Foto: Katherin Patiño.
Atravesado por la cultura oriental, Maurice Echeverría* ha logrado empalmar la violencia, la paranoia y la espiritualidad en la poesía. En sus poemas el lector puede encontrar un jab o un uppercut del que posiblemente no saldrá herido pero del que sí tardará mucho en levantarse. En su poesía se encuentra condensado aquello que Freud llamó «lo siniestro».
Presentación y selección: Matheus Kar.
Blues mínimo
Es cierto que te extraño,
es cierto que a mi manera
te extraño,
pero extrañarte es ya
una forma de no esperar
nada,
una forma de colocarse
la cuarenta y cinco
en el cielo
de la boca.
Momento decisivo
estoy viendo esa vieja foto de Kevin Carter
ya saben: la de la niña y el buitre
la misma que ganara el Pulitzer
aquella propiamente que tomó en Sudán
ante la indiferencia blanca de los dioses
los dioses que dicen: y qué, con una rosa
de hueso en la mano, los dioses que dicen
nosotros regamos sangre y sed en los jardines
para que los fotorreporteros, ustedes, consigan
su «momento decisivo», y luego se hagan
famosos, y luego escriban una nota de adiós
heme aquí viendo esa vieja foto de Kevin Carter
mientras el monóxido de carbono inunda mi carro
Dos lluvias
No sabemos si celebrar el aguacero,
que cae dulce entre los edificios,
o si ponernos tristes
por los que sufrirán
bajo sus aguas furiosas.
La lluvia es dulce,
pero también es
cruel.
Estamos siendo mojados
por dos lluvias
al mismo
tiempo.
Encuentro filial
En el corredor de la vieja casa
me encontré a mi padre.
Me preguntó cómo estaba.
Yo le dije que igual que él:
muerto.
Lee aquí nuestro dossier de poesía Paisajes: Guatemala.
* Maurice Echeverría nació en Ciudad de Guatemala, en 1976. Estudió Filosofía y Letras. Es también narrador. En julio de 2016 se adjudicó el premio de poesía Luis Cardoza y Aragón, que organizan la embajada de México en Guatemala y el Fondo de Cultura Económica.