«Everlife» (Capítulo 1) — Federico Bollecich

¿Vestirse de vampiros es una estrategia comercial? — Foto: Pixabay.

 

Nos alegra presentarles el primer capítulo de una novela cargada de vampiros y mucho humor «Everlife (o el ocaso del porvenir)», del escritor argentino Federico Bollecich, publicada en 2017.

 

Por Federico Bollecich

1

—EVERLIFE fue creado para prolongar la vida y los sueños de los humanos —dijo el vampiro, señalando el recipiente que acababa de colocar sobre la mesa.

La periodista Miranda Llach miró de reojo a Martín Kolodzinski, el jefe de redacción. Éste, parado en un rincón de la sala y con los brazos cruzados, se encogió de hombros.

—¿Algo así como… el secreto de la juventud eterna? —le preguntó Miranda.

—Exacto —respondió el vampiro, extendiendo sus dedos largos y blancos por encima del recipiente—. EVERLIFE es un suplemento nutritivo a base de hierbas naturales capaz de detener el envejecimiento. Le voy a explicar: nuestro organismo es un sistema dinámico en estado de degradación y reparación permanente que finalmente acaba con la muerte. El envejecimiento se debe a una ruptura de ese equilibrio, cuando la acumulación de daños sobrepasa la capacidad de reparación. Los nutrientes de EVERLIFE actúan como un mecanismo de regeneración celular instantáneo.

—¿Podría ser más claro, por favor? —dijo Miranda.

—Por supuesto. Déjeme ver… De los procesos por los que atraviesan los humanos, el envejecimiento es el más triste, inevitable, traumático… ¡el más injusto!

—Disculpe —lo interrumpió Miranda—. Me refería a cómo incide EVERLIFE en ese proceso.

—Lo detiene —dijo el vampiro, en seco.

Se oyeron risas en la cocina de la redacción. Miranda buscó otra vez la mirada de Kolodzinski, que seguía en el mismo lugar y con la misma expresión, pero éste no se dio por aludido. Haciendo un esfuerzo por mantener la prudencia, la periodista suspiró hondo, deslizó sus ojos por el cronómetro del celular que grababa la entrevista, y continuó:

—¿Y cómo piensa hacer para que la gente le crea?

—No pienso hacer nada. El producto se vende solo.

—¿Vestirse de vampiros es una estrategia comercial?

El vampiro frunció el entrecejo. Pareció ofendido con la pregunta.

—Órale, pensé que lo habíamos dejado claro cuando hablamos por teléfono.

—Usted habló conmigo, señor Contreras —le dijo Kolodzinski—. Imagínese que no recibimos todos los días a vampiros mejicanos ofertando un remedio para la juventud eterna. Trate de entender.

El hombre abrió los ojos y buscó la complicidad de su esposa. Sentada a su lado, la vampira se limitó a elevar la mano, como diciéndole de manera sutil e implacable que se tranquilizara.

—Comprendemos su desconcierto, señor Kolodzinski —dijo la mujer—. Por eso hemos traído copias de nuestras partidas de nacimiento.

Mientras la señora Contreras buscaba los documentos en el bolso, Miranda se fijó por primera vez en el joven vampiro que jugaba con unas tijeras que al parecer alguien había olvidado sobre la mesa. De pronto, el vampiro levantó la mirada y la descubrió observándolo. La mujer comenzó a hablar, pero Miranda no le prestó atención. Estaba absorta y no supo si admirar o aborrecer las grotescas y femeninas facciones de aquel rostro pálido, la carne viva de sus rojísimos labios, el abismo insondable de sus ojos azules, y en medio de la confusión y el delirio de su imaginación se le ocurrió comparar aquella mirada inquisitoria con la de una bestia escondida en la espesura de la noche.

—¡Miranda! —dijo el jefe de redacción.

—Sí, perdón, es que…

—Las partidas… —continuó Kolodzinski extendiéndole unos papeles amarillentos—. Ya revisé la del señor Miguel Contreras. Si es verdadera significa que nació en 1789, en la ciudad de México —hizo una pausa y luego agregó en voz baja—: Pensé que los vampiros eran originarios de Transilvania.

Miranda no pudo más. Alzó la vista por encima de los vampiros y trató de pensar en cualquier cosa, encandilada por la luz exterior, reflejada e intensificada en los paneles de acrílico: la más mínima insinuación por parte de una mirada cómplice convertiría su rígido semblante en una sola y breve carcajada.

El señor Contreras levantó el índice y con los dedos de la otra mano comenzó a enrularse el bigote, lo que provocó la risa de la vampira adolescente que filmaba la entrevista con el celular, parada justo detrás de Miranda.

—Eso es un invento de las películas y los bestsellers —dijo el vampiro—. Pero sobre todo del maldito de Bram…

—¡Basta, Miguel! ―le espetó su mujer—. Que no vinimos a injuriar a nadie… ¡por Dios!

—¿Cree en Dios, señora Contreras? —le preguntó Miranda.

—¡Claro que sí! Los cuatro somos cristianos. La que filma es María Eugenia y el que juega con las tijeras… ¡José Antonio! ¡Suelta eso de una vez, pendejo!

Kolodzinski hacía que observaba la partida de nacimiento de Catalina Contreras, la temible mujer del vampiro, pero era a ella a quien miraba de costado sin querer evitar la tentación de imaginarse a sí mismo arrodillado a sus pies de manera caballeresca, besando la fría y delicada mano una y otra vez sin parar, hasta desatar la lujuria contenida de aquella mujer casada. Lo próximo que imaginó, que intuyó, fue que la nota se caía a pedazos en ese preciso momento.

—Para servirle —dijo la vampira, como si le hubiera estado leyendo el pensamiento.

—¡Oh!, disculpe —dijo el editor sin salir del asombro—. Mi nombre es Martín Kolodzinski, para lo que disponga.

La adolescente que filmaba volvió a reírse.

—Bueno —dijo Miranda—. Supongo que su producto deberá pasar por algún control sanitario o farmacológico antes de salir a la venta.

—Oh, no, señorita —corrigió el vampiro—. Recuerde que es un suplemento nutritivo a base de hierbas naturales. No son pastillas. Esto es cien por ciento natural. No tiene nada que superar. Más de doscientos años de buena vida, una estirpe milenaria y trabajadora, además de dos sanos mancebos, nos avalan. Vamos a hacer públicas las partidas de nacimiento y las pondremos a disposición de los expertos, para que consten su legitimidad… Somos garantía de confianza.

El vampiro joven volvió a agarrar las tijeras y buscó de nuevo los ojos de Miranda, pero la periodista no lo advirtió porque tenía el recipiente de EVERLIFE en sus manos. Leyó:

Castañas de indias, cortezas de colpachi, frutos de escaramujo, hojas de gayuba, jengibre, esencia de banana, liquen de Islandia, folículos de sen, raíz de ruibarbo… —hizo una pausa, y preguntó en voz alta—: ¿Uña de gato?

—No se confunda ―aclaró la vampira―. La uña de gato, también conocida como garabato o uña de gavilán, es una planta sudamericana que tiene la capacidad de estimular y fortalecer nuestro sistema inmunológico.

—¿Vendría a ser el ingrediente secreto? —le preguntó Miranda, con sarcasmo.

—Llámelo como usted quiera.

—Pensé que los folículos de sen eran una especie de laxante —dijo Kolodzinski.

—Si se consume por separado, sí.

La puerta de la cocina se abrió y la recepcionista caminó rápido sin quitar la vista del suelo. Se sentó en su sitio de trabajo, detrás del mostrador, a mirar tras la ventana a los oficinistas y estudiantes que marchaban apresurados por la vereda de la ruidosa avenida, calle abajo. Eran las doce del mediodía.

—No sé qué decirles… Creo que no tiene sentido continuar con la nota —dijo Miranda, mientras se acomodaba en la silla—. Para empezar, todo el mundo sabe que los vampiros no existen, salvo en la literatura fantástica y el cine. ¿Acaso alguna vez alguien oyó sobre vampiros en las noticias? Disculpen, pero esto me parece un disparate total. Seríamos el único diario en el mundo con  notas sobre vampiros.

El semblante del señor Contreras se deformó de modo tan abrupto que sus ojos parecían a punto de explotar; su hijo dejó de jugar con las tijeras y volvió a levantar la vista. La mujer, en cambio, permaneció inmutable. Kolodzinski, que había seguido con abstraída cautela la argumentación de Miranda, de pronto pareció tener real interés en el asunto.

—Miranda, por favor —le dijo, abriéndole los ojos—. No hay motivos para desconfiar así de esta gente. Encima que tuvieron la gentileza de venir hasta acá… Señor y señora Contreras, sepan disculpar a la periodista. Este oficio es muy racional. Continúen, por favor. Cuéntennos más sobre su vida y sobre cómo llegaron a EVERLIFE. Pero necesito que sean totalmente sinceros. La gente no es tonta.

Antes de retirarse, la familia entera de vampiros posó para la foto y en agradecimiento por la nota les obsequiaron un coctel de EVERLIFE. Un periodista que había oído de lejos la entrevista, agazapado detrás de su portátil, se levantó y examinó el recipiente.

—EVERLIFE —leyó—. ¿Quién te dice? Tal vez funcione.

Miranda lo ignoró. Su mal humor apenas le dejaba espacio para mentalizar los datos más importantes. Conectó el celular a la computadora y comenzó a desgrabar la entrevista.

—No puedo creer que estudié seis años para esto —dijo en voz alta, pero Kolodzinski no la escuchó porque en ese momento estaba hablando por teléfono con un farmacéutico.

 


Everlife, Federico Bollecich, Revista Literariedad, Colombia, ArgentinaFederico Bollecich. Villa Mercedes, San Luis, Argentina. Publicó numerosas crónicas en El Diario de la República. Dicta el taller literario Andamios y está terminando de corregir su segunda novela: Tres veces Belén. Es, además, Socio Director de la editorial La Luna y el Gato. EVERLIFE (o el ocaso del porvenir) es su primera novela.

 

 

 

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Literariedad

Asumimos la literatura y el arte como caminos, lugares de encuentro y desencuentro. #ApuntesDeCaminante. ISSN: 2462-893X.

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