«Mi infancia palidece»: poemas de Mar Guerrero

Imagen: Autorretrato. Celeste Ciafarone.

 

Nos alegra presentarles una selección de poemas de la poeta venezolana Mar Guerrero, de su libro inédito Mi infancia palidece. En ellos se ven país, familia y amor se siguen construyendo por los caminos.

 

I

A mis padres

Aquí no puedo ver el cielo.
Batallo con mis límites,
oigo la risa desbordada debajo de la tierra.

Mi padre tiene la mirada cansada.
La mirada de mi padre no ve mi joven cadáver de veintidós años.
La mirada moribunda que tienen mis poemas.
En donde surgió mi nuevo papel,
donde aumentaban espantosamente las olas de humo,
y mi madre estaba lejos.

Huyo del país de las maravillas.
Yo, ausente en mis ojos.
Yo, fiel a mis tristezas.
Sentí perder las noches y los sueños mientras llené de pájaros mis bolsillos.
En casa todos tenemos los ojos grandes,
las manos aprendiendo a rasgar el hambre todos los días,
la boca llena de silencios con el recuerdo del pan.

A mí la poesía me vino de mi padre,
que siembra árboles y cuida de las flores pero que escribía para sentir que no iba a morir pronto.
Estaba en los ojos de mamá.
El dolor de todos, porque tenía en los ojos el color del cielo.
La tierra que dejé.
Mi vida nunca fue más que un pájaro luchando para no quedarse atrapado en los cabellos de
[quien tiene miel en los ojos.

Aquí en mis poemas guardo a mi padre,
con sus blancas manos llenas de tierra,
con sus dedos delgados,
sus manos, heridas.
Sus manos, pacientes.
Sus manos, habituales, guardianas de la noche.
Sus manos, país de otro país.
Sus manos, donde vive la impotencia.
Sus manos, fuente de ternura.
Sus manos, las mismas que cuida María.
Sus manos, el rostro de quien no ha perdido la batalla.
Rostro que me duele, como quien desgarra la carne, digo duele y los hombros se caen y [las rodillas pisan la tierra.
Digo duele y me pesa el nombre, digo duele y el mar se pone inquieto, digo duele como
[cuando tenía seis años y mi padre no se quedó en casa, no durmió conmigo.

Se han condensado en el mundo todas las manos.
Manos que rozan el infierno.

 

II

De madrugada es un corazón palpable,
Estruendoso, asfixiante, ocupando el solo toda la habitación.
Miyó Vestrini

Mi infancia palidece
Puedo abrir los ojos y ver que estoy lejos de casa,
Veo flotar mis senos,
Estoy ciega.
En el fondo el espejo reconoce mi borracho cuerpo, que aún existe.
Queda en mí la sonata de su mirada.
Adiós espejos de ayer.

Tiene el corazón poblado de golondrinas, siempre ha estado triste.
Alguien me odió ante la palabra que maldigo.
Necesito estar solo.
Necesito regresar a la soledad.
No quiero el poder, ni la ciencia, ni el amor,
Necesito ser tocado por los sueños,
Soy la esquina de la casa, vacía.
Mantengo los ojos cerrados, esperando ser la música bajo los árboles.
Un empresario se pudre en su oficina.
Un niño pequeño
—una bala y el corazón abierto—.

Se pudre mi tierra y me acompaña la desesperación.
El sol duerme en mi cabeza.
Huyo del futuro que me nubla la esperanza,
Me abriga mi carne,
Me hundo en este cuerpo que soy en el día.

Arden en mí sus recuerdos y tengo un fusil en mis ojos.
Tengo la voz de mi viejo.
Necesito estar solo.
Necesito dormir.
Necesito que el sol entre a través de mis ojos y cante.
El sol me ha olvidado.
Tengo la esperanza de que no todos hemos muerto.
Que mi patria en la tempestad baila en el barrio, en las velas y en el cielo blanco que aún nos pertenece.
Que mi patria canta al despertar, con las manos rotas y la mirada en alto.
Que mi patria es mi voz y la de ustedes.
Que mi patria siente el sabor del pan,
Que mi patria se levanta a correr a la meta aún en estas líneas tormentosas.
Que mi patria viste los pies del mendigo.
Que mi patria alimenta a cada mirada trastornada.
Ríen los niños, corren, y comparten sus juguetes.
Mi patria por la noche, no descansa, porque tiene miedo de despertar,
mi patria, tiene los ojos rojos.
Mi patria, tiene los ojos tristes.
Mi patria, está de rodillas sembrando una nueva patria.

 

VII

No será desde luego hundiendo el tenedor en el corazón de las golondrinas
como nos alimentaremos de libertad.
Julia Otxoa

 

Venezuela
Esa era mi tierra, se sentaban todos sobre las olas,
las sabanas estaban llenas del canto del tío Simón,
el mar bailaba en los pies
y sí que estaban llenas de pies sus orillas.
Algunas veces vi pasar sobre los ventanales desnudos a los jóvenes
corrían con los estómagos llenos de ron y de risas.
Todo se transformó,
una tarde ya cansados, desaparecimos,
yo era uno de esos jóvenes,
cabello suelto, zapatos ensangrentados, el gas y el himno nacional llenaban nuestros
pulmones, el cuerpo desprendiéndose, la bandera abrigándonos.

Todo escribe, hay que percibirlo, todo escribe.
la palabra era mi sombra,
la fuerza del día se veía en las manos llenas del dolor desgarrador del hambre.
Esa era mi tierra, con mis hermanos de la mano mientras el río se desbordaba y se llevaba
el barrio entero.

Los sueños ahogados por la desesperanza y la espera.
El pavor vestido de coraje.
El aire está lleno de aves grises y pequeñas que se clavan en la piel de los jóvenes luchadores.
En los hospitales vacíos, todos dormían para siempre.
Todos estábamos vacíos, los anaqueles, los quioscos, las casas, las gavetas, los platos, los estómagos, las [manos, los ojos, y el depósito de sueños.
Recorríamos los pasillos de la universidad vestidos de fracaso
y teníamos una oración prendida en los ojos.

Todo el amor nació en mi pueblo
estremece nuestros corazones hambrientos de libertad en esta tierra confundida.
En nuestra piel habita un país
un país con una herida roja;
uno el amanecer con la desgarrada noche.
Aquí los poetas apagan sus líneas en botellas de alcohol,
en mi tierra nos reímos de la miseria
somos el barco ebrio que naufraga.
Nos fumamos el amanecer, comemos sobras, cantamos con los muertos
y con ellos nos quisieron pintar paisajes primaverales.
Nos llenan de huecos el pecho.
Soy fiel a mis tristezas, quien comprende lo que estas palabras llevan dentro, lo sabe.

 


Mar Guerrero. Escribiente, fotógrafa, payaso de hospital, ilustradora. Nació el 10 de mayo en San Cristóbal, Táchira, Venezuela. Actualmente reside en Buenos Aires, Argentina. Estudió Letras: mención lenguas y literatura clásica en la (ULA) Universidad de los Andes. Participó del «IV Encuentro Literario de Jóvenes Creadores» Edición Mérida 2015, en calidad de escritora. Fue ganadora del Primer Premio Modalidad Poesía en el XXV Concurso Anual de Creación Literaria «Cuento, Ensayo y Poesía» en Mérida, Abril 11 de 2015.

Literariedad

Asumimos la literatura y el arte como caminos, lugares de encuentro y desencuentro. #ApuntesDeCaminante. ISSN: 2462-893X.

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