Foto: Ximena Peralta.
Nos alegra presentarles en Pasión, nuestra edición de abril de 2020, dos poemas de Alejandro Velásquez León*. En el primero, el poeta recorre, a la manera de Lázaro, la cotidianidad y se regocija con la negación del milagro. En el segundo vemos a Tomás que no se contenta con meter el dedo en la llaga.
Como Lázaro
Me levanto cada día
para que el milagro
sea otro lugar común…
para que las calles y las horas
me reconozcan…
para respirar paisajes
también comunes
por el cansancio,
por la costumbre…
Para caminar calles
que llevan a otras calles
donde nadie conoce tu nombre,
ni tu piel,
ni tu cuerpo…
Por eso, cada tanto,
(cuando la luz alcanza el tiempo
y lo detiene
antes de abrir las ventanas)
me niego en silencio al milagro,
y prefiero, sin preaviso,
quedarme tendido a tu lado.
Tomás
Pese a los años,
las culpas
y los lastres teológicos….
Más allá de la terquedad
y de los escándalos de la sangre,
que llevo como una bendición a cuestas…
La mayoría de los casos
poner el dedo en la llaga
no me es suficiente
y prefiero
abrir nuevas heridas…
Lee aquí toda nuestra edición de abril de 2020.
* Alejandro Velásquez León. Sus padres bajaron de las montañas a la ciudad hace unos cincuenta años. Él nació en 1985, una noche de abril sin aguacero. Es el segundo de cuatro hijos y antes de intentar escribir fue artesano. En el 2016 resultó finalista del Premio Nacional de Poesía Obra Inédita con un libro titulado Orilla y en el 2019 ganó el Premio Nacional de Poesía de la Casa de Poesía Silva. Actualmente escribe un libro sobre mapas, estudia la Maestría en Literatura de la UTP y trabaja como docente en Santa Rosa de Cabal, su tierra natal.