El mundo lo construyó Karasa como quien construye una casa – Berichá (Esperanza Aguablanca)

Mucho orígenes. [Imagen: Manel]

No enorgullece presentar este relato sobre el origen del mundo, de la escritora uwa Berichá (Esperanza Aguablanca) que, en sus palabras, tiene los pies en la cabeza, porque nació sin pies.

 

 

Los viejos u’wa dicen que el mundo fue construido por Karasa como quien construye una casa. Esta construcción obedeció al pensamiento de Sira. Antes de todo Sira creó otros personajes para que le colaboraran en la construcción del mundo. Aparecen entonces cuatro personajes dispuestos a cumplir lo que Sira dijera. Los personajes se llamaban: Rutá, Ruruna, Rumura y Chija. A estos personajes Sira les confió la tarea de organizar los pisos del suelo; por eso recorrieron el espacio, hicieron las delimitaciones, localizaron los sitios para los animales y cosas como árboles, plantas, ríos, caños, quebradas, lagos y lagunas. Finalmente establecieron los espacios para la gente u’wa y rioá. También delimitaron las montañas, cerros, cordilleras y llanuras.

En estos cuatro personajes estaba representado el mundo u’wa, la vida de u’wa y rioá, su vida social, la relación entre el hombre u’wa y lo sagrado. Rutá representa los elementos y objetos sagrados que utilizan los ujená; Ruruna representa la cal que se consume con el hayo (coca), y Chija representa el piso, el suelo del mundo.

Sira continuó pensando para que hubiera mundo y se le viene a la mente llamar a su hijo Bistoá para que sea él quien comience la construcción del mundo. Sira ve la necesidad de un mundo, de un espacio, un sitio dónde vivir y descansar la futura generación de u’wa. Él ve la necesidad de construir un mundo, de sembrar totumas —se refiere a la humanidad u’wa—, como también ve la necesidad de sembrar plantas y árboles.

Él ve que solo hay un espacio vacío y agua de color gris que tenía movimiento, que tenía vida. Es entonces cuando Sira va creando en su mente a su hijo —Bistoá—, en las entrañas de la oscuridad. Al fin aparece sobre el agua hecho todo un hombre u’wa; traía su mochila de hayo y el calabazo de la cal entre la mochilita igual que el hombre u’wa.

Cuando Bistoá salió del agua vió que no había dónde posarse, entonces entrecruzó sus dedos y se sentó, mientras pensaba para sí: «¿Qué haré si no hay mundo, no hay tierra donde puedan vivir los u’wa?» y se dijo: «Llamaré a mis sobrinos para que traigan tierra». Y comenzó a llamarlos en su pensamiento: «Sobrinos, no hay mundo, no hay tierra, vengan a traerla, su tío no tiene en qué sentarse para cumplir el pensamiento de Sira».

Al momento llegó su sobrino Chichkuna y le habló así:

—Tío Bistoá, ¿para decirme cuántas cosas me ha llamado?

Le respondió Bistoá:

—Vaya a traer tierra, montañas y suelo —mundo— para que yo, su abuelo Bistoá, pueda beber la creación y asegurar la vida de los que poblarán el mundo.

El sobrino le preguntó:

—¿De dónde podremos traer la tierra?

A lo que el tío contesta:

—De donde recorrieron los padres —rasina—, de las grandes rocas que existen en los cuatro lados del vacío.

Ellos —los sobrinos— obedecieron. Fueron por la tierra, la trajeron y echaron las bases, los cimientos; luego clavaron los pilares que sostendrían el mundo, tan firmes que durarán hasta el fin del mundo, cuando los pilares se deterioren, se caiga la casa y cuando el constructor —Sira— llame al Sol para que se interne nuevamente en las entrañas de su madre la oscuridad. La construcción del mundo la hizo Karasa. Lo mismo que al techo, al cual le colocó unas hojas azules —el firmamento—. Luego consiguió unos adornos para que se mirara bonito durante la noche; clavó unas piedras amarillas y brillantes que son las estrellas. Después de la construcción de la casa, otro personaje llamado Yacchoá trae el agua. Siembran después los árboles en la tierra. Pero quedaron tan altos que se tocaba el firmamento. Inconformes con esta altura, los Sirina ordenaron al viento para que los podara y el viento cumplió su misión dejando los árboles del tamaño como los vemos hoy.

Luego llegaron toda clase de animales como las abejas, el paujil, el cerdo, los camuros —kabura— o cabros, las ovejas y las vacas. Cuando Bistoá terminó esta tarea se preguntó: «¿Habré cumplido con todo lo que Sira me ordenó?». Bistoá vio que le hacía falta lo más importante que era el día y la noche. En este momento Sira volvió a pensar si de esta manera podía vivir la gente u’wa y vio que no. Dicen que la tierra está sostenida por cuatro horcones principales que son: uno está por donde sale el sol y otro por donde se oculta; hay otro clavado en la parte de arriba y el último está clavado en la parte de abajo. La corteza terrestre está sostenida o reposa sobre una anciana llamada Kaká —abuela— que se encuentra tendida boca abajo, con los brazos extendidos. El brazo derecho está extendido hacia el lugar por donde sale el sol; el brazo izquierdo está hacia el lugar por donde se oculta el sol; la cabeza la tiene colocada hacia el frente, es decir hacia arriba, y los pies los tiene colocados hacia abajo. Kaká está amarrada a los cuatro pilares u horcones que están clavados a los cuatro lados. La tienen amarrada y clavada con agujas muy grandes y gruesas que son las lombrices de la tierra. Kaká es velluda, está llena de vellos que son las hierbas que hay sobre la tierra.


Berichá (Esperanza Aguablanca) Escritora e investigadora uwa. Su nombre traduce caracol pequeño. En 1992 publicó en Bogotá Tengo los pies en la cabeza, un texto donde combina historia personal y colectiva, así como recopilaciones y apreciaciones que aproximan la obra a una especie de «autoetnografía» y «autobiografía». En 1993 ganó el Premio Cafam a la mujer del año por su labor entre los uwa. También recibió reconocimiento en Honor al Merito Cultural de la Alcaldía Mayor de Santa Fé de Bogotá y en Cúcuta la Gobernación de Norte de Santander le otorgó la condecoración José Eusebio Caro en grado Extraordinario a la Mujer del año. Becada por la Universidad de los Andes, se graduó en 1995 del Magíster en Etnolingüística de Lenguas Aborígenes, y regresó al municipio de Cubará. Vetada para trabajar como docente en las comunidades uwa, se radicó en el casco urbano del municipio, y continúo estudiando. En 1998, tras realizar cursos semipresenciales, se graduó en la Licenciatura en Filología e Idiomas de la Universidad Libre de Cúcuta.

Literariedad

Asumimos la literatura y el arte como caminos, lugares de encuentro y desencuentro. #ApuntesDeCaminante. ISSN: 2462-893X.

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