Fotograma: Alicia en las ciudades. Dir. Win Wenders (1974).
La poesía de Vania Vargas*, sin arredrarse, encuentra fuerza en la ternura, el agotamiento y la timidez. Se apoya en imágenes arque-típicas y no tan típicas del mundo femenino para construir el andamiaje de sus poemas, donde con mucha seguridad el lector encontrará un poco de abrigo, una colcha o un cerillo para incendiarlo todo.
Presentación y selección: Matheus Kar.
Sentada
frente a mí / en silencio
Melissa dice cosas que olvidé
que no conoceré
y ni siquiera lo sabe
Ignora
que cuando trato
de recordar mi infancia
es ella
y no yo
la que se columpia por las tardes
se llena de grama
el cabello largo
desafía la gravedad
con un movimiento de rodillas
solo
para alcanzar el cielo
con la punta de los pies
No imagina
que aún conozco
el rigor familiar
por ese silencio
que no se le termina
Y que sin abrir la boca
me ha dado detalles
de los días de la madre
con vajilla nueva
y los domingos
con ropa sucia
soledad
y fútbol
A veces me pregunto
si cuando ella piensa en su vida
me recuerda
Si a través de mi silencio
ha podido
vislumbrar
el laberinto
The ballad of Bonnie Parker
No
esta que ves no es ni la sombra de mi lado salvaje
yo bien pude haber sido Bonnie Parker
con estas ganas que me dan de asomarme a las ventanas
de marcharme todo el tiempo
de ver el pasado destruirse
como las ciudades nocturnas
cuando tiembla el retrovisor
Yo también soñé con una vida peligrosa
con acumular historias
de las veces que he escapado de la muerte
con mostrar las cicatrices que dejó
el impacto de los días
La veo y me veo
con mi metro y medio de estatura
escribiendo malos poemas
extrañando a mi madre
cuando salgo de caminos peligrosos
apuntándole al futuro en la cabeza
sin dejar de sonreír
Yo pude haber sido Bonnie Parker
de no ser porque me aferro
a la espalda de quienes
nunca
me acompañarán por los caminos
Afuera sigue la vida
y no la alcanzo
Y estas que ves aquí
no son cicatrices aún
Dame tiempo
y te hablaré de sobrevivir
sin que se me quiebren las palabras
Once upon a morning dreary
El día que Poe cumplió 200 años lo vi de frente
en medio de la plaza central
inmóvil / de pie
sus ojos vidriosos parecían mirar a través de mí
hacia un punto fijo que quedaba a mi espalda
El reloj de la catedral anunció las nueve
las palomas rodearon la plaza
dibujaron en el aire las primeras espirales
de un remolino
excepto una
a la que el aire apenas alcanzó a levantar
tres plumas grises
del ala muerta
No me detuve
La escena quedó atrás y en mi cabeza
Regresé durante varios días
a la misma hora
escruté las orillas de la plaza
el rostro de sus habitantes
no volví a encontrarlo
Sin embargo desde hace varios meses
hay un indigente que parece reconocerme
cada vez que paso por el lugar
y cuando estoy suficientemente cerca
levanta su mano / la sacude con fuerza
y me grita adiós desde su acera
Yo levanto mi mano para devolver el saludo
y desde entonces
jugamos a que él es un escritor muerto
y yo una antigua conocida
La mujer compra flores cuando va camino a casa
y recorre con ellas las calles nocturnas
Mira los ojos que la miran
imagina las historias que le inventan
una abuela enferma
una declaración de amor
un poco de fe / una devoción
Y así transita medio camino
mudando de vidas y posibilidades
mientras los autos pasan a su lado
y ella le pisa los talones a su silueta
que se adelanta por banquetas anaranjadas
silueta de mujer sola
con ramo de flores en la mano
Entonces llega a casa sonriente
con sus flores y sus historias
y siente que su abuela mejoró
que sus oraciones serán respondidas
que alguien la ama
Enciende las luces / prepara el florero
lo observa un momento
y mientras termina la noche
enciende el televisor
Yo la observo de reojo
cuando paso frente a su ventana
El reflejo azul intermitente de la TV
lanza contra la pared su silueta temblorosa
silueta de mujer sola con florero
ha de esperar a alguien / imagino
mientras cierro mi puerta
Y como si ella intuyera mis pensamientos
apaga el televisor
se encierra en su cuarto con una nueva historia
y sonríe
como si esa noche alguien no tardara en llegar
Finalmente llega el día en que uno abre los ojos y decide
que no va a dejarse dominar por la tristeza
Entonces con un esfuerzo imperceptible
que bien podría venir de la voluntad que se creía muerta
levanta la cara / se arregla el pelo / se mantiene erguido
Mira a los ojos de la gente / dice buenos días / cómo le va
logra responder / bien / con la voz serena
Escucha con atención / interactúa
como si le hubiera vuelto al cuerpo el soplo de humanidad perdida
y es hasta que retoma el silencio cuando logra sentir
cómo la tristeza / que no se ha ido
lo mantiene con suavidad sobre sus rodillas
Logra distinguir cómo es ella la que / apenas detrás
habla / con su voz / sin mover los labios
como un ventrílocuo perfecto
Lee aquí nuestro dossier de poesía Paisajes: Guatemala.
* Vania Vargas (Guatemala, 1978). Poeta, narradora, editora y periodista cultural independiente. Licenciada en Letras por la Universidad de San Carlos de Guatemala. Autora de los libros de poesía Cuentos infantiles (Catafixia editorial, 2010), Quizá ese día tampoco sea hoy (Editorial Cultura 2010, 2016), Los habitantes del aire (Editorial Cultura 2014, 2016) y Señas particulares y cicatrices (Catafixia editorial, 2015). En narrativa ha publicado Después del fin (El Pensativo, 2016) y Cuarenta noches (Sophos, 2018).
Qué maravilla y ternura de versos.
Un abrazo.