Dicen los Uitoto, en la Amazonía Colombiana, que uno va tejiendo un canasto a lo largo de toda su vida con las palabras. El Fanzine La trenza recupera este sentido originario y comunal del tejido de lo que implica la escritura, la palabra poética y el pensamiento femenino desarrollado a través de la lengua española contemporánea. La trenza se constituye como una publicación que se sabe dialogante con ciertas formas de mirar lo femenino, con un sistema patriarcal que aún se recrea y se educa en nuestras interacciones más cotidianas.
El canasto, (La trenza) se teje en varios niveles y estos también son una intervención directa desde el lugar de la escritura femenina hacia lo contemporáneo. El primer nivel, el de la palabra, es el hilo de la creación comunal, donde los textos de poesía, las autoras invitadas, dialogan con los ensayos o más bien, se involucra la lectura de mujeres también poetas sobre la poesía de otras escritoras. Del mismo modo las ilustradoras invitadas se conectan al tejido a través de sus trabajos, como el del collage de la poeta Daniela Prado, el cual como portada de la revista fanzine complementa bellamente esta noción de lo tejido.
En este primer nivel de la madeja, el símbolo que se agencia políticamente es el del gesto de la escucha, de lo que resuena, de la mirada que una y otra, mujeres creadoras, tienen sobre el lenguaje, sobre la poesía. En su primer número publicado: Lucía Estrada lee a Mery Yolanda Sánchez, Andrea Cote lee a Yenny León, María Clemencia Sánchez lee a Fátima Vélez. En este primer tejido la resonancia y la mirada de lo leído crean el perfil del trabajo de la mujer escritora, lectora, un rastro hilvanado entre la creadora y la que sigue las huellas de la creación para interpretar también lo leído.
Otro nivel del tejido es el del flujo continuo de la escritura femenina, la apuesta por la diferencia y la mirada de lo femenino, y de todos los temas desde la perspectiva de las autoras convocadas. Todo el lenguaje construido desde una experiencia diferente tanto de la escritura como de la lectura. Se lee abierta y libremente desde el sentir de lo femenino y en las poéticas que recrean la experiencia sensible femenina. La herida de la violencia, la huella paterna, el cuerpo femenino, lo cotidiano, los reinos de los insectos, los conjuros, la sexualidad femenina, la poesía misma…Son solo algunos de los temas que se bordan entre los textos.
No se propone que la mujer escriba diferente, pero en el tejido, decididamente de lo femenino, se establece una diferencia que resalta la experiencia de la lectura y la escritura de las mujeres, por ello, la publicación logra su objetivo de tejer con el lenguaje, crea el arte de poner de relieve la poesía escrita por mujeres. Esta es su originalidad. Ahora, la discusión por la escritura de la diferencia, que ya zanjaba también Martha Traba como una hipótesis, sigue abierta y La trenza la pone otra vez en tenor, en diálogo con la cultura colombiana, con las formas del país y con el mundo.
El fanzine problematiza el lenguaje (incluso desde el tejido de lo lírico, lo ensayístico y lo visual) el círculo literario y el género, sin dar alguna receta o decirse explícitamente militante como una publicación feminista, pone la mirada en lo femenino desde la escritura. Como una vez lo hicieron en otras épocas las mujeres que pensaron sobre la condición y producción de la mujer escritora. Estos bordes del tejido se hacen con un hilo que le está diciendo al público algo, un acto de habla rebelde diría Judith Buttler.
De este modo, la publicación le está hablando a los círculos literarios y a las diversas industrias culturales moviendo el estatus quo con la manifestación abierta de que las mujeres pensamos, que producimos conocimiento que creamos y que estamos en actividad permanente de pensamiento, es una apuesta por una escritura femenina destacada como tal. Cabe resaltar que quienes la editan son también mujeres escritoras: Tania Ganitsky, Carolina Dávila, Camila Charry, María Tabares y Jenny Bernal.
Inicié esta breve reseña planteando también una forma diferente de concebir la materialidad textual que no es la de la propia representación de las palabras, pues en conclusión creo que La trenza como publicación posibilita una idea también diferente de la escritura y pone el canasto tejido como una forma decidida de reunión de la escritura femenina, para hacer frente a las problemáticas que tenemos las autoras hoy para escribir, leer, publicar, hacer poesía y pensarnos, escucharnos y acogernos desde el gran receptáculo del tejido que hace La trenza del lenguaje.