Imagen: Thérese sobre una banqueta. Balthus
Estos poemas de Estefanía Rodríguez Rozo* son, quizá, un descubrimiento: la constatación de ese momento decisivo en que la infancia se convierte en tormento y la sangre comienza a hervir, a veces incómoda, a veces incorrecta, a veces por donde nadie espera que que fluya. Estos poemas son, quizá, una rebelión. Porque el goce y el placer no entienden de géneros. Estos poemas son, quizá, una elegía a la inocencia más poderosa, la que no entiende de moralismos absurdos, ni de rígidas reglas sociales.
(Lee completa Eróticas, nuestra edición de septiembre de 2019)
Envidia primigenia
Ricardito me doblaba en edad,
Sentí celos de él cuando cumplí los siete
Pude ver que le salieron pelitos
Y que su cara se iba llenando.
Tuve que esperar a los catorce.
Conté cada largo año.
Fui paciente,
Algún día tendría mis propios pelitos.
¡Vaya sorpresa al escuchar a mamá!
‒A las mujeres no nos nace barba.
Mari
¡Eso no se hace! Decía mamá
¡Eso es pecado! Decía mamá
¡Eso es para niñas! Volvía y gritaba mamá
¡Mamá! ¡Mamá!
Ni que ignorante fuera yo,
Si a los 7 años ya sabía que mi nombre no debía terminar O sino en A
¿Qué culpa si yo quería ser como mamá?
De verla todas las mañanas poniéndose labial
Yo también quería probar.
Siempre supe que la cárcel de mi nombre iba a ser también mi libertad
De Mario a Marico,
De marico a Marica
De Marica a María
Nadie dijo que iba a ser una criminal
Que la cárcel era mi nombre
Y la contraseña era
El abismo entre la O y la A
Declaración de amor
¿Por qué se enojaría la profe Lucerito cuando besé a Sofia en la boquita?
Si ella fue la que en clase me enseñó a cantar
¡Arroz con leche me quiero casar
con una señorita de la capital!
Sofía era de Bogotá
Y yo una montañera como decía papá
‒ ¡Me parece injusto Seño’ Lucerito!
No ande enseñando a niñas como yo
Cosas que luego usted no va a tolerar
A una le enseñan desde la cuna
Oportunidad buena no hay que desaprovechar
Desmembramiento turístico
En mi sueño unos niños encontraron mi corazón
Preso en una botella de cristal
El putrefacto atravesado por agujas e hilos
Era una premonición porque sé que
Antes de la botella estuvo en tus manos
Y lo lanzaste al mar
Fatal, muchacha fatal.
Fue mi error
Entregarle a una bruja un corazón.
Por eso anoche en el sonambulisma te pregunté
Sobre mi cuerpo
¿A caso te devoraste el resto?
* Estefanía Rodríguez Rozo
Lista des-biográfica
Con todos los huesos en su lugar,
No tengo hasta el momento
Órgano malo,
Salvo el pequeño daño cerebral,
Obtenido en un accidente a los doce años,
A veces convulsiono.
Nunca me gustó mi nombre
Es muy largo
Lo he recortado de todas las maneras.
A veces solo pongo Rosso,
Mi segundo apellido
Mal escrito y ambiguo
como para que no se sepa qué soy.
Estudié una licenciatura
Ahora una maestría.
No ejerzo de nada.
Soy de Armenia y ahora vivo en Bogotá.
No he conseguido trabajo
Eso me ha ayudado a combatir la obesidad.
(Licenciada en Español y Literatura de la Universidad del Quindío, optando al título de Magister en Literatura y Cultura del ICC. En algún momento hizo de directora de la revista Polilla Literaria, se ha desempeñado como muralista e ilustradora).