Foto: Robert Walser Archiv
Les presentamos una traducción exclusiva para Literariedad de este bello relato de Robert Walser*. Hay que volver siempre a la lucidez terrible de este entrañable escritor, a su forma de entender el paisaje, los caminos y los detalles cotidianos como un trasunto de la profundidad humana, de la hermosura y la tormenta de existir.
Traducción: Tatiana Velandia Álvarez**
Hoy caminé por la montaña. El clima estaba húmedo y todo alrededor era gris, pero el camino era blando y en algunas partes muy limpio. Al principio tenía puesto el abrigo; pero pronto me lo quité, lo doblé y lo puse en mi brazo. La caminata por ese sendero maravilloso me daba más y más placer, de pronto subía y de pronto volvía a caer. Las montañas eran grandes, parecían estar girando. Todo el paisaje montañoso me parecía un teatro gigante. El camino se acurrucaba espléndido junto a las laderas. Entonces bajé a un profundo desfiladero, a mis pies murmuraba un río, el ferrocarril pasó junto a mí con un ostentoso vapor blanco. El camino atravesaba el desfiladero como una corriente suave y blanca y, mientras caminaba, era como si el estrecho valle se enrollara y serpenteara en torno a sí mismo. Nubes grises yacían sobre las montañas, como si descansaran allí. Me encontré con un joven viajero que llevaba una mochila en la espalda, quien me preguntó si había visto a otros dos muchachos. No, dije yo. ¿Que si vengo de lejos? Sí, dije, y seguí mi camino. Poco después, vi y escuché a los dos jóvenes que venían con música. Un pueblo era particularmente hermoso con casas humildes apiladas justo debajo de las blancas paredes rocosas. Pasaron algunos carros, nada más, y vi algunos niños en el camino rural. No se necesita ver mucho en particular. Ya se ve mucho.
Kleine Wanderung
Ich lief heute durch das Gebirge. Das Wetter war naß, und die ganze Gegend war grau. Aber die Straße war weich und stellenweise sehr sauber. Zuerst hatte ich den Mantel an; bald aber zog ich ihn ab, faltete ihn zusammen und legte ihn auf den Arm. Das Laufen auf der wundervollen Straße bereitete mir mehr und immer mehr Vergnügen, bald ging es aufwärts und bald stürzte es wieder nieder. Die Berge waren groß, sie schienen sich zu drehen. Die ganze Gebirgswelt erschien mir wie ein gewaltiges Theater. Herrlich schmiegte sich die Straße an die Bergwände an. Da kam ich hinab in eine tiefe Schlucht, zu meinen Füßen rauschte ein Fluß, die Eisenbahn flog mit prächtig weißem Dampf an mir vorüber. Wie ein glatter, weißer Strom ging die Straße durch die Schlucht und wie ich so lief, war’s mir, als biege und winde sich das enge Tal um sich selber. Graue Wolken lagen auf den Bergen, als ruhten sie dort aus. Mir begegnete ein junger Handwerksbursche mit Rucksack auf dem Rücken, der fragte mich, ob ich zwei andere junge Burschen gesehen habe. Nein, sagte ich. Ob ich schon von weit her komme? Ja, sagte ich, und zog meines Weges weiter. Nicht lange, und so sah und hörte ich die zwei jungen Wanderburschen mit Musik daherziehen. Ein Dorf war besonders schön mit niedrigen Häusern dicht unter den weißen Felswänden. Einige Fuhrwerke begegneten mir, sonst nichts, und ein paar Kinder hatte ich auf der Landstraße gesehen. Man braucht nicht viel Besonderes zu sehen. Man sieht so schon viel.
El texto original fue tomado de gutenberg.org.
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* Robert Walser (Suiza, 1878 – Herisau, cerca de Suiza, 1956): exaltador de la luz y del camino, hermano de los abetos, pájaro del día. Autor de Jakob von Gunten, Los hermanos Tanner, El ayudante, El paseo. Héroe moral de esta revista.
** Tatiana Velandia es Licenciada en Filología Alemana y traductora con diploma de Magister en Traducción de la Universidad de Córdoba. Sus intereses se ubican en torno a la traductología, la glotopolítica y la angustia que sepultó al Siglo XX.
DOS BREVES NOTAS SOBRE ROBERT WALSER
1
Acabo de terminar de leer “El Paseo”, de Robert Walser: ¡Qué conmovedora belleza! ¡Cuán hermosamente triste esta espléndida obra! ¡Cuánta deslumbrante poesía dicha de forma tan sencilla y natural como si del simple hecho de caminar, de salir de paseo se tratara!
Qué grandioso hubiera sido poder invitar al poeta a una cerveza, un vaso de vino o una hamburguesa. Qué felicidad poder haberle hecho un gran favor: prestarle, por ejemplo, 500 marcos suizos o regalarle una gran libreta de notas y una pluma…Pero, ¿lo hubiera reconocido de haberme topado con él en la calle, en una biblioteca, en una taberna? ¿Habría permitido él que lo reconociese? ¿No sería, acaso, un sujeto esquivo, tímido o huraño?
En fin, este maravilloso ejemplar de la especie humana reivindica ante el mundo a toda la raza de los auténticos poetas, y hace sonrojar a aquellos que sólo lo son por moda, vanidad o conveniencia.
Pienso seriamente en la posibilidad de editar un día no muy lejano (de manera pirata; por supuesto) este pequeño pero monumental libro que acabo de leer — y quizás algún otro libro del mismo Walser o de otro autor o autores igualmente bellos—. Una edición de 50 o 100 ejemplares, para obsequiar a 50 ó 100 poetas auténticos. Pero como seguramente esta cifra puede resultar demasiado elevada, podría, entonces, completarse con lectores amigos de espíritu sensible y refinado…Esto sería algo sumamente original y bello…Me parece.
2
Suele ocurrirme que cuando estoy leyendo un brillante ensayo, un bello poema o una hermosa novela; como ‘Jacob Von Gunten’, de Robert Walser -la cual precisamente ahora estoy leyendo-, no puedo evitar el pensar en lo estúpido y exasperante que resulta cualquier pedante y esnobista cuando le escuchamos alardear de que ha hecho o está haciendo un curso “muy teso” de lectura “súper rápida”, que lo capacita para leerse un libro de 200 páginas en menos de 20 minutos. Cosa que resulta; además de ridícula, fastidiosa.
Es como si alguien llegara a ofrecernos un cómodo, ágil y económico plan para que aprendamos a comer, digamos, un salmón ahumado o un platillo de caviar y tomar una botella de Chateau Margaux o Dom Pérignon en tan sólo 30 segundos. O trate de vendernos un equipo de sonido o unos audífonos “especiales” que nos permitirán escuchar, digamos, toda la obra de Beethoven en menos de 45 minutos. O una gafas “ultramodernas” (con silla de ruedas eléctrica incluida) para recorrer todo el Louvre en menos de una hora. O una guía, o droga para hacer el amor “completo” con alguna top ten de la moda, el cine o; simplemente, la vecina -objeto de tus fantasías-, en tan sólo 5 minutos.
Cinco minutos sólo son suficientes para -después de leer algunas páginas de Robert Walser- cerrar el libro, mirar el cielo, las calles, la gente y; por supuesto, la portada del libro donde aparece de cuerpo entero el hermoso suizo.
León Gil