Foto: Satoko Tamura.
El 20 de enero falleció la poeta, traductora y ensayista japonesa Satoko Tamura, quien había tendido un puente sin precedentes entre Japón y América Latina al traducir a García Márquez, con quien tendría una larga amistad y sobre quien escribiría; y al interesarse por la vida y obra de grandes como César Vallejo, Neruda, Gelman, y Borges. El poeta Jorge Boccanera nos ofrece un perfil de la poeta y nos la evoca en sus visitas a Argentina y Colombia donde compartió con ella el amor por el tango y la poesía.
Por Jorge Boccanera*
Falleció el 20 de enero pasado la poeta, traductora y ensayista japonesa Satoko Tamura, y su figura de mujer lúcida, delicada y alegre, cruza mi cuarto de trabajo, donde los recuerdos se agolpan entre la desazón y el desconcierto.
Contagiando entusiasmo, apasionada en cada proyecto que emprendía, la mayoría de las veces dentro del mapa de las letras de América Latina, Satoko se especializó en la obra de la poeta chilena Gabriela Mistral -publicó en España el exhaustivo ensayo “Los sonetos de la muerte”- y tradujo textos de Gabriel García Márquez, con quien llegó a mantener una estrecha amistad. Justamente, uno de sus últimos libros es “Por los caminos de Cien Años de Soledad”, editado en 2015. Para escribirlo, Satoko recorrió diversas localidades de Colombia en busca de los lugares, los personajes y aún las claves en las que se apoya la obra del reconocido narrador. “Una de las metas de mi viaje –dice al inicio- ha sido acercarme y palpar esa maravillosa realidad que ha extraído de la vida cotidiana de esas tierras para volcarla en sus novelas y cuentos”.
Fue así que Satoko volvió a tierra colombiana, donde había estado repetidas veces, una de ellas leyendo sus poemas en el Festival Internacional de Poesía de Medellín, refrendando una marca de viajera iniciada en los años 70, cuando llegó a México a estudiar Letras Hispánicas. De ahí en más recorrió Chile durante el gobierno de Salvador Allende, llegó a Nicaragua con el primer gobierno sandinista y visitó Cuba, donde conoció y entrevistó a García Márquez. En Argentina estuvo varias veces.
En todo ese tiempo destaca como una de las hispanistas japonesas de mayor envergadura, traduciendo textos de César Vallejo, Olga Orozco, Julio Cortázar, Pablo Neruda, Jorge Luis Borges, Juan Gelman y Nicanor Parra, entre otros escritores.
Encuentro en Michoacán
Conocí a Satoko en México, durante el Segundo Festival Internacional de Poesía realizado en Morelia, Michoacán, en 1983; y desde ese año enlazamos una amistad en el tiempo en que la gente aún se enviaba cartas; la de ella con un papel texturado y un sobre con estampillas coloridas que yo guardaba como si fueran postales.
Varias cosas me impactaron de esta mujer maravillosa; su poesía, donde la bruma del paisaje oriental era sobresaltado por el fulgor de imágenes llegadas del turbión latinoamericano, pero además el timbre y las modulaciones de su voz en las lecturas públicas ataviada siempre con su tradicional kimono. Satoko leía como si hablara al oído de cada uno de los presentes o como si su interlocutor estuviese a una cuarta de su rostro empolvado; de este modo sus poemas sonaban contundentes, sin necesidad de que el voltaje pasara la línea de la media voz.
Mujer de honda conciencia social, se había involucrado en el movimiento de resistencia contra la dictadura de Pinochet y participado en Tokio en un congreso sobre el papel del intelectual frente a la crisis nuclear, e impulsó desde el PEN club vernáculo el programa “Solidaridad con los escritores en prisión”; esas y otras tareas revelaban su espesor humano.
Conocí a Satoko y a su familia –su amable esposo y sus dos hijos- y pasé con esta amiga buenos momentos, sea caminando por el templo de Asakusa, en Tokio, o por las calles de la Chicago argentina, invitada al Festival Internacional de Poesía de Rosario; o visitando el jardín botánico de Maebashi con flores de cada temporada y de países distantes, o buscando antros tangueros –disfrutaba mucho de nuestra música ciudadana- en Medellín y Buenos Aires. Fue precisamente en una de sus visitas a nuestro país en la que llegamos a trabajar juntos –traducción y versión al español- para una compilación de poesía contemporánea japonesa a publicarse en una editorial local, proyecto que finalmente quedó trunco.
Se marchó Satoko. Una sabiduría a la mano. Profesora Emérita de la Universidad de Tokio. Repartió a manos llenas un trato cordial y una poesía que reunió el ramillete de rostros humanos con el protagonismo de la naturaleza, como en los haikus de uno de sus libros editado en Italia, “Rayos de luna segada”. Ya la estamos extrañando.
Una publicación en colaboración con La poesía alcanza para todos.
* Jorge Boccanera (Buenos Aires). Poeta, crítico, periodista. Premio Internacional de Poesía José Lezama Lima 2020.