Hierve el Agua, Oaxaca, México. Foto: Sara Gaviria Piedrahíta para Literariedad.
Nos alegra presentarles una selección de poemas de Alejandra Lerma, de su libro Precisiones sobre la incerteza (2017), ganador del segundo lugar del I concurso nacional de poesía Tomas Vargas Osorio. En ellos su voz es una evocación de los seres queridos que se van de súbito, en apariencia, porque la poesía, invencible, los trae de vuelta.
Y si la muerte
¿Y si la muerte no es más que ir vagando
arrastrado la imagen de este cuerpo,
sintiendo las angustias
los dilemas
todo lo que en la vida nos dolió?
¿Y si la muerte no es más que sombra y rabia
un silencio feroz que nunca cesa,
un estar todos juntos y distantes
sin podernos tocar
sin abrazarnos?
¿Y si la muerte no es tan desconocida
y se parece al rostro de mi madre cuando llora?
Y si la muerte no va a volvernos sabios
ni apacibles
ni locuaces
Seguiremos cargando la misma estupidez
el odio
la amargura
Si ese paisaje hermoso
poblado de vestidos blancos
no existe más que en cuentos
¿Qué haremos de la muerte, dónde la encontraremos,
cómo esperar por ella?
¿Y si la muerte es lo mismo que la vida?
Futuro imperfecto
¿Cómo será el rostro de mi padre cuando muera?
¿Compraré azucenas o me quedaré inmóvil mirando los floreros vacíos?
¿Qué tamaño tomará mi corazón al darse cuenta?
¿Llevaré zapatos altos al entierro?
¿En el hombro de quién recostaré mi cabeza?
¿Discutiré con mamá la frase del obituario? ¿Mamá estará todavía?
¿Mi hermana llorará junto a mí o se encerrará en su rostro?
¿Cuál frase guardará mi memoria, olvidaré su malgenio, pondré en un pedestal sus cinco virtudes?
¿Podrá recordarme él a donde vaya, me llevará en su angustia o en su sueño?
¿Cuantos días me vestiré de negro?
¿Aullaré de remordimiento por lo que callé o por todo lo que le dije?
¿Será el silencio de la tierra o el crepitar del fuego lo último que escuche?
¿Guardaré la sortija de su dedo anular o evitaré sus cosas, como si fueran tristes?
¿Descubriré una noche que lo estoy olvidando?
¿Abriré mis heridas, me obligaré a gritar, dudaré de mi amor?
La incerteza es lo cierto
Me hago estas preguntas en una mañana cualquiera
mientras papá sirve un tazón
de aguapanela humeante
y me mira escribir sin saber lo que pienso.
La vida es el poema
A papá
De alguna manera todo se ha convertido en una metáfora
la vida es el poema
y yo busco
como quien hurga la tierra
y solo encuentra más tierra
Cada hoja seca, cada borde despicado de un vaso,
cada latido de lo inerte
tiene tu nombre
me llamo igual que tú
vives en cada intento de mi olvido
Mi dolor es un templo
en el que entro con los pies descalzos
me acuesto sobre el suelo y miro los arcos, los vitrales,
las estatuas de sal que edificaste
para que yo conociera los rostros de la ausencia
Todas las palabras son débiles ante la muerte
la muerte es el mayor de los silencios
Tendríamos que inventar un lenguaje que anteceda a lo humano
como los animales que se buscan para sentir calor
Estuve recostada en tu pecho, antes de que todo existiera
Te he llevado al fuego y eres nada
tus cenizas pesan lo mismo que el viento
Te busco en todos los lugares a los que nunca iremos juntos
el futuro es la confirmación de que no existes
Ya se ha ido la rabia
y estoy sola
Me estoy rompiendo las manos al escribirte
pero te encuentro en estas letras
Inútiles y sagradas
como tu muerte.
Collage para la muerte
Para John Fuentes, mi amigo entre las sombras
I
Pides que me distraiga
que no mire los puentes y las sogas como si fueran columpios
crees que todo esto se debe a que tengo veinte
casi veinticinco, y que es normal que me pregunte cosas
en esta edad solar
Poco importan las preguntas
las respuestas
Necesito estar tranquila
la tranquilidad no es un horizonte
es sólo una palabra
ante el vértigo.
II
Hay días como tumbas, toda la tierra encima y el olvido.
III
Si vivir es distraer el dolor
prefiero mirar fijo a la muerte
No sé qué hay del otro lado
el otro lado no es éste
Ya no soporto la frontera
donde unas manos invisibles me pusieron
donde unas manos invisibles van a sacarme.
IV
Me miras como si estuviera ardiendo
acercas tu cuerpo para iluminarte
sabes que el incendio es contagioso
Si entras en mí terminaremos oscuros, efímeros
casi inexistentes
toda nuestra piel será ceniza
todo nuestro ardor será un recuerdo y el fuego,
una plegaria bajo el agua.
El final
El final será un campo de trigo bañado por la luz
sin nadie para verlo
sin nadie que confirme su existencia
el final solo será la ausencia de lo humano
el comienzo de otra vida.
Poema para mi hermano muerto
Los muertos no crecen, son memoria detenida
Tendría 16 años si contara con relojes esta ausencia
pero aún tiene dos, sigue con las manos sucias
No recuerdo las palabras inventadas por su lengua pequeña
ni el olor exacto de su pelo dormido
No recuerdo porque la infancia es neblina
pero tengo una idea muy pulida de él
ajustada a mis propios amores y abismos
Llevo una tumba conmigo
un ataúd diminuto atado al pecho
Agradezco su muerte
me arrojó ante la vida
me mostró el otro lado del jardín y de la risa
me enseñó que algo arde
que algo sangra
que algo jamás va a curarse
Aprendí que el dolor no sólo está en las rodillas raspadas
y en los globos que revientan en el cielo.
Alejandra Lerma. Cali, 1991. Le gusta caminar la calle quinta de su ciudad mientras columbra los rojos tejados sobrevivientes, y espera con avidez la brisa de la tarde. Habla de la fragilidad como de Szymborska, pero entonces su voz se hace fuerte y su palabra acoge los matices de lo ineluctable. Es Comunicadora Social y Periodista de la Universidad del Valle.