Foto: Sara Gaviria Piedrahíta.
Presentamos en nuestro dossier Paisajes: El Salvador una selección de poemas de Ana María Rivas* (Santa Tecla, 1995). La fuerza que tienen sus poemas encandila y zarandea al mundo. Un ímpetu nuevo de la poesía latinoamericana que nos enorgullece presentar en Colombia. La selección estuvo a cargo de Josué Andrés Moz, nuestro corresponsal en El Salvador.
Mother
«Oh madre oscura, hiéreme
con diez cuchillos en el corazón»
P. Neruda
I
Madre: ¿has escuchado tu voz los últimos años?
¿Sabes acaso que has perdido
tu nombre
tu edad
y tus sueños?
Te cambiaron los ojos por dardos
los dedos por gusanos
y los pies por estacas.
Te llamo madre porque no sé decirte de otro modo.
No puedo llamarte mujer ni anciana ni monstruo.
El café desborda en la cocina
y te has quedado dormida frente al tele.
Han pasado siglos y tus huesos siguen habitando la sala,
la tierra en la boca, el veneno en tus párpados.
Madre, ¿dónde guardaste las píldoras del insomnio?
En estos días necesito
coserme los ojos y esperar la muerte.
II
Mi madre es un pez sin océano ni estanque,
ojos de ceniza en la habitación de mi memoria.
Ella soñó parir a muchos hombres
que postraban sus rodillas
y adoraban su vientre.
Mi madre mató a sus hijos.
Y por cada uno se clavó una aguja:
Era tan grande su estirpe
que no fue más mujer sino acero
y entre carne y sangre
se volvió una espina.
Mi madre volcó su imperio de cruces en mi falda
impuso sus manos en los hijos que aún no tengo
y les dio veneno porque odia las ratas.
III
Madre, cántame una canción de cuna
donde quepan las distancias del mundo
y el rostro donde se queman los espejos,
cántame noches sin amanecer que me separen
de la fe de enterrar mis manos en los astros
Téjeme una mortaja por vestido
hazme trenzas en el cuello
y sujétame a las vigas,
méceme, seré tu péndulo
una muñeca amplia oscilando entre los muebles.
IV
Madre, olvidé decirte que nadie tiene una madre.
Una mujer
Cuántas veces huimos del mundo,
Cuanto tiempo nos quemaron las manos:
ejercimos largamente el oficio
de parir, hacer la cena, criar las bestias.
Nos confinaron a ser adorno,
en la sala de señores importantes.
Mordimos la lengua ante el insulto,
contuvimos el puño, ante el golpe.
Nos rendimos a limpiar los estantes más bajos,
Y les chupamos su maldad entre lágrimas.
Nos royeron el cuerpo,
nos dejaron desnudas,
en basureros, veredas y cañales.
Fuimos violadas todas.
Por el padre, por el hijo, por los hijos de sus hijos.
Y nadie dijo nunca nada.
En la hondura del silencio,
nos zurcimos las heridas.
Nuestro corazón era un remiendo
que se abría siempre,
una y otra vez.
En noches más oscuras nos quemaron las alas.
Coleccionábamos yerbas, hacíamos brebajes,
para curar a quienes fueron nuestros delatores.
Nos hallaron ejerciendo el amor entre el fuego,
alzamos la voz y nos creyeron dementes
Y por brujas y desviadas nos quemaron en la hoguera.
Eran todos varones, hijos legítimos de Dios.
Ceniza sobre más ceniza,
fuimos una con el soplo del viento.
Borraron nuestros nombres de las enciclopedias
ignoraron nuestros pasos en los periódicos
guardaron nuestros restos en amplios cementerios
donde nunca hubo una tumba,
un nombre,
una mujer.
Cómplices
El templo está por arder:
nuestros labios se rozan y encendemos el fuego.
Y qué felices somos,
desnudas, frente al altar de la muerte.
Ven, hermana, asómate al espejo
contempla la belleza con que creció tu semilla
recorre los campos hacia el sur de tu cuerpo:
deslizaré mis dedos sobre tus montes.
Muerdo tu cuello y te escucho crepitar
lamo tus dedos que encontraron otro norte.
Ven, hermana mía
yo soy tu viña, tu sed y tu vino
y habré de derramarme en ti.
Cierra los ojos y siente,
como las dos nos acercamos al eclipse.
Niña mía, muévete en mis manos,
haz que tu vientre florezca en mi lengua.
Aquí todo el dossier Paisajes: El Salvador.
* Ana María Rivas. Santa Tecla, 18 de Junio de 1995. Formó parte de la extinta Escuela de Jóvenes Talentos en Letras patrocinada por la Universidad Dr. José Matías Delgado. Fue miembro del Taller Literario Altazor y de otros talleres de poesía en los últimos años. En 2016, recibió el primer premio en la categoría de poesía en el concurso «La Flauta de los Pétalos», certamen de literatura hecha por mujeres, a cargo de la Universidad de El Salvador y el Centro de Estudios de Género. Parte de su producción figura en la compilación literaria «Sextante», en el área narrativa. Sus poemas han sido publicados en «Torre de Babel Volumen XV, Antología de la poesía joven de antaño», «Las muchachas de la última fila», antología de poetas salvadoreñas, y en la revista “Cultura N°121», de la DPI. Actualmente estudia Licenciatura en Artes Plásticas en la Universidad de El Salvador.
Gracias por estos poemas, Ana María.