Foto: Aay Kay.
William Morales* toma la palabra perfumada, inocente y santa para desnudarla y mostrar su lado más salvaje: un espejo donde todas las palabras se arrancan los ojos para ver más de cerca su propio reflejo.
Presentación y selección: Matheus Kar.
Sui Géneris
¿Por qué no simplemente precipitar todo al fuego
en la caldera que para nosotros es la misma?
Escupamos lo divino, rabia sin adolecer,
la llaga que perdura en su corrupción.
No amemos lo inmaterial más que lo material,
ni a San Agustín más que a Maquiavelo.
Todo lo venéreo es tan eterno como la virtud,
santuario adulterado lleno de lepra.
Arrojemos todo a Gargantúa, el amor junto con el vicio,
las cosas hechas demasiado tarde, las hechas demasiado pronto,
el espíritu depravado y el cuerpo incorruptible,
pues hay demasiado de nada y poco de todo.
Demos todo al vacío como sacrificio sin ningún fin.
Antiguo
Como si fuera cada día el origen del tiempo
vivamos de tal modo,
sin padecer de lo antiguo,
de las buenas o malas costumbres
o los besos de la historia.
Aún si los periodos se mantuvieran glaciares
y conservaran los huesos de la edad embalsamados,
aún si el calor fundiera sus capas,
ningún fósil tiene lugar
en esta tierra ni en la que viene.
Olvidemos la especie de la vida pasada,
sus ojos, su carne y sus generaciones,
pues no estamos aquí para adolecer de lo antiguo
ni del mal tiempo ni del peor, inclusive.
Vivamos entonces sin salvar la memoria
y que nadie exhume la historia para exhibirla.
En defensa de Caín
Redime así lo que remplaza a los dioses,
lo que proviene de la tierra
y es para la tierra,
las formas de vida que nacen del caos,
la estrella extenuada que no guía a los sabios.
En el principio, el cielo era inconcebible,
semilla sin huesos que maceraba a los hombres,
y la vida, la muerte y también el tiempo
entonces eran razón de ninguno.
Redime así lo que reemplaza a los dioses
y no olvides que antes de todo fue nada
y Yahvé, Rama y Rá, en aquellos días,
no eran más que silencio en el corazón de la tierra.
Infamia
No me llamen poeta,
no cometan tal delito
ni carguen consigo semejante culpa.
¿Alguna vez nombraron
a una piedra
montaña,
a una pez
ballena,
o a un demonio
Diablo?
No llamen entonces lira
a una cuerda rota.
Llámenme gusano,
parricida,
bastardo,
leproso,
mas nunca poeta,
pues la verdad,
apenas,
y llego a estatus de hombre.
Lee aquí nuestro dossier de poesía Paisajes: Guatemala.
* William Morales (1996). Poemas suyos aparecen en antologías, revistas y medios electrónicos de Guatemala.