Lo que puede una carta

Imagen:Joanna Kosinska 

(Sobre el libro Carta de las mujeres de este país, de Fredy Yezzed)

Una carta puede cambiar la sensibilidad de una comunidad ilustrada e inventar la declaración de los derechos del hombre y posteriormente los derechos humanos. Así lo analiza, investiga y documenta Lynn Hunt (2010) en La invención de los derechos humanos,  nos habla la autora de este libro sobre la emergencia de una sensibilidad durante los siglos XIX y XVIII, hizo de la empatía efectiva que las personas al sentirse con los otros transformaran la realidad política, según sus tesis, todo ello se dio por la escritura y publicación del género epistolar leído por los grandes sabios de la época, o sus esposas. Una carta no es un asunto menor, un poema es potente para sanar la tristeza social que nos acompaña y heredamos en Colombia desde el siglo que nos antecede.

El caCArta de las mujeres de este paísmbio de sensibilidad de esa época se dio, según la autora, por un gesto que reclaman estas cartas, el de la escucha atenta.  La poesía colombiana, los múltiples registros que se dan sobre la violencia están en la búsqueda de lenguaje para poder narrar lo que no se puede contar, porque es el trauma, porque es el dolor, porque se siente tanto que borra la palabra. Fredy Yezzed encuentra en la hibridación entre la poesía y el género epistolar un lenguaje que hace suyo para poder decir lo que nos pasa, para sanar en común, desde ese resto de palabra, sus cartas reclaman y merecen una escucha atenta, se vuelven un testimonio de la existencia sitiada en el país, una posibilidad de justicia desde la imaginación.

¿Pero qué puede la palabra? Leo el libro de Yezzed y aquí encuentro varias respuestas a esta pregunta. Puede hacernos escuchar, muchas voces sobreviven en él: la de Sofía, Sergio, Macarena, la de Tirso, la del padre, la del río, la del perro, voces que buscan lenguaje. Escuchar es importante para la memoria. Por eso Aristóteles hablaba del homúnculo que cada ser humano tiene y que genera la vida y la mira desde el cerebro. Aquí tendríamos que hablar de muchas mujeres, o al menos de voces feminizadas de aspiración de país que engendran esa vida vivible a pesar de la guerra, que, desde una democracia, aspiran al cumplimiento del estado de derechos, la paz es un deber, dice la Constitución Política de Colombia de 1991, eso nos recuerdan estas cartas, escucharnos.

El gesto de la escucha de estas cartas puede enlazar, vincular, en sociedades cada vez más desvinculantes, más dominadas por regímenes bélicos de la masculinidad, es donde la destrucción extiende su economía política de odio. Estas cartas nos hablan, si las escuchamos, de otras formas de sentir, para sobrevivir. Nos hablan de la naturaleza fecunda, del amor, del recuerdo, del poderoso caudal de los ríos, entre los versos: no mueran más en mí salgan de mi lengua, de esa lengua que es ruidosa y que busca contarse la desaparición de un país, la política del estado de excepción que se ha hecho ya global en varios de nuestros países latinoamericanos donde la precariedad y la deshumanización se implementa desde hace ya mucho tiempo, por eso este libro está enlazado también con la poesía de Raúl Zurita, quien se manifiesta poéticamente haciendo florecer el Atacama como su forma de contar la ausencia de los desaparecidos de Chile.

Sigo con los versos de las cartas: Lengua, seno, costilla/ recuerdan su pasado/ y vuelven a ser lenguaje/ olor/ un pecho en que habitar. Encuentro aquí, la búsqueda de destinatario para las cartas, un lector activo y afectivo donde pueda habitar ese pasado contado y cantado a través de la poesía. Desde la voz de las mujeres, invocada también por Svetlana Aleksievich como epígrafe, el devenir femenino de estas voces, de esta lectura, procura también un destinatario abierto y receptivo, una estética política desde la sensibilidad del femenino que le hace frente a los discursos y prácticas de guerra con esta búsqueda de lenguaje, que lo acusa y reclama la justicia y compromiso desde lo estético: No te perdono, poesía, que frente a este horror des un paso al costado.

Lo vinculante es entonces el propósito de estos versos, la humanización, pero no es una empatía antropocéntrica, sino ecológica, desde la convivencia de lo humano con la naturaleza y el paisaje, estos elementos de vida transforman las ausencias en potencias de lo vivible. Cito los versos Tus hojas pudriéndose están llenas de vida y el padre es un río inmenso y prolijo que arrulla y brama vitalmente en todas las cartas. Por eso estos derechos humanos que se invocan son en relación con un ser en común, con una vida que vuelve en la naturaleza, para dolerse, para condolerse, para dar lenguaje y sobrevivir, en medio de La belleza acumulada por la muerte pues es esta vida vivible lo que hace soportar la permanente amenaza de la violencia que no cesa. De este modo, lo dicen los versos: la historia de Caín invade otras especies.

Freddy Yezzed

La poesía de una carta de alguna mujer dolida por la muerte, la carta de aquellos que lloran con impotencia, entonces puede generar el lazo de empatía, el que escucha se feminiza con este canto, con estas cartas, la poesía puede reconocer este dolor de todos y transformarlo en río, en paisaje, en perro con amor incondicional, con amor infinito como política de resistencia, como forma política de reconocer la enfermedad y contagiar al otro y a la otra con la anormalidad de sentir el mundo desde todos sus matices. Que los oídos se abran a la escucha de estas cartas y que las voces de las mujeres de este país resuenen para que por lo menos podamos inventarnos el país posible que reconoce su vulnerabilidad y se solidariza, que se sabe vivo en los paisajes de lo animal y lo vegetal, que sabe que salir de ser víctima es abrirse a la vida, a pesar de todo.

Yezzed Fredy (2019). Carta de las mujeres de este país. Buenos Aires: Abisinia Editorial, Editorial Escarabajo Ltda y Nueva York Poetry Press LLC.

Angélica Hoyos Guzmán

Creo que la literatura es la vida. Investigo sobre las formas de la sobrevida en el mundo contemporáneo a través de la poesía y el arte. Colecciono indicios.

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