiente:
What’s interesting about many of us is that we’re simultaneously here, but we’re also in other times. And many of us are fighting fights from when we were kids in our present-day life. And that’s who we are, we don’t exist simply in the now. And that’s what makes being us very complicated, you know? Most of us are fucking wrestling with shit from when we were 9, 10, 11, 12, even though we are 40, 50, 60.
Traducción mía: Algo interesante sobre muchos de nosotros es que estamos simultáneamente aquí, pero también estamos en otros tiempos. Y muchos de nosotros estamos librando batallas de cuando éramos niños, actualmente en nuestras vidas. Y eso somos, no existimos simplemente en el ahora. Y eso es lo que hace ser humano tan complicado, ¿sabes? Casi todos estamos luchando con mierda de cuando teníamos 9, 10, 11, 12 años, a pesar de que tenemos 40, 50, 60.
Junot me hizo ver que el ser humano es muchas personas a la vez, y por esto, casi nunca conocemos a alguien tan bien como creemos. Es más, casi nunca uno se conoce tan bien como cree. Además, ser muchas personas a la vez también implica cambio, que cambiamos. No somos la misma persona toda la vida, y según cambiamos, cargamos con todas las personas que hemos sido.
En ciertas etapas impredecibles de la vida, por ser muchas personas a la vez, se nos hace difícil mantener relaciones saludables, mantenernos saludables, tener nuestras cuentas claras, afrontar miedos que teníamos y miedos que no sabíamos que teníamos. Se nos hace difícil conocernos cuando nos damos cuenta de que somos muchas personas a la vez. Y cuando digo conocernos me refiero tanto a conocernos los unos a los otros como a conocerse uno mismo. Por esta complejidad del ser, entiendo yo, conocernos, requiere 1) tener algo de fe en el otro ser humano complejo con el que nos relacionamos y 2) entender que, ser muchas personas a la vez, durante ciertas etapas impredecibles de la vida, se nos hace más pesado y doloroso que en otras.
En dichas etapas impredecibles de la vida, es posible que uno también deje de conocerse. Por un tiempo, yo dejé que mi ansiedad se convirtiera en quién yo era. Yo vivía dominada por la ansiedad. La ansiedad me definía. Yo era ansiosa y todo lo demás era más difícil (por no decir imposible) porque yo era ansiosa. La vida entera era más difícil por la ansiedad que se presentaba en cada paso que yo intentaba o no intentaba dar. Por casi dos años, quizás hasta un poco más, mi Realidad Acaparante era un hoyo ansioso y eventualmente, un hoyo deprimido también, por no poder salir del hoyo ansioso. Durante esos años y bajo esa Realidad, yo me convertí en alguien que cagó algunas de sus amistades y otras relaciones interpersonales por su ansiedad. Yo dejé de conocer a algunas personas y dejé de conocerme. Pero yo no veía ni entendía lo que la ansiedad me estaba haciendo, ni en quién me había convertido, porque yo era mi ansiedad. Sería más justa conmigo y con mis sentimientos si lo pusiera así: bajo el yugo de la ansiedad, yo me estaba conociendo de otra forma, con miedos asqueantes y dolores muy, pero muy Reales.
Ahora, que por lo menos ya saqué la cabeza del hoyo ansioso, soy otra persona, quizás la persona número 57 que he sido en la vida, una persona menos ansiosa. Ahora existo y me desplazo en otra Realidad en la que me atrevo a vivir y a afrontar mis miedos más que antes. Ahora es que puedo ver la persona que fui, en lo que me convertí y lo que no quisiera volver a ser. Ahora es que puedo escribir algo como esto. Antes, desde el fondo del hoyo, yo no podía escribir esto. Antes, yo no era la persona que soy hoy. Pero hoy soy todas las personas que fui antes. ← A eso que acabo de decir era a dónde quería llegar. Disculpa si di muchas vueltas y disculpa si alguien ya te había dicho todo esto o algo similar, pero es que yo tenía que decírmelo.
Dejamos de conocernos, sí, pero volverse a conocer después de la neblina ansiosa es toda una aventura para el alma que sobrevive porque observa atentamente y escribe y reescribe la vida. Volverse a conocer, después de haberse conocido en el dolor, es haberse dado otra oportunidad de vivir. Volverse a conocer es atreverse a perdonar a esa persona que fui, la que en momentos dados ya no quería vivir.